Capitulo 4: Drew Badgley

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Todos en el aula estaban nerviosos, no habían estudiado para la prueba de Álgebra, por suerte a Drew se le daban muy bien los números, de hecho se le daba bien todas las materias, con su promedio casi perfecto siempre estaba arriba de cualquier lista.

Era un chico deportista, cuidaba su salud, no consumía nada que lo pudiera perjudicar, le gustaba leer pero ese era su secreto nadie sabía que todos los libros en la repisa de la sala eran suyos, incluso era muy romántico pero ninguna chica había tenido la oportunidad de estar con él porque era muy difícil gustarle o llamar su atención para ser su novia, únicamente les atraía su físico, Drew sentía que no había chica en su instituto la cual valiera la pena como para conocerla, para hablar de cualquier cosa desde su color favorito o lo que piensa de la guerra, quedarse hablando hasta la madrugada olvidando que al día siguiente hay clases.

Estaba sentado en la última fila, veía como el profesor entregaba los exámenes.

Era un día nublado y con viento en Asland, la temperatura estaba muy baja.

Los labios de Drew comenzaban a resecarse y sus mejillas se teñían rojas, bajo sus lentes se escondían unos ojos azul claro tan claros como el cielo en un día soleado, era como si hubiesen diluido un poco de pintura azul en un balde de agua, cristalinos.

Era alto, no tenía un cuerpo espectacular sin embargo estaba muy bien proporcionado.

Drew sabía que tenía poderes, el a diferencia de los otros chicos los había experimentado antes, su padre murió defendiéndolo, de él heredó controlar el aire.

Había tenido sueños en los que su papá lo visitaba, le advertía que se cuidará que pronto los reclamarían y estaría en peligro.

¿A quiénes reclamarían?

¿Cuidarse de que o de quienes?

El no lo sabía.

Cuando le entregaron su examen se dio cuenta que estuvo mordiendo el lapicero, estaba nervioso.

Los sueños se volvían cada vez más frecuentes y le asustaba no poder enfrentar lo que se avecinaba.

En las noches miraba al techo acostado quería hablar con su padre y pedirle explicaciones pero se limitaba a pensar en otras cosas como los planetas, estrellas le gustaba investigar cómo era la vida en la antigua Tierra, porque ahora solo eran guerras, pobreza, el continente caía y no era por la gravedad, La República contaba con tecnología avanzada pero no tanto como en Kingdom, solo había visto por fotos ese continente, le gustaba la mezcla de lo antiguo con lo moderno.

Drew quería solucionar todos los problemas, traer la paz nuevamente pero el solo no lo lograría.

Se dio cuanta que perdió diez minutos pensando y aún estaba su examen sobre su butaca.

Comenzó a contestar, el aire soplaba cada vez más fuerte y el con un movimiento hizo que las ventanas se cerrarán, todos en la clase de asustaron por el golpe pero él siguió concentrado.

Al cabo de quince minutos su examen estaba sobre el escritorio del profesor.

—Excelente Badgley, puede retirarse

Tomó sus cosas y salió del instituto por ser la última clase.

—¡Drew!— grito su amigo quien corrió a alcanzarlo.

—¿Qué pasó Dylan?— preguntó acomodándose su revuelto cabello rubio.

—Ya te ibas sin mi, no creerás con quien iré al baile de invierno— dijo mientras le pegaba en el hombro.

El baile de invierno, ni si quiera tenía ganas de asistir pero de seguro su mamá lo iba a obligar, este año inventaría estar enfermo y probablemente crearía fuertes ráfagas de viento alrededor de su casa para hacerle creer que había mal tiempo porque ella no conocía su poder.

—¿Quién es la desafortunada?— preguntó riéndose.

Ellos eran amigos desde pequeños pero eran polos opuestos, Dylan era él quarterback del equipo mientras Drew leía y pasaba tiempo en la biblioteca.

—Ginger DuVall— sonrío feliz de su nueva conquista.

A él le parecía más guapa su gemela pero aun así Ginger parecía una diosa.

—Esta muy buena— soltó Drew y ambos rieron.

—Te llevo— dijo Dylan y los dos subieron a su auto forrado de paneles solares.

Sus casas quedaban una frente a la otra, era un fraccionamiento con casas grandes, algunas de dos pisos otras de tres, no eran mansiones solo se consideraban amplias para la clase media.

—Gracias— dijo Drew una vez que se estacionaron, estaba a punto de cruzar la calle pero lo detuvo Dylan.

—No me dijiste con quien iras al baile

—Es porque no iré— contestó

—¿Cómo? Ya casi vas a cumplir dieciséis mínimo deberías ir a tomar alcohol

Oh si el alcohol seguía siendo la diversión para adolescentes aún en el año 3100.

—Tu sabes que no hago ese tipo de cosas

—Que sea por tu cumpleaños, es más te llevo a la gemela de Ginger ¿cómo se llama?— preguntó intentando recordar

—Sidney— contesto Drew como si fuera obvio

—Bueno ella, anda— enarco la ceja esperando la respuesta de su amigo.

—Solo por mi cumpleaños

No tenía nada de malo, además quería probar algo nuevo.

—¡Así me gusta! ¡Tu primera peda!— gritó feliz

—Cállate o escuchara mi mamá— dijo Drew mientras reía

—Que mejor que sepa que su hijo al fin va a salir

—Harás que me arrepienta

—No se diga más, vete a tu casa, me mandas una foto sin ropa para enviársela a Sidney

—Estás idiota

—Oye tampoco hago milagros

Drew se apresuró a cruzar la calle y entrar a su casa antes de que su amigo lo convenciera de una nueva locura.

Dejó caer la mochila en su cuarto y salió corriendo al patio trasero.

Dobló sus mangas para dejar libres sus manos.

Comenzó con pequeños movimientos, no veía el viento pero lo sentía.

Hizo que las hojas caídas se levantaran, las movió a un lado.

Ya controlaba bien los movimientos del viento pero le fallaba poder flotar a veces se caía.

Cerró los ojos tratando de controlar todo su poder, dejó de sentir el suelo en sus pies.

Lo estaba haciendo.

Abrió lentamente sus ojos, estaba unos tres metros arriba, podía ver algunas copas de árboles porque otros estaban muy altos, apreciaba los rascacielos y autos voladores.

Levanto todas las hojas y empezó a formar remolinos a su alrededor.

Parecía que el viento acariciaba su rostro, esa sensación le encantaba.

Lentamente fue bajando.

Se sintió feliz al tocar el suelo, lo había hecho.

—Si tan solo pudiera ser invisible, volaría por toda la ciudad— se dijo a sí mismo.

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