XVI

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Hoy en cuanto te vi mis manos temblaron y mis labios se sellaron de manera involuntaria; tragué un poco de saliva para relajarme porque aunque no aceptara la idea, esa sería la tercera vez en la que te pediría ser mi novia [podría ser la segunda pero cuando nos conocimos y te me declaré, me rechazaste].

Estabas sentada en aquella banca con un envase de té de hierbabuena y leías uno de tus sofisticados libros con finales y vocabulario incomprensible. Te veías tan hermosa, tan tú. Había olvidado esa manía que tenías de tomar té mientras leías, por alguna razón olvidé lo que más solías hacer.

Sonreí por lo bajo mientras me acercaba a ti intentando no huir por el miedo. Me aterraba la idea de perderte aunque ya no te tuviera, creo, que esto que tengo es más una dependencia emocional que me generaste. Tú me la generaste con tus ojos, tus labios, tu piel, tu amabilidad, esa sutileza que sueles usar para sincerarte con todos; toda tú me envolviste hasta hacerme verte como el centro de mi vida.

Mis manos estaban temblando y no era por la temperatura que azotaba en la ciudad, si no, era el miedo de desconocer tu reacción a lo que te diría.

En cuanto me viste reíste, no sé porqué pero lo hiciste. Hacía mucho que ya no reías y aunque no debería decir esto, estoy muy feliz por ti, me gusta saber que eres feliz.

Me dijiste que adelgacé, que el mes pasado estaba más gordo y aunque bromeé fingiendo estar ofendido, sé que tienes razón. Sé que he perdido peso, no por ejercicio si no por depresión, he dejado muchas comidas y desayunos a un lado porque simplemente no tengo apetito. Pero tú no te quedabas atrás. Tu rostro está cada vez más delgado y tus pómulos se marcaban de manera prominente, los huesos de tu espalda ya comienzan a resaltar un poco de tu blusa y tus piernas lucen más delgadas, habías y has perdido más peso que yo y eso, es bastante preocupante. Ya no te ves sana.

Te pregunté sobre tus días, sobre tu vida y cuando me respondiste que todo estaba en orden suspiré y algo incómodo te pedí perdón por lo de la última vez, pero al igual que siempre, no te molestaste, sólo negaste y dijiste que tú eras la que estaba equivocada y que lo admitías.

Me dijiste algo como "siempre he cagado todo cuando se trata de ti, no sé tomar las decisiones correctas" y remataste con un "yo siempre te he lastimado  y cuando no lo hago, me termino lastimando a mí".

Nos denominaste como una pareja dañina, dijiste que éramos peligrosos el uno para el otro y que lo sabíamos desde el comienzo, pero, nos negábamos a aceptarlo. Me repetiste que yo era ahora quien no admitía que nos estábamos lastimando, que era yo quien te seguía lastimando al seguirte buscando. Me pediste que te dejara ir.

Acariciaste mi rostro y me abrazaste mientras llorabas. Repetiste varias veces "lo siento, no era mi intención" y en una pequeña ocasión estoy seguro que oí un "te amo", esta vez no fueron inventos míos porque estaba sentí tus labios moverse entre los pliegos de ropa.

Te besé una vez más y, aunque, no fue un beso largo o romántico, igual me sentí confortado. Ese beso lleno de tristeza y dolor, era la mejor manera de decirnos adiós. Las palabras o acciones no igualarían todo lo que ese beso dijo.

Quise decirte que aún te amaba y que me hubiera gustado volver pero tal vez tenías razón, tal vez somos tan tóxicos el uno para el otro que el sólo tenernos juntos en el mismo lugar nos lastima.

No sé si dije adiós cuando nos separamos, no sé porque no te besé una vez más cuando tomaste mi mejilla y la acariciaste con una sonrisa rota. Juro que intenté hacer algo pero al igual que la vez anterior no pude hacerlo y, tan cierto es que cuando me susurraste un "cuídate mucho" no te respondí un "tú igual" o te dí con un abrazo, no te respondí nada, sólo te miré con lágrimas retenidas y mi corazón roto.

Ojalá esté bien ahora y en un futuro, ojalá tú también te encuentres bien y llegues a estar mejor de lo que jamás estuviste porque no me gustaría verte mal. No soportaría el hecho de saber que estar peor que conmigo.

Te enviaría esto si no supiera lo mucho que te duele saber de mí.

Supongo que este es el adiós Rin.

Las noches desde que partiste.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora