El silencio no era algo a lo que ellas estuvieran acostumbradas pero cada noche de cada maldito fin de semana era lo que debían hacer que perdurara sino querían que les hicieran daño, había música a todo volumen y un asqueroso olor a alcohol, vómito y quién sabe que diantres más en el ambiente, copas iban y venían de un lugar a otro repartidas por mujeres que debido a uno o lo otro ejercían oficio de noche. ¿Para qué entrar en esos detalles?. Era un bar ilegal en algún barrio retirado en el sur de Londres y funcionaba únicamente porque el dueño de jactaba de las ganancias y la diversión, era un lugar repleto de pecados que asfixiaba y retenía las únicas dos gotas de inocencia que allí residían.
Era viernes por la noche, en realidad tirando a la madrugada, y las castañas de seis y once años se escondían en la última habitación de aquel lugar de perdición, odiaban vivir así, que su padre tuviera un negocio tan ilícito y sucio como ese pero lastimosamente no tenían a donde ir.
-Madi, tengo miedo-susurró la castaña de tan solo seis años-
-lo sé, sé que tienes miedo-le respondió su hermana mayor-pero recuerda que en la madrugada termina todo, solo hay que ocultarse mientras tanto
-pero Madi...-la menor hizo puchero-tengo sueño y hay mucho ruido
-Bri, tenemos que aguantar despiertas hasta mañana-intentó explicarle mientras abrazaba a la pequeña-recuerda lo que pasó la última vez...
No era precisamente un recuerdo muy agradable, Brianna dormía no muy a gusto en su cama pues el ruido que producían los enormes parlantes del local distorsionaban continuamente su sueño, aquella noche un hombre borracho hasta el tope entró en su habitación al perderse entre los pasillos, lo que casi ocurre no fue nada lindo a decir verdad y si no fuera por Madisson que logró correr al hombre con la ayuda de un bate que halló no quisiera ni imaginar lo que pudiera haber ocurrido. Brianna no pudo dormir por semanas debido al susto y su hermana mayor no dejaba de sentirse culpable, decía que si le hubiese puesto seguro a la puerta nada de aquello hubiera sucedido, sin embargo realmente las pequeñas no tenían la culpa de vivir en aquellas condiciones que no hacían más que ponerlas en peligros.
-¿por qué mami nos dejó, Madi?-le preguntó la niña de ojos llorosos-
-mami no nos dejó, Bri-la mayor abrazó a la pequeña e intentó consolarla-mami sigue aquí con nosotras. Cuando amas realmente a una persona no es necesario verla para saber que está ahí contigo, el amor es una fuerza dimensional que rompe cualquier barrera. Ella está en cada recuerdo que representa el amor con que nos cuidó.
La castaña sollozó en los brazos de su hermana y luchaba contra las lágrimas, luchaba contra no quedarse dormida, luchaba contra la vida, contra aquello que les había tocado vivir, porque simplemente las pruebas que impone el tiempo no son dadas a los más fuertes, claro que no, son dadas a los que creen en sus debilidades para demostrarles que tras cada palabra en vano que declara su pérdida hay fortaleza y valor de luchar, creer y vivir. El mundo se pierde a falta de corazones valientes.
-Madi ¿y si me cuentas un cuento?-preguntó la castaña con emoción en sus ojos-
-de acuerdo-la mayor sonrió-pero debemos guardar silencio ¿de acuerdo?
Brianna sonrió.
-La señora Paterson horneaba las mejores galletas de Nueva Orleans-empezó contando Maddison-y el pequeño Jack robaba tres de ellas todos los días antes de que las vendieran en el mercado.
-quiero galletas-murmuró la menor-
-lo siento, Bri, debemos esperar hasta mañana-declaró su hermana-mejor sigamos con el cuento
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Detrás del Cristal
Novela JuvenilSomos la suma de las cadencias y aciertos del pasado, claro que está en uno cambiar el punto de retorno donde nuestra vida se renueva. Lastima que muchos extravían el pasaje de ese retorno fuera del abismo y es entonces donde el pasado queda y las...