Capítulo 8

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Llego a mi casa como todas las noches, pero esta vez no estoy sola. Mike me recibe moviendo su pequeña colita para todos lados, y yo comienzo a crear la teoría de que es mitad perro. Lo tomo en brazos mientras le acaricio las orejas. Sin darme cuenta, se ha dormido. Su pelaje es como el color de los tigres, hasta en las formas de sus manchas se le parece. Hice bien en ponerle Mike. Él es mi Tyson, mi pequeño gato boxeador.

Me acerco a la ventana para mirar, como todas las noches, la ciudad en su esplendor nocturno. La mayoría de las luces de los edificios cercanos están encendidas. La ciudad nunca duerme. Para algunos, la noche recién empieza. Pero para la minoría, como yo, que ha tenido una mala noche, solo nos queda observarlos con envidia desde nuestros grandes ventanales. Dejo escapar un suspiro.
Me gustaría que los dramas dejen de aparecerse en mi vida. Me persiguen. Me persiguen tanto como aquellos recuerdos. Aquellos recuerdos... Golpeo el marco de la ventana tan fuerte que me lastimo.
He despertado a Mike, que se ha contentado con bajar de mí y seguir su siesta en el sofá.
Tengo que dejar de hacerme daño. Déjate de hacer daño, Sofia. Déjate sorprender... Déjate sorprender. Miro a la ciudad con un enojo terrible.
Inmediatamente salgo de aquel lugar y tiro los brazos al aire. Jamás seré feliz.
Voy a poner un poco de comida en el tazón de Mike cuando mi teléfono suena. Es Jared.
¿Qué hago? ¿Cuelgo? No puedo escapar toda mi vida de las situaciones que me incomodan. Tengo que enfrentarlo.
Me aclaro la garganta antes de atender.

— ¿Jared?

— ¿Sofi? Escucha, ¿porque te fuiste?

Él no ha llamado en buen momento. No estoy de ánimos para hablar de nada con nadie.

— ¿Hablas en serio? Fui para divertirme. Tome un par de tragos, te espere una hora, y no aparecías. ¿Qué esperabas que hiciera?

— Sofi, te invité para que nos divirtiéramos. Es verdad que me tardé un rato, pero estaba ocupado. Discúlpame por no estar siempre que lo necesites.

— ¿Ocupado? ¿Haciendo qué?

La línea queda muda durante varios segundos.

— ¿Y a ti qué te importa? ¿Ahora eres policía?

Sus palabras me lastimaron, pero no me derrumbe.

— Soy libre de hacer lo que quiera. Me molestó que te fueras sin ni siquiera avisar, sin saludar. Solo llegaste y te fuiste. Yo no soy así contigo.

— Oh si, seguro. Ocupado, ¿Ahora así le dicen?

— ¿Sofi, qué te pasa? Nos conocemos hace menos de una semana y ya estás haciendo una escena. Somos solo amigos. No se que estas insinuando, pero sea lo que sea quiero que sepas que tu y yo somos libres de hacer lo que queramos.

Estoy a punto de colgar cuando me decido a responder.

— Para qué me invitas a una fiesta, a la que sabes que no conozco a nadie, no te apareces en toda la noche, y recién cuando me largo pareces interesado por como la estoy pasando. Te escuché en la habitación. Me molestó que no te interesaras por como estaba, solo eso. Discúlpame si te ofendí.

Dije la última oración con un tono de sarcasmo notable.

— Bien. Hubieras empezado por ahí. Lo siento, ¿si? Yo que iba a saber que ya estabas en mi casa. Estaba junto a una chica que me gusta mucho. Quería presentártela, pero todo salio mal.

Mi corazón se derrumba. No entiendo nada de lo que me pasa. Solo lo conozco hace unos días, no puede ser que esta declaración me duela tanto.
Trato de fingir lo más que puedo.

— Oh, ¿Así que andas con alguien? Y ¿quién es la afortunada?

Lo escucho reír.

— Se llama Bella. Tengo que presentártela, te apuesto a que se harán muy buenas amigas.

No puedo retener mucho tiempo más esta conversación.

— Seguro que su nombre pega con ella. Bueno, debo irme. Mañana trabajo. Nos hablamos luego, ¿ok? Besos.

No lo dejé responder. Quedo pensativa mirando mi móvil como si fuera el objeto más siniestro del mundo.
Cierro los ojos mientras aprieto un puño sobre la mesa. Mañana hablare con Mia.

Hoy me levante de buen humor, nada que ver con todo lo que sucede en mi interior. Camino al trabajo llamé a Mia para pedirle consejos, ella parecía más sorprendida que yo con todo lo sucedido. Dijo que me aleje de los hombres por un tiempo, que seguramente ando con mala racha. No me subió mucho el ánimo, pero ella es así.
Al volver de Real Target, camino sin pensar realmente hacia donde me dirijo. Cuando me doy cuenta, estoy pasando por el bar donde siempre esta Ciro. Cuando quiero dar la vuelta y tomar otro camino ya es demasiado tarde, él ya me ha visto.

— ¿Qué tal? La señorita escapándose de mí otra vez.

Los hombres de mi vida actual decididamente aparecieron para hacer de ella un caos.

— Oh, ¿ahora soy yo la que escapa?

Su frente se arruga por un momento.

— Es verdad, la otra noche escapé vilmente de tener que soportar a tu amiga. Y no me arrepiento de ello.

Me cruzo de brazos. Como puede ser que siempre sea sincero, y cuando realmente tiene que serlo me mienta en la cara.

— ¿Así que te fuiste por eso? ¿Estás seguro?

Sus gestos se tornan indescifrables. Comienza a mirar de lado, como siempre que se toma tiempo para reflexionar.

— Sí, me fui por eso. ¿Qué respuesta esperabas?

Que buena pregunta. Creo que ni yo misma se la respuesta.
Me pierdo como cada vez que reflexiona, en sus malditos ojos. Los odio.

— No sé, no lo sé. Eres extraño. Primero me invitas a un bar sin conocerte. Luego cada vez que nos vemos me tiras indirectas, y cuando por fin tienes toda mi atención te marchas sin despedirte. ¿Qué respuesta debiera esperar?

Y ahora ahí viene, sonríe de lado. También odio esa maldita sonrisa. Lo odio.

— Bien, estoy cansado de estas situaciones contigo que no puedo manejar. Ven, te invito a comer a aquel restauran.

— Así, sin más. ¿Sin vueltas, sin misterio?

Ciro pasa una mano por mi espalda, me mira fijamente. Me muero por besarle.

— ¿Sin misterio? Jamás.

Amor DescartableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora