Capítulo 14: Olvidar...

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  • Dedicado a Leess AmadÖr
                                    

Capítulo 14: Olvidar…

Sentí que mi corazón se resquebrajaba con aquellas palabras. Había intentado mantener el futuro bajo llave y en un abrir y cerrar de ojos se convirtió en presente.

–A partir de ahora tenemos…

–No Ryan– le interrumpí– A partir de ahora nada.

Sus ojos azules se clavaron en los míos, la confusión se adueñó de ellos.

–Lo he intentado, me he hecho creer que esto no llegaría– mi voz se veía interrumpida por los sollozos que empezaban a formarse en mi garganta–No puedo continuar con esto.

–¿Es por él? – me espetó furioso.

–¿Por quién? ¿De que hablas?

–Del rubito, César.

Me tragué el dolor que me causó el que dudara de mí, después de todo lo sucedido…

–No Ryan, no es por César ni por ningún otro. Es por mí. Tú tienes tu futuro programado y yo no soy parte de el, por mucho que me duela.

–Pero podemos…

Levanté una mano pidiéndole que no terminara la frase. Mi mundo se estaba cayendo a pedazos, pero en ese momento entendí que necesitaba poner un punto y final a aquella historia, por más que me doliera no podía ser la amante de un hombre que en su futuro yo no tenía cabida.

–Ryan se acabó. No puedo seguir así o terminaré volviéndome loca.

–No puedo dejar mi vida de lado, no puedo abandonar todo Vicky. – Me miraba con tanta tristeza que me costaba seguir adelante con aquella decisión.

–No te lo he pedido, ni te lo pediré. Quiero que seas feliz y creo que yo también merezco serlo, si continúo a tu lado sabiendo que estas atado a otra mujer nunca lo seré.

Las lágrimas cayeron por mis mejillas, sentía como si el dolor me desgarra el corazón destruyéndolo en mil pedazos. Lo peor era que él parecía sentir lo mismo. Respiré hondo y armándome de valor lo abracé.

–Te quiero Vicky– Susurró en mi oído con voz apesadumbrada, apretándome entre sus brazos como si no quisiera dejarme escapar.

–Lo se. Pero eso no es suficiente– Me separé y sin mirar atrás entré en mi casa cerrando la puerta tras de mí.

Caminé hasta el sofá sin pensar en nada, en mi mente solo estaba el rostro de Ryan lleno de tristeza. Me dejé caer sobre los cojines, mirando a la nada. Se había acabado… para siempre “Por lo menos, esta vez no ha sido con una nota” pensé sarcástica. Mis recuerdos me llevaron a aquella primera noche, sus ojos, su boca, sus manos… me hicieron experimentar lo que era el cielo, y en aquel momento me sentía como si hubiera descendido al mismísimo infierno. 

Pelusa intentó darme ánimos, lambiándome la cara y moviendo la cola pero nada conseguía que aquel dolor mermara. Me había mentalizado para aquello o por lo menos lo había intentado, pero no había pensando en ningún momento que fuera a doler de aquella manera.

Todo se había oscurecido, no veía ni siquiera una pequeña luz, me sentía vacía… Me sentía muerta en vida.

Agarré mis rodillas y convirtiéndome en un ovillo, lloré y lloré como jamás lo había hecho.

Me dejé dormir en el sofá y me desperté en plena madruga, jadeando y con las lagrimas cayendo por mis mejillas, desesperada busqué a Ryan a mi lado y caí en la cuenta que no había sido un mal sueño, se había acabado. Sin ganas de nada, caminé a trompicones hasta mi cama, abracé la almohada en la que mi profesor había dormido y con su perfume embriagándome Morfeo me llevó de nuevo.

El desconocido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora