Capítulo 34

172 31 23
                                    

Al entrar a mi departamento, comienzo a desvestirme como de costumbre. Algunos vecinos en el ascensor pudieron apreciar el bonito desastre que llevo encima. Mi cabello esta revuelto, tengo las rodillas raspadas, la ropa mojada, el maquillaje corrido, y he cogido un gran y molesto resfriado.
Arrojo mis prendas al suelo, y me siento junto a la calefacción. Mis ojos siguen lagrimosos, y mi nariz esta completamente congestionada. Estornudo sin parar por lo que ya no puedo andar sin un paquete de pañuelos a mi lado.
Estiro mis manos para calentarlas, al hacerlo, logro notar que la herida que me hice aquella vez con el espejo aun no ha sanado bien. Es extraño, ha pasado bastante tiempo para que pudiera hacerlo. Al intentar hacer memoria y recordar hace cuanto me la hice, inevitablemente tengo que recordar los momentos que viví junto a Jared. ¿Este es el final de nuestra relación?. Simplemente aparece ella ¿Y olvida todo lo que vivimos?. ¿Por qué siempre fue así con él? ¿Por qué siempre tuve que conformarme con esperar a que decida que rótulo ponernos?   Me pregunto cómo ha podido cambiarme tanto.

Hasta casi ya podía sentir esa alegría de antaño. Estaba tan cerca que la sentía junto a mi, y cuando menos me lo esperé me la arrebataron de las manos. Eso es, me arrebataron la posibilidad de ser feliz.
¿Lo amo? Me pregunto. ¿Estaría dispuesta a vagar entre las sombras para tener un poco de su amor?
Tal vez ese sea mi lugar...Tal vez ese sea mi castigo por haber tenido un amor desechable. Ser el amor descartable de otra persona. 
  —Amar es una mierda—Digo, dirigiéndome a Mike.
Hasta he llegado a odiar a mi pobre gato, por el simple hecho de recordarme a quien me lo ha regalado. 
 —Te odio Mike.
Él me observa desde el sofá. Abrió un ojo al escuchar su nombre pero al ver que no era mas que su dueña molestando lo volvió a cerrar. Me gustaría ser así de indiferente, viviría más tranquila.
Aprovecho para encender un cigarro.

—¡Oh! ¡Que sorpresa!—Bromeo irónica.
Están empapados. No se salvó ni uno solo de la maldita lluvia. Ya me estoy acostumbrando a que todo salga mal.
Un recuerdo fugaz corre por mi mente. Estoy sentada exactamente donde hace un par de días tuve relaciones con Jared. De repente me siento febril. Comienzo a recordar con lujo de detalles cada parte de su indecente cuerpo. Su gran espalda, sus fuertes brazos, sus manos rodeando mi cintura. Sus dulces manos acariciando cada parte de mi ser. Me siento excitada. No puedo evitar este deseo que ha tomado posesión de mi. Miro la hora en la tv. Todavía Sara no vendrá.

Cierro los ojos y rememoro ese día como si estuviese sucediendo ahora...
—¿Qué haces al lado de la estufa? Al salir te congelarás si sigues ahí.
Hago caso omiso a sus advertencias y continuo calentándome. Me encuentro de espaldas hacia mi hermoso hombre tatuado. De repente siento sus mano sobre mis caderas. Una voz ronca me susurra al oído.
—¿Tendré que repetirlo?
Mi piel reacciona instantáneamente. Dejo hacerme todo lo que a su sucia mente se le ocurra.
Siento como sus dedos se enredan en mis cabellos. De pronto lo jala hacia atrás. Mi cabeza se posa en su hombro y aprovecha para pasar su nariz por mi cuello. Sonrío ante su actitud.
—Te quitaré las ganas de reírte—Dice sobre mi piel, ahora totalmente crispada por el contacto con su dulce lengua. Esa húmeda sensación me fascina. Me encuentro totalmente entregada. Quiero que me haga suya.

Desliza suavemente una de sus manos hacia más abajo de mi ombligo. Me estremezco. Comienzo a gemir en su hombro. Ahora es él quien sonríe. No puedo salir de su lado. Hago lo posible para resistirme, pero ya he tocado fondo. Antes de llegar al punto cúlmine, me aparto de sus caricias rápidamente. Lo jalo de la playera y lo siento en la silla en la que momentos antes me encontraba descansado. 

Comienzo a desvestirme mientras su mirada me devora. Tomo una de mis prendas y  le vendo los ojos. Lo desvisto por completo y comienzo a besar desde su oreja hasta el bajo de su vientre. Su respiración se agita como la mía. Luego subo y me siento en su regazo. Los dos estamos completamente desnudos. Mis caderas  comienza a moverse con total libertad, de atrás hacia delante, de arriba a abajo. Siento una cantidad de sensaciones indescriptibles. Su aliento caliente me enciende aun más. Comienzo a moverme más rápido. Su boca comienza a secarse. La refresco con un par de besos mojados. Entramos en un éxtasis del que no podemos salir, ni queremos. Él me vuelve loca. Me muevo cada vez más.

 —No pares — Logra decir con un gemido.
— Se dice por favor.— Respondo extasiada.
Y por fin, llegamos al nirvana. Los franceses le dicen a esto "le petite mort" que en español significa "la pequeña muerte". Moriría con él todos los días de mi vida si fuese necesario.

Al terminar, los dos estamos sudorosos, cansados. Lo abrazo fuerte y él hace lo mismo.
  —Jared.
—Yo también.
Un ruido que proviene de afuera me devuelve a la realidad. Me trae a este mundo nuevamente, como una bofetada. Estoy desnuda, con una mano entre mis piernas, jadeante y llena de más.
No podré vivir sin mi dosis de él. Simplemente no podré.
Escucho un sonido de llaves acercándose. Es Sara. Corro hacia el baño. En el momento justo, porque después de esto inmediatamente la puerta se abre.
  —¡Llegó la reina!
Lanzo los ojos al aire mientras abro la ducha.

—¡Dile a la reina que lave los platos!
—¡Las reinas no pueden ensuciarse las manos!
Río bajo el agua caliente. Ella ahora es lo único que me contiene. Percibo su presencia acercarse. Abre la puerta sin preguntar. Luego unos pasos me indican que se predispone a sentarse sobre el retrete.
—Te has mojado de lo lindo ¿Eh?
—Veo que has visto la ropa en el suelo. Ahora, me pregunto si habrás sido tan amable de levantarla.
—Pff, lo haré después. Tengo mil cosas que contarte. 
—Sara.
—¿Mmm?
—Te quiero.
—Y yo a ti. 

Amor DescartableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora