Glava 2

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Zelenye glaza

"
Snow angel

Dull white sky
from rim to rim
with no sun in between.
This is the hollow
acting emptiness
that echoing place
in the cold

I lie in the snow
arms outstretched
as if I could contain the sky:
high wild clouds
and vast screaming winds-

As if I embrace
this world
with outflung arms
and open eyes.
As if I would
let it inside me
like a lover,
insisting and demanding,
pushing its white sky
and loud noise
into my brain...

as if. "

.................................

Louis POV

Intenté encender el motor. Una, dos y hasta tres veces. Por minuto.
No había forma de que arrancara.

¡Joder!- golpeé con fuerza el volante y de golpe, se oyó el sonido característico del motor del coche.
Odié la existencia insufrible que me tocaba vivir cada minuto del día.

Presioné el acelerador y en un abrir y cerrar de ojos estaba conduciendo por la carretera helada. Cinco kilómetros marcaba el indicador hasta la casa de mi jefa. Cinco interminables kilómetros en los que aumenté el volumen de la radio del coche cantando al ritmo de Girls just wanna have fun. Cómo amaba a Cindy Lauper.

Cuando por fin llegué a Arrochar estaba absoluta y profundamente, perdido. Por suerte una mujer muy discreta, pelo color naranja, mechas lilas y pintalabios negro ceniza, me indicó cómo llegar a la cueva del mismísimo yeti. Le di las gracias e hizo ademán de meterse en mi coche. Le sonreí, pisé el acelerador y la perdí de vista.

Después de estar a punto de vomitar mi desayuno por la ventana, debido a la cantidad de curvas que había en el camino, vi a lo lejos un chico tumbado en el arcén cubierto casi al completo por la nieve que caía. Tenía los brazos abiertos. Pensé en dos opciones: Tenía ganas de ser aplastado por un coche o morir de hipotermia del frío que hacía. Conduje lentamente para bajarme del coche a apenas metros del suicida y gritarle que se apartara de mi camino.

-¡Eh! ¡Tú! ¿No te ha dicho nunca nadie que las carreteras sirven para que pasen los coches? Y, casualmente, pueden atropellarte si estás en medio estirado haciendo quién sabe el qué. -miré fijamente hacia él, soplando resignado porque no me contestaba, por no hacer, ni si quiera me miraba.

El viento soplaba tan fuerte que tuve que agarrarme a la puerta del coche para avanzar hasta el muchacho.
¿Estaría...? No, no podía ser.
Me acerqué más, y lo vi.
Había estado arrastrando sus brazos de arriba a abajo, dejando la forma de unas alas en la nieve.
Luego, con los pies, había hecho exactamente lo mismo, los había movido de derecha a izquierda, creando como la parte inferior de una túnica o vestido.

La silueta de un ángel en la nieve

No sabría decir que es lo que sentí exactamente en ese momento. Supongo que notó mi presencia finalmente y me miró con ojos intrigados. Pensé que ese chico no debía estar muy bien de la cabeza, después de verlo allí estirado a menos siete grados de temperatura, pero ahora, pensaba que realmente necesitaba ver a un psiquiatra.

Vale, ahora podríamos decir que el chico me llamó la atención, sí. Pero notaba algo prufundamente doloroso en él. Después de decidir abrir los ojos, los volvió a cerrar. Me fijé en cómo iba vestido, en el gorro púrpura de lana, y-el-pe-lo-mo-ja-do.

-Niño. ¡Sé que me oyes! - me agaché y le sacudí fuerte.

Volvió a abrir los ojos y me miró. Tenía los ojos verdes increíblemente transparentes. No sé realmente si me explico.

-¡Bien! ¡Pareces ser medio humano ahora! Me alegro muchacho.- entonces, agachó la cabeza.
¿Le habría ofendido?
No me dio tiempo a abrir la boca para disculparme cuando él se levantó de un salto lanzándome una bola de nieve. Acertando en toda mi cara. De pleno.
Creo que fue un acto más de vergüenza que de otra cosa. Sus mejillas estaban rojas y respiraba fuerte. Puede que también estuviera asustado. Por Dios. ¿Tanto miedo daba?

Pero de pronto, me miró extrañado. Nos miramos el uno al otro. Quizás fue la chaqueta de Lillian con flecos que le regalamos en la oficina por Navidades, o mis pintas de pringado periodista que hace de recadero en un periódico local.

- Entonces, tu... Eres Tomlinson, Louis Tomlinson, ¿Verdad? - se fue acercando ya más calmado. Se desvió un poco para recoger su mochila del borde del andén y me sonrió. Grande y tendido.

-Oh dios. Eres Harry, supongo. ¿Te ...? Bueno, dejémoslo. - miré la punta de mis zapatos como si fuese lo más interesante del mundo. Al cabo de segundos noté una mano en mi bolsillo, cogió mis llaves y soltó un simple:
-¿Me llevas?- me lanzó las llaves y reaccioné, quizás diez segundos más tarde, teniendo que encontrar las llaves entre la nieve virgen. ¿Qué se creía...?
Entré al coche aliviado por no tener que seguir conduciendo por esa espantosa carretera y nervioso, como sólo Dios sabe cuanto, por tener a ese chico rarito a mi lado. Estábamos en completo silencio.
- Oye, Louis, .¿Qué querías decirme antes?- clavó la vista en mi mejilla, porque no quería ni mirarle.
- Ah, moh... Sí, claro que sí, majo. Te lo diré. ¿Se puede saber en qué demonios pensabas al tumbarte allí haciendo formas en la nieve? Como un crío de... ¿Qué? ¡Dímelo tú! Cinco años si nos apuramos?
Empezó a reírse como si le fuese la vida en ello. No pude evitar mirarle.
-¿Te has metido droga en tu desayuno?- paró de reír por un nano segundo, apretó los labios para no dejar salir otra risa. Pero no funcionó, volvió a estallar y se me contagió ¡Sin más! Empecé a reírme escandalosamente. Ese crío estaba realmente colocado con algo. Paré el coche porque llegó un punto en el que el abdomen, el pecho y la cara me dolían terriblemente de haber reído tanto y no quería tener un accidente y decirle al policía: "Oye es que he recogido a un tarado de la carretera mientras hacia angelitos en la nieve y me estaba riendo del asunto mientras caía en este hermoso barranco"

- ¿Por qué has parado?
- Hasta que nos calmemos no pienso seguir conduciendo. Ni si quiera sé de que me estoy riendo. Y antes de que vuelvas a reírte. ¡Maldita sea, para ya!- volví a reírme y él también. Me miró inquisitivo.
-¿Qué te pasa ahora?- sonrió sin abrir la boca y se estiró en el asiento.
- Llego tarde al instituto.
-¡Lo había olvidado por completo! ¡Vamos chico! Ponte bien en el asiento, ¿quieres?- giré las llaves en la ranura e intenté ir lo más rápido posible al instituto de Arrochar. Harry encendió la radio y al oír a Cindy Lauper me miró y me dio suaves golpecitos en la espalda. Iba a reírse y por eso subí el volumen de la radio.
Podíamos llegar. Vamos si podíamos.

Crisálida ||l.s||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora