Capítulo 2

397 46 26
                                    

¡Por  fin en casa! Lo malo de mudarse es que en un principio esta todo lleno de cajas, ropa que ordenar, comida rápida, cajas, cajas, cajas... Pero debo decirlo, valió la pena. Mi departamento es increible. Es espacioso, justo como lo recordaba. Antes de mudarme, vine una vez en un pequeño viaje para hacer un recorrido y seleccionar el que mejor se adecuara a mis necesidades. Es mucho más grande de lo que recordaba. Tiene un gran ventanal por el que se puede ver toda la ciudad, un cuarto en donde entra perfectamente mi cama de dos plazas, para más comodidad, y una cocina que me permitirá hacer lo que se me antoje.

Bien, ahora que estoy mas o menos instalada, tengo que ponerme en marcha en averiguar la dirección de mi nuevo trabajo. Se me ha pasado por alto contar que antes de venir, ya había hablado con algunas empresas que buscaban nuevos empleados para integrar a su equipo. Tuve la suerte de encontrar uno que se adecuó perfectamente a lo que buscaba. Obviamente tuve primero una entrevista online, por lo que ahora toca la personal. Me encargaré de buscar el atuendo indicado después.
Largo un suspiro de cansancio, todavía no he terminado de ordenar. Voy hacia mi habitación y me recuesto un rato para descansar mi espalda. Chequeo mi teléfono, por ahora no ha llegado nada. Confieso que me siento un poco sola, fue arriesgado venir así como así sola sin nadie que me haga compañía. Siempre fui muy independiente pero vivir sola es algo que nunca había hecho. Ahora que lo pienso, quizás necesite un pequeño nuevo amigo del genero animal, me ayudaría a distraer mis pensamientos. 
Mi mente me trae rápidamente hacia el episodio de ayer con aquel hombre misterioso.
Sus palabras retumban en mi cabeza una y otra vez "Yo también la estaba mirando". ¿Acaso habrá pensado que soy de esas mujeres que andan mirando hombres por ahí? Lo único que hubiera hecho falta es haberle guiñado un ojo justo antes de chocar, para sentirme más avergonzada.Realmente no supe qué responderle, en cuanto me di tiempo a pensar ya se había ido. 
Parecía un tipo importante, iba con un saco muy bonito negro, un jean y unos zapatos que rechinaban de limpios, hasta podría jurar que estaban recién lustrados.  Parecía sacado de revista. Tenia unos grandes ojos grises con unas pestañas dignas de envidiar, haciendo juego con el tamaño de su mirada. El cabello castaño claro lo que lo favorecía enormemente, ya que resaltaba sus delicadas pero masculinas facciones. Una espalda ancha y fuertes manos. Y algo significativo, sonreía de lado. Sí, si no trabaja o trabajó como modelo alguna vez, ¡Hey publicistas! no saben de lo que se pierden.
Cierro los ojos antes de levantarme antes de que comience a sentir flojera y me dirijo hacia la cocina a buscar una porción de pizza. Es gracioso verme así de serena, devorando mi deliciosa comida, mientras dentro de mi hay un gran debate. ¿Debería acercarme a aquel bar que menciono?¿Acaso estaba invitándome a una cita? Quizás solo quería ser amable. Debería dejar de pensar tanto, después de todo si no quisiera nada no me hubiera hecho esa indicación.

"Vienes aquí a cambiar de aires, Sofi" me digo. Aquí nadie me conoce, nadie conoce mi pasado, ni mi presente. A decir verdad todo esto hasta me hace creer que ni yo no lo conozco.

Me propongo llamar a Mia
—Hola linda, he llegado. ¿Cómo estás?

— ¿Cómo estás tu?

— Ahora bien, pero no te imaginas lo que me pasó de camino.
— Cuenta.— La oigo impaciente.

