Capítulo 37

204 34 31
                                    

Estoy en un bosque. Escucho el agua correr, pero no encuentro el río. Me guio por el sonido de la corriente, voy de un lado a otro sin parar. Mis oidos están alerta. Mientrás más rápido lo encuentre mejor. Me encanta este lugar, está lleno de vegetación que nunca antes habia visto. De vez en cuando me detengo para sentir el aroma de algunas flores. Coloco algunas en mis cabellos. Aquí soy realmente libre. Nadie me juzga, nadie me observa, nadie está para criticarme, ni decirme lo que puedo hacer y lo que no. Me encuentro contemplando feliz una flor en tonos blancos y rosados. "Es realmente hermosa" pienso, cuando siento a alguien detrás de mi. Con una sonrisa volteo, pero no hay nadie. Esta expresión relajada que tenía hace algunos segundos se borra automaticamente de mi rostro. Un escalosfrio recorre mi espalda. Comienzo a apresurarme, y luego empiezo a correr.
Ese algo o alguien me persigue, puedo sentirlo. Empiezo a escuchar voces. "Miras detrás de ti,Sofia" me advierte, pero no quiero hacerlo. Corro lo más que puedo. Mi vestido blanco inmaculado se ve ahora sucio y manchado de barro. Si no tengo cuidado se enredará en algún arbusto y caeré, y entonces él me atrapará.
Corro hasta que veo un río. Me lleno de alegría y voy rapidamente hacia el. Mojo un poco mis manos y las lleno de agua. Bebo como si llevara sedienta por siglos. Las gotas gotean por mi rostro. Aprovecho para lavar mi vestido, hasta que siento esa presencia perturbadora atrás.
- ¡Vete!
- Sofia- Dice la voz ronca y fria - Mira hacia atrás, Sofía.
- ¡No te tengo miedo!
- Sofía - Siento su presencia cada vez más cerca.
De repente algo me empuja y caigo al río. Trato de sostenerme pero me lleva la corriente. Mis manos se agarran con toda la fuerza que les queda del suelo, hasta que se resbalan y mi cuerpo sede.

Siento el agua entrar en mi nariz, en mis pulmones. De repente no puedo respirar. Toso bajo el agua, quiero llegar a la superficie, pero solo hay mas agua. Lucho con todas mis fuerzas para salir de aquí, pero lo último que mis ojos llegan a ver son peces nadando a mi alrededor.

-Sofía...Sofía...
- ¡VETE!

Despierto de un gran salto en la cama de Jared. Mi cuerpo esta completamente sudoroso. Las gotas caen de mi frente como si recién saliera de bañarme. Tengo mucho calor. Mi corazón late muy fuerte. Él se encuentra a mi lado, preocupado.
-Sofi, ¡¿Qué tienes?!
-He...tenido...- Casi no puedo respirar- una pesadilla.
Él me abraza y coloca mi cabeza en su pecho. Los dos estamos desnudos, como de costumbre, y en su cama. Hace algunos meses que esto es rutina. Sara tuvo que quedarse durante todo este tiempo en mi casa, por lo que teníamos que venir a la de mi guapo hombre cabello azul para tener algo de intimidad.
-¿Qué has soñado?-Dice acariciando mi frente con la yema de sus dedos.
-Que estaba lejos de ti.- Respondo dulce.
Él sopla mi nariz y mi piel reacciona.
-Que friolenta eres.-Acepta, mientras me tapa con una sábana.
Después de una noche de desvelarme junto a él estoy cansada. No quiero moverme nunca de aquí.
-¿Y mi desayuno?
-Ahí lo traigo, princesa.-Dice desganado, mientras roda los ojos.-Y lo de princesa no es un cumplido.
- Admite que te gusto igual.

- Desafortunadamente sí.

Comimos hot cakes en la cama mientras mirabamos tv. Normalmente no lo dejo ver dibujos animados porque me resultan aburridos, pero quería darle el gusto.
Luego de disfrutar este momento de confidencia a solas, llega la hora de vestirse y despedirse.
- ¿Te llevo?
- ¿Lo preguntas en serio?
- Pff- Mueve la cabeza de un lado a otro- Te he malcriado demasiado.
Subimos al auto y partimos. Ser su copiloto es una de las cosas que más disfruto en la vida.
Voy dándole besitos durante el camino y él mientras juega a tratar de esquivarlos. Posa una mano en mi pierna y le da una palmada. Yo lo observo sonriente, estoy feliz de estar con él.
- Jared.
- Y yo a ti.
Siempre es igual. Justo cuando estoy por decirle que lo amo responde lo mismo. Esta costumbre ya forma es algo nuestro, nuestra forma de decirnos "te amo".
Le hago una caricia en la mejilla y recuesto mi cabeza sobre el vidrio del auto. Miro a los transeúntes pasar comenzando su día. Madres con sus niños, adolescentes riendo, mujeres notablemente apuradas y... de repente ahí estaba, un hombre con traje negro, camisa blanca y zapatos impecables. Un hombre que hace tanto tiempo que no veía que ya no recordaba ni su voz, ni su rostro. Ahí estaba el tipo que nunca me hizo sentir nada, y sin embargo ahí estaba, tranquilo, caminando, haciéndome acelerar el corazón.

-¿Qué pasa?-Se pregunta mi amado, mientras me saca de mis pensamientos. Toma uno de mis mechones de cabello entre sus dedos y lo coloca detrás de mi oreja.
- Nada- Respondo sonriente.

- Tus "nada" siempre son "todo", ah.- Suspira.- Mujeres.

- "Un mal necesario" dicen ustedes, ah- Supiro. - los hombres.

Comenzamos a reir como dos tontos, pero es solo una pantalla de lo que pasa dentro de mi para que Jared no me descubra. En mi mente no puedo quitarme a Ciro y sus ojos de cazador mirándome, acechándome. Sabiendo todo lo que quiero y lo que no. Recuerdos de los más inapropiados regresan, en forma de flash. Ciro y yo en todas las posiciones indecentes que alguien pueda imaginar. Necesito verlo.
Cuando Jared se despide y me deja en el edificio, algo dentro de mi se desata. Voy como una furia a encontrarme con el único hombre en el que puedo pensar ahora. Necesito verlo, necesito hablar con él.
Paro el primer taxi que veo y me dirijo a aquella esquina de la que hace mucho evito pasar. Mi mirada mientras tanto lo busca por todas partes.
-Espero que no se haya ido.- Susurro, mientras muerdo mis uñas.
- ¿Quién? - Pregunta el taxista.
- Nadie-Respondo secamente, dándome un golpe mental por hablar en voz alta-disculpe.
El conductor solo mueve la cabeza de lado a lado. Debe pensar que estoy loca, y en estos momentos no estoy segura de si no lo estoy.
Al estar cerca, mis manos comienzan a temblar, mi pulso se empieza a acelerar. Saco mi billetera, pago como puedo y salgo disparada en búsqueda de aquella enigmática sonrisa.
Me siento en la primer mesa libre que encuentro, mientras veo al mesero acercarse. Pido un café. Busco en mi bolso un cigarrillo. Una vez que lo hago y logro encenderlo, coloco mi cartera sobre una silla que se encuentra a mi lado. Enseguida me pierdo en mis sucios pensamientos nuevamente.
- Mira a quien ha traído el tiempo.- Escucho a mis espaldas.
Volteo y ahí está él, perfecto, inmaculado, impoluto. De traje, con sus ojos grises, y esa hermosa sonrisa de lado.

- ¿Me haces espacio?

Amor DescartableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora