Prólogo

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Y ahí estaba ella, llorando, porque creía que iba a perder a la persona que más quería en el mundo. Y ahí estaba él, con el corazón roto, podrido por dentro, con sus tatuajes y demás, pero intentando ser mejor por ella.
Se acercó, y la estrechó entre sus brazos. Apoyó la barbilla en su cabeza. Tenía la altura perfecta para abrazarla por las noches y susurrarle al oído que la quería, tenía los ojos perfectos para sacarle de esos malos momentos que solo él tenía y solo ella entendía, tenía la sonrisa perfecta para dejarle la mente en blanco en cualquier conversación... Ella era jodidamente perfecta para estar el resto de su vida a su lado, sin dudarlo un segundo.
En vez de decirle todo eso, susurró:
-¿No sería un crimen perfecto, si te robo el corazón y tú me robas el mío?

Hay un suspiro cada vez que pienso en tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora