— No necesita una ambulancia, en cuanto se le pase nos iremos a casa — intentaba evitar un hospital a toda costa.
— ¡Llamaré yo! ¡Sujetalo! — sostuve a Lucas mientras él cogía su móvil y marcaba el número de emergencias.
— 911, ¿dónde es su emergencia?
— Necesitamos una ambulancia en el Mullins High School.
— Bien, ¿que está pasando ahí?
— Un estudiante está sufriendo un ataque epiléptico, pero él no tiene epilepsia.
— Les enviaré una ambulancia desde el hospital local. ¿Lo ha puesto de costado?
— Sí.
—Bien, en pocos minutos llegará la ambulancia. Manténgalo de costado hasta que el cuerpo deje de convulsionar.
— Vale.
La llamada se cortó.
— La ambulancia está de camino — Zac volvió a apartarme de Lucas para volver a sujetarlo él mismo —. ¿Pero qué...?
Se inclinó sobre el rostro de mi hermano y le abrió un poco la boca. Volvió a mirarme, pero esta vez con los ojos muy abiertos. Inmediatamente comprendí lo que había pasado.
— No digas nada, por favor — musité.
Y no lo hizo, se limitó a tragar duro y a sostener a Lucas. Finalmente mi hermano dejó de convulsionar. Se sentó con dificultad y me miró.
— ¿Que pasó? — su voz sonaba entrecortada.
— Tuviste un ataque de epilepsia — contestó Zac. Miraba al infinito, como intentando encontrar una explicación.
Observé a nuestro alrededor y pude ver a alumnos y profesores mirando curiosos, pero ninguno parecía haber visto lo mismo que Zac. Segundos después la puerta se abrió y aparecieron un par de hombres con una camilla. La gente los dejó pasar hasta llegar a Lucas. Se arrodillaron junto a él y nosotros nos apartamos. Le miraron las pupilas con una linterna y le midieron la presión.
― Te llevaremos al hospital para asegurarnos de que no es nada grave ― uno de los paramédicos habló ―. ¿Puedes levantarte?
Lucas quiso hacerlo pero terminó tambaleandose y cayendo al piso.
― No te preocupes, te llevaremos en la camilla.
Después de unos pocos minutos los tres salieron del comedor. Yo me quedé junto a Zac esperando que dijera algo. Su silencio no me ayudaba a saber como reaccionar.
― ¿Lo contarás? ― pregunté preocupada.
― No, siempre y cuando me cuentes lo que está pasando.
Asentí en respuesta, me tomó del brazo y me llevó a través de los pasillos en busca de la salida. Nos detuvimos frente a su coche.
― ¿Donde vamos?
― Al hospital a ver a tu hermano.
― Ya... gracias por querer llevarme, enserio, pero iré en mi auto. Necesito hacer una llamada.
ESTÁS LEYENDO
Somos los Thompson
VampireBrooke Thompson no es una chica normal, ella y su familia no son lo que aparentan. ¿O acaso el tener colmillos y beber sangre es algo que se pueda hacer público en una red social? No, claro que no. El mundo no lo aceptaría. Mullins, un pueblito al s...