24. Lo comprendo

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― El punto es que cuando un humano es mordido se convierte en neófito. Esa parte de la película es cierta. Son incapaces de controlar sus impulsos; su fuerza y sus reflejos son mucho más intensos que los de un vampiro normal. Y fue eso lo que nos ocurrió a nosotros...

Zac me miraba con algo de pesar, y por lo que podía percibir había un poco de asombro y miedo en su mirada.

― Cuando mi padre nos convirtió se justificó diciendo que había sido por la sed de sangre. Pero durante aquel año como neófita pude comprobar que aquello no era cierto. Es muy difícil para un vampiro normal contenerse una vez que ha probado la sangre humana, cuanto más para un neófito. Pero mi padre no acabó con nosotros, no succionó nuestra sangre... No lo hizo. Ahí pude comprobar que él tenía una gran fuerza de voluntad, una que nadie del resto de mi familia tuvo. El primer año fue algo difícil, mi padre no podía controlarnos a todos. Así que hubo más de un incidente ― hice una pausa durante unos segundos para recuperar el aliento ―. Mi primera vez ocurrió una noche después de convertirme. Mi padre estaba cansado porque había pasado todo el día conteniéndonos en casa, estábamos desesperados. Aproveché aquel momento en el que estaba ayudando a mi hermano a controlarse. Y escapé... Recuerdo aquella noche con nitidez, pero esa no era yo. Era un animal.

Me miró con esos ojos de corderito, como si con su mirada me dijera que lo sentía.

― ¿Sabes? Dicen que en los neófitos el carácter y la personalidad se acentúan mucho más. Antes de todo de por sí ya era problemática ― intenté sonreir ―. Recorrí la ciudad entera sin hacerle daño a nadie. El caso es que yo ya tenía una meta fijada. Nataly, mi mejor amiga, estaba sentada en el sofá mirando un reality show. Su padre era médico y aquel día le había tocado turno de noche. Estaba sola en casa, sin nadie que la ayudara. Al menos eso era lo que yo creía. Entré a casa y sin querer tropecé con un jarrón. Ella se levantó inmediatamente del sofá y se acercó al pasillo encendiendo la luz. Sonrió al verme e iba a abrazarme cuando...

Los brazos de Zac me sorprendieron, él me estaba rodeando en un abrazo. Me pregunté el por qué de tan repentina reacción y entonces me di cuenta, mi voz se había quebrado y mis manos temblaban.

― No hace falta que me lo cuentes, lo comprendo.

Se separó de mi y me tomó de las manos, me miró a los ojos durante unos instantes.

― Será mejor que me vaya a casa ― dijo finalmente.

Me quedé sentada en el porche, mirando su figura iluminada por las farolas mientras se alejaba. Aún cuando él ya hubo entrado en casa, no me moví. Estuve ahí durante mucho tiempo, tal vez horas, hasta que Lucas salió y me acompañó a la habitación. 

― Escuché lo que le contaste ― estaba tan aturdida que sólo contesté con un "oh" ―. Menos mal que no te dejo terminar con la historia...

Me tiré sobre la cama, y algunas escenas pasaron por mi cabeza. En la primera estaba él, había salido de una de las puertas del pasillo, al parecer la del baño. Su cabello estaba despeinado y no llevaba puesta ninguna camiseta. En la segunda escena estaban los dos, delante de mi intentando explicar lo que había pasado. Pero ya no había vuelta de hoja, sabía exactamente lo que ocurría. Me habían engañado, mi mejor amiga y mi novio. Así que en la tercera y última escena aparecía yo abalanzándome sobre ellos.

Cerré los ojos fuertemente, llena de frustración. Hacía mucho tiempo que no lo recordaba. Lucas ya no estaba en la habitación, y abajo se escuchaba el ruido de sartenes y platos. 

― ¡A comer! ― gritó y segundos después Chase pasaba por delante de la habitación. Escuché sus pies por la escalera y después a los dos sentarse en la mesa. 

Me levanté de la cama y busqué unas deportivas en el armario.

― ¿Brooke no va a cenar? ― escuché a Chase.

Me acerqué a la venta y salté sobre el tejado del porche.

― No lo creo. Zac vino a verla, hizo que se embobara, así que ahora hará un par de carreras  ― le contestó Lucas. 

***

Estábamos en la cafetería. La gente nos miraba con desconfianza, los mensajes y los rumores habían hecho que gran parte de los estudiantes nos excluyeran. A excepción del grupo de animadoras que no paraba de hacerle señas a mi hermano para que se uniera a ellas. Nos habíamos dado cuenta de que Megan se encontraba sentada en la misma mesa que ellas, junto con los jugadores de fútbol y algunos otros chicos populares.

Una bandeja de comida se hizo presente a mi lado, Zac se sentó junto a mi y me dedicó una sonrisa de lado. 

― ¿Cómo va todo en vuestro mundo vam...

― Cállate Benford, no seas idiota ― Lucas volvió a mirar sobre mi hombro hacia las animadoras que continuaban llamándolo.

― Anda vete ― dije ―, tal vez puedas averiguar algo sobre Megan.

― ¿Estás segura? ― Lucas me miró mientras se levantaba, a lo que asentí.

Cuando mi hermano ya se hubo ido y colocado junto a una de las animadoras, Zac se atrevió a preguntar.

― ¿Averiguar algo sobre Megan? ¿La chica nueva?

Le expliqué la historia de Megan y de su extraña aparición. Incluso la vez en que la encontré hablando por el móvil justo después de descubrir que era un vampiro.

― ¿Sabes con quién hablaba?

― Déjame pensar un momento ― cerré los ojos un instante.

"Estoy en ello, tengo que encontrar la manera de que nuestro plan salga de la mejor manera posible."

"Sí, te avisaré cuando haya acabado con mi parte. Dagon, busca información sobre un tal Benford, Zac Benford. Necesito saber si es una amenaza para nuestros planes."

― ¡Lo tengo! Se llama Dagon...

― Bien, investigaré un poco ― le dio un último sorbo a su zumo y se levantó de la mesa.

― Zac, espera ― bajó la mirada para mirarme ―. Iré contigo.

Salí de la cafetería junto a él, pero no sin antes de echarle un vistazo a Megan. Su mirada me decía que nos había escuchado. Intentaba levantarse cuando Lucas la tomó de la muñeca obligándola a sentarse.

Somos los ThompsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora