CAPITULO 34

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  Terminé de maquillarme y corrí escaleras abajo. Steven junto con Megan, reían a carcajadas.

-Me llamas si necesitas algo.-le dijo. Ella asintió.- Ha sido un placer tenerte aquí en casa, prima querida.-sonrió con simpatía. Megan le devolvió el gesto.

-Lo se , para todos es un placer tenerme en sus casas.-rió, Steven se unió a las carcajadas.- Nos vemos el día de la boda.-sonrió.

-Claro que si.-le dijo él, con la misma sonrisa.

-Nos vemos Eleanor.-dijo casi en un grito al verme bajar, escalón por escalón.

-Nos vemos Megan.-le sonreí y la estreché en mis brazos.- Nuevamente, disculpa por las acusaciones y gracias por divertirme esta mañana cuando no pude pegar ni un solo ojo.- ella rió.- Es enserio, espero verte luego de la boda, también.

-Oh, claro. Dalo por hecho, linda.-sonrió.- Y te debo una disculpa y también.-nos separamos y ella acomodó su cabello.- He sido una estúpida, debí presentarme antes de que sacaras esas conclusiones.-rió. Le sonreí al igual que Steven lo hacía.

-Nos vemos en tres días Meg.-le dijo Steven. Ella golpeó el hombro del chico 

- Dios Steven , no me habías llamado así en años - Dijo Megan mientras entraba al taxi.

El vehiculo encendió su motor y pronto comenzó a andar por la calle. Steven tomó su celular y tecleó algo. Yo, por mi parte, acomodé mi falda y luego lo miré.

-¿Nos vamos?

-Claro.-sonreí.

-¿No llevas bolso?-preguntó.

-No, no tengo nada que llevar allí.-reí. Torció los ojos y rió.

-Ya, vamos.-me dio un leve empujón por la cintura.

Juntos, subimos al auto y nos abrochamos los cinturones. Steven encendió el motor y en menos de diez segundos ya habíamos comenzado a andar hacía la empresa.

-¿Pongo música?-preguntó. Asentí y el encendió la radio.

-¿Steven?-pregunté con curiosidad.

-Dime...¿Que pasa?

-¿Por qué me has dicho que no teníamos habitación de huéspedes?

-Porque se me ha ocurrido.-rió.

-Oh, tu ocurrencia a sido genial.-dije irónica mientras causaba su risa.

-De todos modos, no he conseguido lo que quería.-dijo y volteó a la siguiente calle.

-No lo obtendrás, nunca.

-Como digas.-rió.- Pero te has quedado a dormir dos noches junto a mí.

-Pero porque tenía miedo.-me excusé.

-Si, claro.-dio rienda suelta a una carcajada.- ¿Y no se te ha ocurrido inspeccionar un poco más la casa?

-Ciertamente, no.

-Bueno, pues ese, ha sido tu error.-aparcó el auto mientras hablaba.

-Ya cállate.-me desabroché el cinturón de seguridad y bajé.

-Toma mi mano Steven.-dijo corriendo tras de mi.

-No.

-Vamos, recuerda lo que hemos hablado.

-Ok, ok, ven y tómame la mano.-me quedé quieta y el pasó por mi lado, llevándome junto con él.

-Eres muy liviana.-rió.

-Y tú, eres un imbécil.-dije. Besó mi mejilla.

-Ahora, tienes que amarme.-sonrió.

Entramos en ese edificio, que yo, había conocido tan solo un mes atrás. Steven firmó unos papeles a la entrada y luego nos metimos en el elevador. Tan pronto como este llegó arriba, salimos y comenzamos a caminar.

La Bella y La BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora