Capítulo 3

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Dominic

-¡Vamos, tío, no seas así de soso!

Miré abajo y vi el cuerpo del que pertenecía aquella horrible voz. Había una chica pelirroja tocándome las narices. Dije:

-Déjame en paz.

Me la quité de encima y fui hacia el salón de la casa, dejando a la petarda protestando. Hoy no me iba a tirar a nadie. Lo único que quería era ver a Daniela y comprobar si su ropa era tan cutre como la blusa que llevaba el día que la conocí. Busqué a Bruno con la mirada entre tías ya medio desnudas en el salón y gente medio borracha.

"Tío, que solo son las siete", rezongué para mis adentros.

Vi a Abby sostener un vaso de alcohol mientras tonteaba con un chico rubio. Me acerqué, y, con mi cortesía habitual, le pregunté:

-¿Dónde está Bruno?

Puso los ojos en blanco.

-Desde luego, en modales no has mejorado, Dom.- Le repetí la pregunta.- Creo que está en el pasillo.- Dijo señalando la entrada.

Sin darle las gracias, fui hacia allá, y sí, Bruno estaba en el pasillo explorando la boca de una chica con su lengua. Respiré hondo. La fiesta estaba siendo una mierda. Hacía dos horas que había empezado, y no había rastro de Daniela. Había ido a buscar a Bruno para decirle que hoy no dormía en la casa de la fraternidad, debía ir a cuidar de mi madre. Pero como estaba muy... hm... ocupado, no era plan molestar. Ya le diría al día siguiente. Me acerqué a la puerta, y justo sonó el timbre, aunque con lo alta que estaba la música apenas se oyó. Me calé la chaqueta hasta el cuello, y abrí. Ante mis ojos había un grupo de cinco chicas, todas muy arregladas y peinadas. Resoplé. Estaba hasta el mismísimo huevo.

-¿Nos dejas pasar o qué?- Dijo una chica morena, cruzándose de brazos. Vaya, con carácter.

-Se dice por favor.- Le dije con indiferencia. Resopló.Ñ

-Ni que fueras el dueño.- Espetó.

-En realidad lo soy. Así que me lo pides por favor o ya estáis dándoos la vuelta.- Me plante'delante de la puerta, y sonreí para mis adentros. Cómo me gustaba joder a la gente.

Ella puso los ojos blancos.

-Por favor, ¿Nos dejas pasar?- Preguntó con sorna.

Asentí y le dediqué una falsa sonrisa.

-Por supuesto, señoritas.- Les sostuve la puerta.

La penúltima chica cogió de la mano a la última, y se dispusieron a entrar. Ni me molesté en mirarlas. Todas las chicas eran iguales. Todas. Superficiales, egocéntricas... Escoria. Oí una voz tímida detrás de mí.

-Hola, Dominic.

Me giré como un resorte, y me quedé sin respiración. Era Daniela.

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Daniela

-Creo que es demasiado... escotado.- Opiné.

-Tonterías.- Decretó Megan. Me plantó enfrente del espejo, y me miró, orgullosa.- Mírate. Estás espectacular.

Me miré. Vi a una chica con el pelo largo, rubio, en bucles (me los había rizado especialmente para la ocasión), alta, delgada, no con excesivas curvas... Llevaba un vestido azul que tenía el pecho en forma de corazón, y me llegaba hasta la mitad del muslo. Me había puesto unos tacones azul marino ( no sabía cómo iba a aguantar de pie encima de eso). Bueno, tenía mejor aspecto que de costumbre. Además, Eva se había esmerado y me había maquillado. El resultado final era que mis ojos color miel parecían más grandes y expresivos que de costumbre, y parecía más... ¿Mayor?

Hay un suspiro cada vez que pienso en tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora