En casa: El caos y el arco iris

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No estaba siendo un buen día para Dan, era el tercero seguido que salía en busca de trabajo y volvía a casa sin nada, hace cuatro días lo echaron de la empresa donde laboraba debido a problemas económicos de los socios mayores, él se encontraba desesperado, tenía una familia a la que mantener y el hecho de que no tuviera trabajo lo desesperaba.

Al llegar a casa esa noche se recostó en el sofá a pensar, no tenía ánimo para nada en ese momento, tenía que encontrar una solución pronto.

-papá, ¿me ayudas con mi tarea?-pronto su hijo apareció en la sala-

Lucas ya no era un pequeño niño, ahora se había convertido en todo un hombrecito según su padre, tenía 11 años pero a pesar de ello seguía siendo cariñoso y amable.

-ahora no, Lucas-respondió Dan sin ganas-no ha sido un buen día

-¿qué ocurre?-le preguntó el de los ojos claros-

-cosas del trabajo-mintió y enseguida se paró-dile a tu mamá que te ayude

Cuatro días más pasaron así, Dan se encontraba desesperado pero ese día explotó tras hablar con su esposa.

-Dan...-Amanda le susurró en cuanto entró en la habitación que compartían-

-¿qué sucede?-le preguntó este-

-debo hablar contigo-la mujer cerró la puerta a sus espaldas y se acercó a su esposo-

-¿de qué se trata?-él arqueó una ceja-ahora solo quiero dormir, Amanda

Ella suspiró.

-sé que estás preocupado por la situación que tenemos-empezó diciéndole con voz calmada-y que no es el mejor momento pero...yo...me acabo de enterar hoy en la mañana

-habla claro, mujer-el hombre empezaba a desesperarse-

-estoy embarazada, Dan-Amanda soltó las palabras de golpe mirando al piso-

Se supone que esa debía ser una noticia feliz, que Dan debió hacer saltado de felicidad pues él más que nadie había querido otro bebé, sin embargo hoy no, ni ayer, ni mañana, este no era el momento y eso simplemente sacó a Dan de sus cabales.

-debe ser una broma-él la miró con seriedad-

-Dan, yo...-pero él no la dejó hablar-

Se paró y tomando su camisa salió de la casa sin avisar a donde dejando a su esposa echa un mar de lágrimas y preocupación.

Él hizo algo que no debió haber hecho, bebió, buscó un bar y se embriagó hasta perder la consciencia.

Esa noche no llegó a casa, realmente se hundió a fondo y lastimosamente no sería la última vez que el alcohol tocara sus labios.

Dan tardó una semana en conseguir empleo y durante todos esos días ahogó sus penas en una cantina, bebía y bebía hasta no recordar ni siquiera su nombre, así consiguió "amigos" de bar, los cuales no hacían más que seguirlo incitando al vicio incluso luego de haber resuelto sus problemas económicos.

Típico del ser humano se deja hundir en el pozo, camina derecho hacía el fondo cuando tiene más de una subida por donde podría ascender, irónicamente, el peso de esas decisiones marcan puntos de nuestras vidas que solo llegamos a ver cuándo realmente ya no hay salida; y es que Dan se había convertido en su propio poso dejando que la rutina, los problemas y el alcohol lo consumieran, para él dejaron de haber días buenos ya que no había otra rutina para él, gritaba, hería, golpeaba y bebía para luego sentir culpa, entonces, lloraba, pedía, prometía, se hundía y en ese punto nuevamente su salida era el alcohol, ese se había convertido en su círculo vicioso.

Detrás del CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora