Blanco

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El restaurante era sencillamente acogedor. Entramos por una pequeña puerta de madera con incrustaciones de lo que creía era bronce. Zack tuvo que agacharse. No había iluminación artificial, todo estaba lleno de velas, de todos los tamaños, todas blancas. Nos guiaron hacia una mesa en el rincón. Las mesas y las sillas también eran de madera. Las paredes parecían que tuvieran cientos de años de pie.

-Buenas tardes. ¿Qué desean ordenar?- Yo no podía dejar de mirar el lugar parecía tan... Antiguo. Zack me miro y sonrió.

Había lo que parecían poemas en las paredes en pequeñas hojas ajetreadas y algunas noticias en periódicos lo suficiente amarillos para dar un pista sobre su edad. Todas las mesas eran redondas y tenían rosas.

-Queremos la especialidad del chef - Dijo Zack sin mirar a la Mesera. Me gire y la note lo miraba con descaro.

Era bastante evidente, se podría decir.

- ¿Para acompañar, Señor?- Por Dios no podía creer que lo dijera como protagonista de película para adultos además se mordió el labio para personificar aún más el papel.

-Vino tinto, Por favor- rió. Mi cara debia ser una biblia. Creo que tenía la boca abierta.

Impactada. Y casi con K.

-¿Desean algún tipo de entrada?- Zack me paso la carta por primera vez. Gracias que amable.

- Escoge y que sea bueno por favor- Lo mire mal.

Obvio eso iba a hacer.

Habían ceviches, ensaladas, varias carnes y muchos champiñones. Adoraba los champiñones. Le señale a la mesera.

- Mantenlo en secreto- Asintió de mala gana y se fue. Parecía que arrastraba los pies.

- Eres una chica misteriosa- Dijo Zack con burla.

- Mira quien habla.

-¿Que te parece el lugar?- le di un vistazo a la carta. Detalle el nombre del lugar.

-¿Se llama El cielo? - No había visto el nombre en otro lado.

-¿No te dije que te traería al cielo?- Sonreía. Estaba cruzado de brazos, sentado hacia atrás.

-¿Empezaras con las preguntas?- Dije. Zack rió efusivamente.

-¿Podrías responderme alguna vez?

-El lugar es fantástico. Cuando dijiste "cielo" - Hice las comillas en el aire con mis dedos- Pensé que era de forma no literal. Listo. 

Se acercó a mi. Olía de maravilla, como a canela. Me estaba detallando el rostro y yo miraba sus ojos. Malditos ojos grises eran bastante atrayentes.

- Me gustan tus pecas- Dijo de repente.

Y a mi me gustan tus ojos. Solo que no lo diría en voz alta.

-¿Por? - Miré alrededor habian parejas pero sobre todo comensales normales. Este lugar se me hacia muy romántico, no sabía si era por la velas.

- No son comunes- Señaló mi nariz- Las que más me gustan son esas.

- Mi mamá tiene pecas pero no tantas- Hasta hace muy pocos años me había encariñado de todas ellas. Antes las odiaba.

- Sólo están esparcidas por tus cachetes y tú nariz, no son tantas- Colocó sus manos a ambos lados de la cara y los codos en la mesa. Tenía una expresión despreocupada.- ¿Y si las unes con un marcador?

-¿Qué? - Me reí, pero él mantenía su misma cara.

- Si, es decir, como esos juegos de unir los puntos y obtienes una jirafa o un barco.

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