Wish that you could build a time machineSo you could see
The things no one can see
Feels like you're standing on the edge
Looking at the stars
And wishing you were them
RIP Johannah: this chapter is for you. I hope it counts in one way or another.
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Los párpados intentan con todas sus fuerzas no deshacer la unión que hasta la noche, después de todo el día, no habían conseguido.
Luché todo lo que pude luchar para rogarles piedad. Se separaron.
La luz que entraba por la ventana apenas era perceptible a esas horas. Tenía los pies entumecidos por el frío y no los sentía.
Me desperecé y miré el reloj de la mesita.
6.30
Fui hacia mi armario y cogí un pantalón caqui que no me había puesto en años, una camisa azul abotonada en el pecho y dos jerséis de punto.
Me desnudé y puse cada pieza en el puzzle de mi existencia. En lo físico encajaban, encajaban de una forma que mi interior se quebraba cada vez que lo notaba. Hacía años que las pequeñas ranuras no coincidían con las otras. Y no sabéis cómo se sentía tener que vivir a base de piezas rotas y que en tu piel todo pareciese encajar. No sabéis que es no acordarse de la historia de uno mismo sin recordar así tampoco como era estar completo.
Respiré hondo para ahuyentar esos pensamientos— tarea fácil a esas alturas— desnudo con mi nívea piel iluminada por la luz tenue que se filtraba por la ventana.
Subí mi ropa interior hasta cubrirme y sentirme seguro. No había nadie, pero ni a ese nadie quería mostrarme tal y como vine al mundo. Mi cuerpo era lo único constante en mi vida. Lo único que había ido creciendo y no se había ido o desintegrado. Aunque a veces, en secreto, lo deseara.
Me refugié dentro de la camisa sin quitarle los botones y puse los dos jerséis deslizándolos por mi cabeza. Bajé las escaleras con los pantalones y la riñonera envolviendo mi cintura.
En el coche
En el coche hacía frío y el reloj marcaba las 7.40
Lillian hoy no trabajaba y la había dejado durmiendo. No llevaba dinero y no sabía cómo pagaría
mi desayuno.
Abrí la guantera y encontré un paquete de cigarros. Explosivos. Los cigarros me recordaban a la dinamita: encendías la mecha y explotaban al consumirse. Me dio un escalofrío y encendí la radio. Libros. Hablaban de libros. Dejé la emisora y me concentré en bajar esa abominante carretera en la que no dudaba que un día alguien se matase.
La calefacción se metía por osmosis dentro de mi cuerpo, yo le robaba calor y a su vez le daba un poco de mi frío. Nos manteníamos en equilibrio.
Aparqué a Mercury con un ruído seco. El nombre lo explicaré más tarde... Ahora volvamos a mis pies tocando el asfalto de un salto.
Caminé hasta la puerta y el miedo me abrumaba, no sabía con qué me iba a encontrar, ni si me daría un ataque de locura si llegaba a recordar.
Inhalé, porque me dio la sensación que había estado aguantando la respiración todo el trayecto y abrí la puerta de la cafeteria. Me di de bruces contra un rostro calmado, afín al ambiente de calidez que siempre me hacía respirar el Marley's. Le sonreí, porque me pareció curioso, lo invite aquí porque pensaba que no encajaría con este ambiente, que lo encontraría incómodo. Pero no. Fui cruel, sí. Obviamente hablo de Louis, aquí fue cuando empezo todo.
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Crisálida ||l.s||
Misteri / ThrillerHarry tiene nueve años y medio. Está leyendo su redacción de lengua en una escuela de pago muy prestigiosa de San Francisco. Justo en ese momento en las estepas de Siberia, el avión que lleva a sus padres hacia su pequeño está cayendo al vacío. Quie...