Empecé a relatar lo sucedido con lujo de detalles, y ella me escuchó atenta y sin interrupciones. Solo lo hizo después de que mencionara el encuentro con aquel misterioso hombre.
— Y además, ese tipo me invito a tomar algo a un bar ¿Puedes creerlo?
— ¡Sí, sí, sí!
— ¿Tu crees que deba ir?—Pregunto rodando los ojos.

—Guapa, no pierdas la oportunidad de buscar un nuevo amor.
—Lo se es solo que... es difícil.
—Lo entiendo.

Se crea un silencio entre nosotras
—Escucha, es solo un bar. Vas, tomas algo, si te parece divertido juegas un poco con el y te marchas.
—Entendido.—Digo, no muy convencida.
Todavía falta un rato para que se haga mas tarde, así que comienzo a arreglarme para la "no" cita con este tipo. Quien iba a pensar que uno se prepara para citas que no sabe si van a realizarse. Al fin y al cabo no se si el estará allí.
Me pongo un vestido negro con mangas cortas, mis botas favoritas a la altura del muslo, y un maquillaje ligero.
Camino al bar, estoy un poco perdida. Mucha gente, no puedo recordar donde era el lugar.
—¡Hola hermosa!, ¿Quieres subir?
Me sobresalto, al darme cuenta que un hombre me grito eso desde un auto.
— ¡Déjala en paz!
Escucho estas palabras a espaldas mio y me doy vuelta para ver a mi defensor. Es un joven de tez blanca y cabello azul. Sus ojos son de un verde amarillento.
—Disculpa, no debe estar acostumbrado a ver mujeres bonitas como tu.

— ¡Oh! Eh, Gracias. ¿Y tu eres?
—Soy Jared. Te aconsejo que no andes sola por aquí, es una gran ciudad pero también esta llena de gente y eso puede marearte a veces.
Debió haberme visto perdida.
—Te vi perdida entre la multitud y estaba por acercarme para ver si necesitabas indicaciones.
Este chico lo sabe todo. Nos quedamos un rato conversando. Le conté de donde era yo y porque vine aquí. Hablamos como si nos conociéramos. Me indico donde era el lugar, es muy amable.
—Bien tengo que irme.
De pronto saca un bolígrafo de su mochila

—Si quieres podemos salir un día, con un par de amigos y amigas mías, escríbeme.
Toma mi mano y escribe su numero de teléfono. Luego me sonríe, se despide y rápidamente lo veo irse.
Yo me dirijo al dichoso bar, me siento en una de las mesas de afuera y me pongo a jugar con mi móvil.
Espere ver a Ciro durante media hora, pero nada. No apareció. Me siento ridícula.
Cuando pago al mesero y me predispongo a irme, me mira con atención.

—Señorita, disculpe el atrevimiento, pero ¿Puede ser que este esperando a alguien?
Esto me hace sentir peor, ahora todos en el bar saben que me dejaron...¿Plantada?
— Se podría decir que si. Pero bueno, mala suerte.— Rio nerviosamente
—Definitivamente tiene que ser usted. — Afirma, sin prestar atención a mi respuesta. Parece observar con atención cada detalle de mi rostro. De repente lo veo sacar un papel, al parecer una servilleta escrita, de su bolsillo, y mientras le da pequeños vistazos, me observa de reojo. Su mirada pasa de el papel a mi, y viceversa— Mujer con el cabello castaño por la cintura, grandes ojos color café, labios gruesos y un pequeño lunar encima de ellos.— Repite leyendo, describiéndome.— Joven y muy bonita. Si, tiene que ser usted.— Vuelve a guardar la nota y saca de su bolsillo una tarjeta de presentación color negro.—El Sr. Ciro me dijo que si usted llegaba a pasar por aquí le diga que estuvo ocupado, y que le de esto.
El mesero me la tiende y en ella se puede leer la inscripción "Ciro J" y un numero de teléfono al dorso.
—Yo que usted aceptaría.—Replica, mientras guiña un ojo.

Amor DescartableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora