32. El momento

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Sentía cómo mis articulaciones sufrían cada vez que me tiraba al suelo y hacía una nueva flexión. No sabía que los vampiros podíamos llegar a tal punto de cansancio, aunque aquello parecía la gloria en comparación a las secuencias anteriores de saltos y carreras por toda la pista de fútbol.

Me puse en pie, alternando mis rodillas por encima de mi cadera, riendo ante la visión frente a mi. Zac había llegado algo más tarde pero parecía estar a punto de morir. Hizo una última flexión, terminando con el rostro sobre el césped mojado. Por un momento dudé sobre su consciencia, pero sus jadeos constantes y el latir de su corazón implicaban que estaba despierto.

La situación era extraña, mis hermanos y Sara se habían ido sin dar demasiadas explicaciones.

Y Zac... No sabría deciros por qué se había quedado. Los primeros días fueron terribles. Una neófita lo acorraló en el baño y de no ser por Anthony, mi compañero de traducciones, él probablemente estaría muerto y a tres metros bajo el suelo. Poco a poco la cosa fue mejorando, todo parecía seguir su curso, Zac se había hecho respetar y los neófitos poco a poco iban guardando distancias. Sabían que se meterían en problemas si algo llegaba a pasarle.

Me senté en el césped. A unos pocos metros de distancia se encontraba Anthony frente a un pequeño pelotón de ataque. Sus movimientos eran firmes y sus aprendices lo seguían con notoria dificultad. Su tez morena brillaba bajo la luz del sol y las puntas rojizas de su cabello le daban un aspecto sorprendentemente atractivo.

Un carraspeo me sacó de mi ensimismamiento. Zac se encontraba a un par de metros, mirándome con cierta firmeza. Su mandíbula parecía algo más marcada que de costumbre, y su ceño ligeramente fruncido. Mucho antes de que abriera la boca ya sabía qué era lo que iba a decir.

— No te conviene, lo sabes.

Quise ignorarlo volviéndome a poner en pie y continuando con las secuencias pero era imposible.

— ¿Qué es lo que ves en él?

Paré un momento, mirándolo durante un segundo antes de saltar a la defensiva.

— No pienso hablar de esto contigo, no sé siquiera por qué te interesa, es mi vida.

— Me interesa porque me preocupas, ni siquiera lo conoces.

— ¿Y tú sí?

— ¡Sí! — el tono de su voz en aquel momento subió una octava pero de inmediato volvió a relajarse. Su rostro se suavizó un poco mientras de ponía en pie. — Sé de qué pie cojean ese tipo de chicos, no te conviene.

Lo observé en silencio, cerrando los ojos poco después y resoplando de frustración. Todo era un caos en aquel momento y lo que no podía aguantar era que Zac me regañara por algo así.

— Nos vemos a la hora de cenar.

Tras esas últimas palabras me despedí cortamente con la mano y abandoné el jardín, dejándolo atrás. Pretendía ducharme y volver a la sala de traducciones cuando unos pasos firmes se escucharon a mi espalda a través del largo pasillo hacia las habitaciones.

— ¿Y ahora qué quie...? — enmudecí al volverme sobre mis talones y encontrarme cara a cara con Anthony.

— ¿Dónde están tus modales, Thompson? — una sonrisa amplia inundó su rostro, inclinado para poder mirarme. Siempre olvidaba lo alto que era.

— Perdona, creí que eras Zac.

Hice un pequeño ademán con la mano para quitarle importancia y continué caminando, confiando en que él me siguiera.

— ¿Has averiguado algo? — pregunté, mirándolo de reojo mientras esperaba su respuesta.

— Te sorprenderá lo que he encontrado.

Una risilla de suficiencia se adueñó del pasillo y yo sólo pude torcer los ojos.

— Suéltalo de una vez.

— Está bien, está bien. — Se restregó las manos unos segundos, como si estuviera ordenando sus ideas. Lo había visto hacerlo varias veces. — El diario que estoy traduciendo contiene unas coordenadas muy sospechosas. Te lo contaré mejor en cuanto estemos en Traducciones y puedas verlo por ti misma. Pero la conclusión es... Redoble de tambores.

Me miró un instante, esperando a que yo hiciera algo, quizá que imitara el sonido de una batería pero estaba claro que eso no iba a pasar.

— Dios, que sosa que eres.

Me encogí de hombros, deteniéndome frente a la puerta de mi habitación.

— Bien... ¡Nos vamos a Irlanda! — sus manos bailaron en el aire como si acabara de decir que los habíamos ganado unas vacaciones o algo por el estilo.

— ¿Irlanda?

— Sí.

— No tengo pasaporte, se quedaron en casa cuando huimos.

— Solucionado.

— ¿Al menos sabemos lo que buscamos?

— Sí — aquel sí se desinfló como si de un globo se tratase. — Más o menos, tenemos una idea general.

Sabía que no aclararíamos nada así que abrí la puerta, dispuesta a seguir con mi plan inicial y continuar con esa conversación más tarde.

— Me daré una ducha, te veo en Traducciones.

Estaba cerrando la puerta cuando un pequeño obstáculo se interpuso. Había puesto su pie y me impedía cerrar la puerta. Lo miré, tenía las cejas levantadas y sus labios formaban un pequeño puchero.

— ¿Hay sitio para dos en esa ducha?

Terminó la frase en un hilo, casi inaudible.

Sonreí, mordiéndome el labio ligeramente para luego agarrarlo de la camiseta y atraerlo hacia mí. Cerré la puerta tras él, mirándolo a los ojos mientras mis manos viajaban con rapidez hacia su cuello.

— Podría llegar a considerarlo — mis palabras se perdieron en el vacío pues antes de que pudiera terminar él ya me estaba besando.

No era nuestro primer beso, tampoco el segundo. Pero cada vez que me besaba sentía que me derretía, como si fuera una niña tonta.

Sentía sus dedos desplazarse por mi espalda, llegando hasta el borde de mi camiseta. En cuestión de segundos ya se había deshecho de ella y yo intentaba hacer los mismo con la suya. Sus movimientos eran seguros, todo parecía fríamente calculado. Sus labios se movían entre los míos, suaves y firmes al mismo tiempo, haciéndome odiar cuando se separaban.

Nos movíamos lentamente hacia el baño, tratando de no caernos en el intento.

En cuanto me deshice de su camiseta pasé mis dedos por su torso, bajando lentamente hacia sus pantalones en cuanto la puerta se abrió.

Busqué como pude mi camiseta, volviendo a cubrirme y esperando a ver quién era el individuo que se atrevía a importunar en aquel momento.

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