Capitulo 3: Edward Carlyle

21 2 0
                                    


El chico castaño había perdido el día de clases, sus padres lo llevaron junto con ellos a una convención de médicos, a él ni siquiera le interesaba en lo más mínimo esas platicas, de hecho le daba terror la sangre, ahora se encontraba en un parque a dos cuadras del evento, sentado en una banca apoyaba su cabeza en sus manos.

Comenzaba a aburrirse bueno estaba aburrido desde que llegó, suspiro se acomodo dejando caer su cabeza en la banca, así estuvo un buen rato hasta que se levantó para observar el parque.

Se sentía inquieto.

Los juegos infantiles estaban al fondo incluso tenía ganas de columpiarse, sacudió su cabeza eso era una mala idea pero tentadora, muy tentadora.

Los árboles eran grandes y frondosos, el ambiente era fresco todo muy verde a excepción de unas plantas que comenzaban a marchitarse.

Por instinto se acercó con un paso lento, no sabía lo que estaba haciendo sentía que algo más lo estaba controlando, al tomar las flores que brotaban estás tomaron un color más intenso e inmediatamente volvieron a tener vida.

—Mierda

Así fue tocando todas las plantas, en algunos arbustos brotaban nuevos frutos.

Ya había recorrido todo el parque, estaba asustado, vio sus manos, no tenían nada nuevo, las sentía normales.

Tomó un poco de arena, la colocó sobre la palma de su mano y empezó a flotar.

—¿Pero que?... Mierda

Eran las únicas palabras que podía articular, no sabía cómo describir esto.

Tomó más y sucedió lo mismo.

De repente ya tenía un pequeño torbellino de arena girando.

Nadie lo veía, el parque estaba vacío, se estaba volviendo loco.

Parpadeo varias veces pero todo seguía igual, el torbellino se hacía más potente.

Lanzó la arena, alzó sus brazos y el piso retumbó.

Corrió asustado.

Podría ser un chico de casi dieciséis años pero esto le daba pavor.

Corría frenéticamente para llegar a donde estaban sus padres, las calles se le hacían más largas, no les diría nada solo quería estar rodeado de gente, pensó que quizá de esa forma no le sucediera algo raro, se equivocó.

Sus poderes apenas comenzaban.

Él sudor caía por su atractivo rostro porque Edward Carlyle era muy popular en su instituto, se definiría como el crush de todas las chicas, ojos miel que le quitarían el sueño a cualquiera, además de ser campeón de las carreras celestiales.

El lugar donde eran las pláticas se encontraba en silencio, un médico exponía en el escenario algún producto nuevo, busco a sus padres pero no los encontró, tomó una silla en el medio.

Trataba de calmar su agitada respiración, unos señores a un lado de él lo veían de una forma rara.

Acaso ¿también le habían crecido cuernos?

Se tocó la cabeza, la cara, los brazos, sacó su celular y puso la cámara.

Se veía igual que siempre a excepción de su mirada, sus pupilas habían alcanzado el máximo de dilatación, sus ojos miel brillaban intensamente.

—Es la cámara, un efecto seguramente— trataba de convencerse así mismo.

La convención termino después de un buen rato, las piernas le temblaban, corrió a la entrada para checar donde estaban sus padres.

Ligh EarthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora