Las noches desde que partiste.

XIV

Me la he pasado pensado en eso, en todo lo que dijiste y cómo actúe frente a ello.

Aún me parece una decisión extrema; comprendo que nunca fuiste buena tomando desiciones estando deprimida pero ¿por qué terminar conmigo era lo más viable? ¿Por qué no te sinceraste?
Nunca supe que realmente te sentías así, nunca imaginé alguien como tú pudiera llegar a sentir tristeza, porque, siempre eras una chica tan alegre y energética que en ningún momento noté cuando comenzabas a cansarte de estar viva.

No eras depresiva pero el hecho de que me hayas contado que solías llegar a casa tarde [a veces] porque te quedabas viendo a un psicólogo para tratar todos tus problemas, me sorprendió. No sabía si quiera que tenías problemas. Tú mejor que nadie eres el ejemplo de la frase: las apariencias engañan. Demuestras que puedes estar roto y sonreír; eres la maestra del engaño.

Las palabras que te dije ahora suenan huecas en mi cabeza y se escuchan como si estas hubieran sido las más crueles del mundo pero, aunque mi subconsciente intenta hacerme sentir mal, igual estoy bien, porque cuando te dije todo eso, era en serio porque sé que no mentí cuando te dije que me dolías y porque no mentí cuando te dije que quería volver contigo.