Capítulo 41

190 36 60
                                    

-¡¿Qué es esto?!- Levanto la voz, lo que hace que él se sobresalte.

- ¿Un pendiente? - Responde tranquilo.

- ¡Sí!- Grito, acercándome más a él.- ¡¿Cómo puedes jurarme amor eterno, mientras estás con otras mujeres?!
- Sofía- Frunce el ceño- Que te ame y que te espere, no significa que no pueda seguir con mi vida.

-Pero no tuviste ni la decencia de ocultarlo. ¡Estaba en frente de mis narices!
- ¿Cómo iba a saber yo que vendrías a mi casa? Te recuerdo que nos encontramos en el bar y luego vinimos aquí. De todos modos no entiendo por que te enfadas.
- ¡¿Que no lo entiendes?!- Grito aun más fuerte- ¡Me siento como una estúpida! Creyendo que sentías algo por mi, creyéndote todas esas dulces palabras que salen de tu mentirosa boca. Hasta sintiéndome culpable por no corresponderte, y tu tranquilo, acostándote con otras mujeres.

-Desapareciste meses ¿Qué esperabas que hiciera?- Lanza los brazos al aire- Ya te lo dije, siempre serás mi amor, pero entiende que debo seguir con mi vida.- Hace una pausa, luego suspira- No lo entiendo. Dices que no sientes nada, pero te pones celosa al pensar que estuve en la cama con otras mujeres. Replantéate los pensamientos, Sofía.
Esta última oración me deja perpleja. "Celosa" ¿Yo?, ¿De Ciro?.
- Bien- Dije, serenándome- Aquí no pasó nada. Llévame a casa.
- ¿Te volveré a ver?-Inquirió besándome la frente.

- Lo pensaré- Reflexioné, posando una mano sobre mis ojos.

Todavía me sorprende la manera de tranquilizarme que tiene. Todo el mundo puede derrumbarse a nuestro alrededor pero jamás demostrará otra cosa que no sea paz. Quizás sea eso lo que no pegue conmigo, realmente ya no lo se.

De viaje en el auto hablamos de cosas banales, como si nada hubiera pasado. Al pasar por el semáforo con el que no topamos yendo a su casa, miré el banco donde se encontraban aquellos enamorados, y por supuesto ya no estaban. Solo se encontraba ese pequeño asiento, solitario. Ese pequeño lugar ahora parecía frío, vacío, triste sin aquella pareja. Es como si el amor lo animara todo.

Encargué a Ciro que me deje a unas cuadras de casa, para que Sara no me vea y por si acaso de que a Jared se le haya ocurrido ir. Inmediatamente comencé a formular mentiras que tendría que decirle para que no sospeche de nada por si se le había ocurrido aparecer de sorpresa.
Al despedirnos, noté la mirada de él algo triste.

-¿Qué pasa?
- Nada-Contestó frío, luego se acercó a mi para acariciar mis labios con su pulgar, y me besó de repente.- Te extrañaré.

- Gracias- Me conformé con decir- La próxima vez contacta tu conmigo, yo siempre lo olvid...- Me arrepentí inmediatamente de mis palabras.- Quise decir, recuérdamelo.

- Lo haré.- Posando sus manos al volante, no pareció afectarle mi respuesta.- No te apenes, te conozco lo suficiente para saber que lo olvidas todo.
Le di una última sonrisa y salí del coche.

Mientras llegaba al departamento, percibo que todavía Sara no ha llegado.
Envío un mensaje a Jared para avisarle que estoy bien,y me apresuro a ducharme para ir a trabajar.

El día de hoy no tuvo nada interesante, tuve mucho papeleo por hacer y mi cuerpo aun no se reponía de la acción de anoche por lo que de vez en cuando mis ojos se cerraban. Rob se encargó de despertarme durante toda la tarde, para regañarme luego por no haber dormido lo suficiente.

Al salir de Real Target, ya está anocheciendo. Decido pasar por una pastelería para sorprender a mi amiga con unos deliciosos cupcakes. Mientras la vendedora está envolviéndolos, comienzo a agradecer al destino por haberme puesto a ella a mi lado. Me ha levantado mucho el ánimo cuando sentía que no podía más. Me felicité a mi misma por estar tomando este gesto con ella, en forma de agradecimiento. "Se lo merece" pienso feliz.
Cuando llego, la oigo cantar desde la ducha.

-¡Ya llegué!- Anuncio ansiosa.

- ¡Te extrañé, bonita!
Sonrío mientras coloco los pastelitos en una bandeja. Comienzo a preparar café mientras desvio mi atención a mi móvil. Tuve suerte de que Jared no sospeche nada.

Cuando la cafetera anuncia que ya está todo listo, Sara aparece de repente.

-¿Qué huele tan bien?
- ¿Yo quizás?- Arqueo una ceja, divertida.

- Oh ¡Eres genial!- Se sorprende al descubrir mi pequeño presente. Antes de que pueda darme cuenta ha tomado un cupcake sin permiso.
- Hey, debes esperar a que esté listo el café.

- No pude resistirme - Confiesa, con la boca llena.
Nos disponemos a sentarnos sobre la alfombra mientras apagamos todas las luces. Es como un pequeño ritual que tenemos entre nosotras para acabar el día.

- ¿Donde has estado ayer?- Me mira curiosa.

- Descansando de ti.- Respondo con una media sonrisa.

- Yo he aprovechado la ocasión para ordenar, esta casa es un desastre.

- ¿Ordenar? ¿Tu? No me lo creo.- Le doy un codazo.
Comenzamos a contar como fue nuestro día hasta que nuestra conversación se vuelve más profunda. - Sara.
- Dime.

- Quería agradecerte por todo lo que has hecho por mi. Sin conocerme me has tomado como a cualquier amiga, me diste confianza, me dejaste entrar a tu casa, me consolaste cuando estuve triste. Realmente no hubiera podido sin ti.
- No tienes nada que agradecer.- Me mira tiernamente- Agradezco todos los días por haberte puesto en mi camino. Imagínate que gracias a ti tengo una amiga, y un hogar, porque me has abierto las puertas sin conocerme lo suficiente. - De pronto la noto triste- Eres genial.

- Tu más.
- Te quiero amiga.
- Y yo a ti.

Me acerco para abrazarla. Amo estos momentos de confidencia que tenemos. Su abrazo es cálido y acogedor, como el de una hermana. En tan poco tiempo la he llegado a querer como a una hermana.
Cierro los ojos y me relajo en su hombro. Al abrirlos y querer soltarme de sus brazos, noto algo que me hiela la sangre. Un pendiente de oro con una joya rosa en el centro.

Amor DescartableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora