Prólogo

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Incendios, terremotos, contaminación, tsunamis, huracanes y tormentas acabaron con lo que conocíamos como Tierra en el año 3000.

Para el año 3100 la población que quedaba habitaba un nuevo planeta al que llamaron Ligh Earth.

Dos continentes en guerra continua para mantener una sola forma de gobierno.

Kingdom se había llevado a los mejores científicos, las mentes más brillantes creaban nuevas armas de guerra.

En la República comenzaba a hacerse complicado, este continente estaba dividido por seis estados:
Euroland, Asland, Afriuland, Ocealand, Amerland Norte y Amerland Sur cada uno con su líder, en cambio en Kingdom solo habían ciudades y la capital Krowart, todo el poder se concentraba en la familia real.

***
El Rey Arthur caminaba en su imponente castillo, no era uno común, por fuera tenía altas torres de metal, encerrado por bardas y cuidado las 24 horas con más de 100 soldados, los cuartos tenían detalles con piedras preciosas, balcones con vista a los lagos de Krowart, candelabros de vidrio, trataba de cuidar que el estilo antiguo no se perdiera, que todo volviera a los tiempos feudales pero con punta en tecnología.

El rey quería que ya no hubiera carreteras, solo caminos para las personas, todos los autos deberían ser voladores y ya no fabricar los terrestres, quería edificios que por fuera mantuvieran el estilo clásico pero por dentro se controlarán con la mente o controles.

—Padre, acaban de descubrir una vieja predicción, es importante que vaya al gran salón— dijo el príncipe Evan Von Köhler.

—Sígueme, serás el líder de esta misión— sentenció el rey.

Evan caminaba inseguro detrás de su padre, tenía 17 años pero estaba a cargo de muchas cosas, sus ojos azules miraban inquieto el suelo, cuando le dio la noticia el profeta no podía creerlo, tenía miedo de enfrentar la misión que le daría su padre.

El salón mantenía un clima frío, no le gustaba estar ahí, no tenía una idea de cuantos planes horribles había presenciado ese lugar.

El profeta Marcus se acercó al rey, Evan no escucho lo que dijo pero por la reacción en que su padre golpeó la mesa y su cara roja se dio cuenta que era lo más alejado a una buena noticia.

—¡No puedo creerlo!, necesitamos destruirlos, mátenlos pero si los traen vivos su recompensa será mayor— si mirabas al rey sentías una presión en el pecho, él era malo muy malo.

Las manos de Evan comenzaron a temblar en cuanto su padre lo miro directamente.

***

John Louvre se encontraba afuera del edifico presidencial, en los jardines, pidió que lo vigilarán solo de lejos para que por un momento se sintiera libre.

El hombre que estaba a cargo de un continente se sentía minúsculo.

Todo lo que sucedía lo agobiaba, últimamente padecía de distintas enfermedades, se le notaban más arrugas en su rostro, tenía 46 años pero se veía de 56, quería pensar que todo se solucionaría y podrían vivir en armonía pero sus esperanzas pronto eran aplastadas por la cruel realidad.

Los noticieros no dejaban de anunciar las bombas que explotaron en una ciudad de Amerland Norte, seguían sin tener el número exacto de muertes, lo peor es que apenas comenzaba.

Respiró hondo, siempre supo que sería difícil pero esto lo estaba matando, pensaba en todas las personas inocentes que murieron, cuántos niños quedaron huérfanos o cuantas parejas se separaron.

Él ya no quería reclutar a más jóvenes para unirse al ejército porque era reunirlos y llevarlos a una muerte segura.

El rey era cruel y despiadado en cambio el amable y bondadoso.

Miles de planes pasaban por su cabeza, una lágrima brotó y rodó por su mejilla, ya no sabía qué hacer.

Veía hacia el horizonte, la capital era deslumbrante ante los rayos del sol.

Los rascacielos hacían contraste con el atardecer algunos eran blancos, otros plateados pero sus favoritos eran de vidrio donde podías ver toda la gente haciendo sus labores.

Admiraba los autos voladores aunque también le gustaban los clásicos esos que aún manejaban por carretera o los Atbus que recorrían toda la ciudad por el cielo.

Estaba orgulloso de cómo funcionaba su continente pero le entristecía el no saber en qué momento el Rey Arthur atacaría y destruiría su paraíso.

Un hombre con los pantalones parchados y camisa desgarrada se sentó a un lado, los guardias salieron de su escondite y se apresuraron a caminar hacia el individuo pero Joseph alzó la mano para marcar un alto, los guardias volvieron a sus lugares.

—Buenas tardes presidente— saludo el hombre e hizo una pequeña reverencia.

—Buenas tardes— no había nada de bueno para él pero aun así le dio una cálida sonrisa.

—¿Vio la alineación de las estrellas ayer?

John se desconcertó con aquella pregunta, miro con más atención, era un viejito le calculó unos 70 años.

—No las vi, ¿qué fue lo que me perdí?

El viejito abrió mucho los ojos, se acomodó sus anteojos y sonrío.

—Señor presidente, la estrella de David a su máximo esplendor— alzó las manos al cielo— se avecina algo muy poderoso, esta puede ser nuestra salvación, no pierda la fe — se levanto y camino fuera de los jardines.

John lo vio hasta que desapareció entre las calles.

¿A qué se refería?

Ese mismo día pero en la noche después de acostar a su pequeña Rosie y esperar a que su esposa Bethany se quedara dormida, miro hacia su balcón, la cortina se alzó por el viento y dejo ver una noche llena de estrellas.

Volvió a pensar en lo que le había ocurrido, estaba ansioso, sentía que venían tiempos mejores, se acercaba la salvación de su continente.

La voz de aquel hombre resonó en su cabeza hasta que se quedo dormido.

Se avecina algo muy poderoso.

Ligh EarthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora