|!| Seiji es la parte "Boku" ("soy absoluto") y Seijuro la parte "Ore" (el que no está tan transtornado y no tiene un lente de contacto dorado.[?]) |!|
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Sentencia
III.
―No, no, no...
Seijuro negó con su cabeza repetidas veces, temblando en demasía y con sus ojos abarrotados de terror en su más puro estado. Se encontraba arrodillado en el piso, con sus manos apoyadas en él y con un aspecto demacrado.
Realmente no quería aceptar que eso estaba sucediendo. Porque, ¿cómo es que todo terminó así, de un momento a otro? ¿Por qué hizo eso? ¿Por qué no le habló? ¿Por qué no le consulto a él? De verdad se quería convencer de que no era su culpa, repitiéndose infinitas veces en su mente que no podía haber sido capaz de rescatarlo por el simple hecho de que el otro no pidió ayuda con su conflicto.
¡Pero no era así!
¡Seijuro lo sabía! Lo sabía muy bien.
―Es imposible ―frunció sus labios, poniendo su mano derecha en el lugar donde debería de estar ubicado el corazón del contrario. El mismo que había sido atravesado por una una navaja incontables ocasiones―. No, esto no puede estar pasando, no...
De su garganta un grito ahogado salió. De sus ojos, varias gotas de agua rebalsaron y se deslizaron por sus mofletes completamente rojos. De su corazón, un innegable odio se llenó.
Viró a su alrededor, hallando al instante al más culpable de todo. Y en contra de todo pronóstico, su mirada se suavizó. Aun así, la decepción se podía percibir a kilómetros de distancia.
―¿Por qué hiciste eso? ¿Por qué? ―preguntó con su voz pendiendo de un hilo; con su corazón amenazando con destruirse por completo producto de las mentiras y la traición por parte de aquel chico.
―Lo sabes.
―¿Por qué...?
―¡Lo sabes, por favor! ―era extraño. Esa persona levantó el tono de su voz. Casi nunca lo hacía.
―¡¿Por qué?!
Los tres eran excelentes hermanos. Los tres se amaban. Los tres se correspondían. Los tres se apreciaban.
O tal vez no. Ya que quizás, sólo quizás, uno de los trillizos, celoso de compartir a su amor de toda la vida; a su alma gemela; a su mejor amigo ―a su todo―, se dejó consumir por la envidia. Envidia que se convirtió en cariño y arrepentimiento. Cariño y arrepentimiento que se transformó en amor. Un amor familiar, el cual el odio comenzó a dominar, poco a poco, de forma silenciosa y astuta.
―¡Tú me obligaste hacerlo! ¡Él me obligó a hacerlo, Sei-kun!
Seijuro tuvo arcadas al escuchar ese apodo que tanto adoraba siendo pronunciado de esa manera, en esa situación, por el que más amaba en todo el mundo, superando incluso a Seiji...
―¡Tú...! ―tomó aire, y con una expresión de desesperación en el rostro, rodeando con ambos brazos a Seijuro; empezó a llorar con los trazos del arrepentimiento llegándole al corazón y al alma―. Tú me debiste haber amado solamente a mí, Sei-kun...
Aquel que acababa de romperlo. Y si era así...
La mirada de Seijuro se oscureció, tensando solamente en segundos al otro, consciente de que no soportaría que suSei-kun lo odiara.
―Hiciste desaparecer a una de las pocas personas que aprecio. Lo mataste, delante de mí. ¿Sabes qué? ―escupió con enfado, con odio; con tristeza entremezclada―. ¡Lo que más odio de todo, no eres tú, Kuroko! ¡Lo que más odio, es no poder odiarte!
Y se desplomó, impotente, siendo sostenido por su único hermanito viviente.
Seijuro tomó con ambas manos la cabeza de Kuroko con una angustia completamente visible recorriéndole por todo su cuerpo.
―Lo que más odio, es seguir amándote...
Porque ambos siempre serán los culpables de todo.
Él es el culpable.
~Akashi Seijuro, sentenciado durante toda la eternidad a amar con ímpetu y sin irrupciones a Kuroko Tetsuya.~