CAPITULO 39

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 Sin saber por qué, levanté la mirada para encontrarme con sus dulces ojos color miel. Me sonrió de costado, acto seguido, me estrechó más entre sus brazos.

-No quise incomodarte.-se disculpó.

-No lo has hecho.-dije tragando saliva.- ¿Steven?

-¿Si?-preguntó acariciando mi cabello.

-¿Tú me quieres?-pregunté. Luego me arrepentí.- No, no respondas a eso.-dije.- ¿Algún día podremos ser pareja normal? No, no, tampoco respondas a eso.-pensé antes de preguntar. Steven rió.- ¿Crees que alguna vez puedas verme como algo más que a una niña?-pregunté. Creí estar segura de lo que acababa de preguntar pero luego me arrepentí.- No respondas.

-¿Por qué tan insegura?-preguntó y rió.

-Soy así.-alcé los hombros y me acomodé en sus brazos.

-Si te quiero.-me sonrió.- Y creo que capaz, algún día, podremos ser una pareja normal. No te veo como a una niña.-respondió una por una.- Piensas demasiado.-añadió.- Creo que te dejo demasiado sola como para que te hagas esas preguntas.-dijo y negando con la cabeza apoyó su frente sobre la mía.- ¿Tú me quieres?

-S...Si.-titubeé. Me sonrió y dio un corto beso en mis labios.- Más que tú a mí.-añadí.

-¿Qué sabes tú cuánto te quiero yo a ti?-dijo y me guiñó un ojo. Reí.- Es mejor cuando ríes, no cuando lloras.-dijo.

-Gracias.

-¿Por qué?-preguntó alzando una ceja.

-Por todo.-dije e hice una mueca.- Por mantenerme, por cuidarme, por estar conmigo, por mucho, Steven.

-Gracias a ti.-dijo.

-¿A mi? Lo único que hago en tu vida es fastidiar.

-Te desvaloras mucho Eleanor.-dijo.- Antes de que tú llegaras a casa, lo único que hacía era dar ordenes y trabajar todo el día.

-¿En serio?-pregunté.

-En serio.

-¿Sabes? Cuando llegué a tu casa, pensé que luego de varios meses iba a poder ser "libre". Ya sabes, al ser mayor, pensé que me dejarían irme donde yo quisiera.

-Estas loca.-dijo y rió.- ¿Ya estas mejor?-preguntó y besó mi mejilla.

-Claro.-sonreí.

-Genial.-sonrió.- Sabes que cuando necesites hablar, cuentas conmigo.-dijo. Sonreí ante sus palabras.

-Creo que después de todo, no nos llevamos tan mal como al principio, ¿Qué dices?

-Tienes razón.-admitió mientras miraba mis labios.- Puede que algún día nos llevemos mejor que esto y todas las peleas acaben.-sonrió.- De todas maneras, -volvió su vista mis ojos.- me gusta que por lo menos, por día, tengamos un momento así como este.-dijo y su sonrisa se hizo más amplia.- Eres la persona más cercana que tengo.

-Tú también lo eres.-le dije. Besó mis labios cortamente.

-¿Vamos a dormir?-preguntó. Sonreí y me levanté de su regazo. Le tendí la mano y la tomó para ponerse de pie.- ¿Quieres que duerma en el sofá o puedo dormir contigo?-preguntó rascándose la nuca.

-Puedes dormir en la cama, siempre y cuando te comportes.-dije y reí. Me dio media vuelta con la mano que aún sostenía la suya y así me ató a su cuerpo.

-Me gusta comportarme mal.-besó mi cuello.

-Steven...-lo regañé. Rió.

-Vamos, anímate.-me dijo mientras iba dejando un camino de besos en mi cuello.- No voy a hacerte daño, lo prometo.

Estaba prometiendo que no iba a lastimarme, eso implicaba, cuidado. Steven sabía muy bien lo que quería y como podía conseguirlo. Yo, por mi parte, también sabía lo que quería. Pero había algo más que lo impedía. Yo lo amaba, él a mi no.

-No lo se.

-Haré que no te arrepientas.-me giró y besó mis labios. Posé mis manos sobre sus hombros mientras él me abrazaba por la cintura.- ¿Vas a dejarme?-preguntó aún sobre mis labios. Bajé la cabeza.- Hey, si no quieres no pasa.-dijo luego.

Bien, me estaba confundiendo. En el avión me decía que quería abusar de mí por la noche y luego, venía y me rogaba, prometía no hacerme daño y luego pedía permiso. Definitivamente, era bipolar.

-Si no sintiera tu respiración, pensaría que has muerto.-dijo y levantó mi rostro.- ¿Segura que estas bien?-preguntó.

-Si, muy bien.-dije y fingí una sonrisa.- No tienes porque preocuparte por mí.

-Si tengo por qué.-me dijo y besó cortamente mis labios.- Eres mi esposa.

Estaba siendo dulce, no era nada común en él. Sentí como mi corazón se aceleraba. Capaz él quería más que un simple noche. O capaz no y hacía todo eso para conseguir su preciado sexo. Pero, estaba segura de algo, yo si quería compartir mi vida junto a él y no iba a huir siempre de sus brazos. Esta noche era mi oportunidad de saber si él me quería tanto como yo a él. Sonreí.

-Pensé que ser tu esposa sería terrible.-admití. Rió y volvió a besarme mientras retrocedía. La cama.

-Ya te he dicho y sigo sosteniéndolo, piensas demasiado.-me besó.- Voy a comenzar a pasar más tiempo junto a ti, veras como dejas de pensar.-rió sobre mis labios.

Detrás de él se encontraba la cama. La enorme cama, mi mayor pesadilla últimamente. Siguió retrocediendo mientras me besaba con ternura. Cuando llegó al borde de la cama, me sostuvo por la cintura y se hizo hacía atrás para caer conmigo encima. Rió.

-Steven.-susurré sobre sus labios.

-Eleanor, no digas nada.-me besó cortamente.- Prometo ser suave.-sonrió.

La Bella y La BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora