Abandonada entre las sombras

13 1 0
                                    

Hasta que no escuché el primer susurro en mi cabeza, no supe que estaba ocurriendo algo. Me desperté rápidamente y observé por la ventana cómo la casa donde había vivido ardía en llamas . Realmente, no sabía lo que pasaba. Parecía un sueño, pero era todo tan real...

Tan rápido como pude, me dirigí hacia las escaleras. La puerta trasera de mi casa estaba cerrada, cosa que era extraña. Rápidamente, busqué una ventana por la que entrar. No era consciente del peligro que corría si entraba con todo el fuego. Lo único que quería era salvar a mi familia. No sabía nada de ella y no escuchaba a nadie dentro. Eso por un lado me tranquilizó, transportándome a la idea de que quizá habían conseguido escapar a tiempo. Pero por otro lado, pensaba que podían estar durmiendo y no se enteraban de nada. De pronto, encontré mi mente partida en dos, como si pudiera pensar en dos cosas a la vez. Tracé un plan para entrar dentro a buscar a mi familia. Tenía que encontrarla fuera como fuese.

Sé que hubiera sido más sensato pedir ayuda a un vecino que entrar yo sola. Pero no tenía tiempo para correr y volver. Empecé a analizar mi alrededor. Al fin, encontré la ventana que buscaba y trepé como pude para entrar por ella. Dentro estaba todo ardiendo. Me tapé la cara lo mejor posible e intenté no respirar el humo. La verdad es que no recuerdo mucho de lo que pasó. Recuerdo que las llamas desprendían un calor inmenso. Casi no podía respirar, lo que me impedía pensar con claridad. Tan sólo tenía en mente sacar de allí a mi familia con vida. Sin embargo, no la encontraba por ninguna parte.

Poco a poco, fui llamando a cada uno de mis hermanos cuidadosamente, pero ninguno contestó. También llamé a mis padres, pero nada. Traté sin mucho éxito de alcanzar las escaleras que me llevaban al piso de arriba. Tenía la extraña sensación de que mi familia no se encontraba allí. Logré llegar al primer piso, y rápidamente me deslicé por el pasillo, mirando en cada una de las habitaciones. Pero nada. Lo único que encontré fue el silencio. Cuando me acerqué a la habitación de mis padres, una extraña sensación me envolvió. Sentía que algo malo estaba ocurriendo, que lo que iba a suceder a continuación marcaría el rumbo de mi vida para siempre. Por eso, sin saber muy bien por qué, me detuve. Abrí la puerta muy lentamente. Pero no había nadie.

Me empezaba a desesperar por momentos. Cuando me di la vuelta, vi al extraño chico que me había estado llamando en sueños. Me asusté. Eso es de lo que más me acuerdo. Del miedo que sentí al ver que las llamas me habían atrapado, y sin saber muy bien qué hacer, comencé a mirar las habitaciones una a una, para ver cuál tenía menos fuego. El chico, sin decir una sola palabra, me señaló la habitación de mis padres. Corrí hacia ella. Me asomé a la ventana, pero lo único que podía ver eran sombras. Aquellas sombras que me atormentaban desde que era pequeña.

La verdad era que estaba muy alto. Lo suficientemente alto como para romperte algo. Eso me hacía sentirme peor de lo que ya me sentía. Pero no tenía otra salida. Miré al chico, que sin saber muy bien cómo, estaba abajo del todo. Había logrado salir del fuego ileso. Volví a mirar el suelo. No tenía muchas esperanzas. Las imágenes de mi familia venían una a una a mi mente, ocupándome durante un buen rato.

No sé cuánto tiempo me tiré allí arriba tratando de decidirme si saltar o no. Fuera como fuese, tenía todas las de perder. De repente, desperté de un profundo sueño. Miré hacia mis espaldas y vi cómo el fuego se comía lo que era mi hogar. Sin pensarlo, volví adentro y con mucho cuidado, rescaté todo lo que pude encontrar. Me llevé un collar de mi madre, una camisa de mi padre, las canicas de Tod y Rosh,... Y por supuesto, ropa mía y mi peluche. También conseguí salvar el libro de búhos que mis padres me habían regalado. Entonces y sólo entonces, regresé a la ventana. El chico ya no estaba. Eché una última mirada a mi casa, a la habitación de mis padres. Me dolía tanto irme... Sentía que mi corazón sangraba. Después cerré los ojos y  me dejé llevar...

Mi última historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora