Rojo

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Estaba infinitamente feliz. Mi presentación en la Universidad sobre desarrollo sostenible, había sido todo un éxito. El enfoque que había escogido había la llamado la atención de los asistentes y me habían hecho muchas preguntas. La cantidad de tiempo invertido en ella había válido la pena. Aún tenía mis manos heladas y mi corazón a mil.

Mi director de proyecto se veía tan feliz como yo, me indico con la mano que quería hablar conmigo.

-Eso estuvo más que perfecto, Señorita Tate, he escuchado que alguien quiere hablar con usted del proyecto- Casi hiper ventilo- Tranquila, me imagino que quiere hacerle unas preguntas.

Y así fue. Un señor de mediana edad se acercó a mi y se presentó como el asesor del área financiera de una multinacional. Señaló mi iniciativa y me cuestionó tanto que creía que algún momento me iba a quedar con el cerebro frito.

- Espero verla pronto por mi oficina cuando acabe clases señorita- Me entregó su tarjeta, la leí.

- Gracias señor Stephens- Estaba aturdida.

- La esperaré- y se despidió.

No podia estar mas contenta. Solo queria correr a los brazos de Andy para compartirle mi emoción. Estaria orgulloso de mi y lo sabía. Así que me apresure en salir ya que las presentaciones se habían demorado menos de lo esperado.

Llevaba casi dos años con Andy. Lo había conocido en una pequeña tienda de comestibles cerca a mi casa, donde acostumbraba a estar con mis hermanas y mis amigos. Porque uno de ellos era hijo del dueño. Cuando él atravesó las puertas dobles me falto el aire. No se podía decir otra cosa de él, era espectacular. Además, donde vivía no se veían hombres que tuvieran tanta elegancia al caminar, como la que él tenía.

Sus ojos se posaron en mi y una pequeña sonrisa surco su cara. Aún recordaba esa linda sonrisa. Se acercó a mi y charlamos un rato, con las miradas de mis amigos encima. El rubor no dejo mis mejillas ya de por si rojas mientras el estuvo a mi alrededor.

Mi número fue a parar en manos de Andy, por mi hermana, quién lo escribio en una servilleta. Andy aún guardaba ese pequeño y ajetreado papel. Las llamadas iniciales duraban horas, pero llegué a conocerlo, él era mayor que yo tres años, estudiaba negocios internacionales y quería ayudar a impulsar la empresa de su papá, siempre ha sido muy inteligente, eso me llamaba aún más la atención.

Cuando llegué a la enorme ciudad donde ahora vivía, el único que me tendió la mano fue él. Desde que me ayudó con la mudanza nos hicimos inseparables. Lo amaba aún después de dos años a su lado.

Andy no estaria en su pequeño apartamento en el centro de la ciudad. Me habia dicho que tenía un reunión con un inversionista indio. Así que lleve para hacer algo delicioso y si, tambien llevaba un pequeño encaje. Las llaves del apartamento eran rojas, le encantaba ese color. Dejé las bolsas en el suelo y abrí la puerta.

El problema era que no estaba solo. Creo que no era un inversionista indio.

Una rubia, excesivamente despeinada, con el labial corrido y con unos ligueros rojos estaba a horcajadas sobre Andy, sólo llevaba esos malditos ligueros. El ni se habia inmutado de mi presencia, estaba bastante concentrado en la chica, quien no paraba de gritar su nombre.

Asqueroso.

Creo que dure en la puerta cerca de cinco segundos mientras intentaba procesar lo que veía.

Mis reacciones suelen ser algo raras según la situación y esta fue una prueba porque cogí las bolsas y las puse en la isla de la cocina. Todo estaba enchapado en mármol como regalo de su padre.

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