Capítulo 11 "Rehén"

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Después de otra dura semana, por fin era viernes. Vincent se había comprometido a vestirse como humano solo los fines de semana. Así podría acompañarme más diaria y tranquilamente, y el resto de la gente del barrio empezaría pronto a reconocer su cara. Aquel viernes era el primer día en el que Vincent me acompañaría al colegio sin necesidad de ocultarse. De camino, nos cruzamos con algunos vecinos que le repasaron de arriba a abajo con una mirada confusa, a lo que Vincent respondía con una leve sonrisa nerviosa, consiguiendo así pasar desapercibido entre ellos.

Había algo que me había estado rondando por la cabeza durante toda la semana, pero no encontraba las palabras exactas para no preguntarle demasiado directamente.

- ¡Esta semana ha pasado rapidísimo!, ¿verdad?

- La verdad es que sí. Fuiste muy detallista llevándome a aquel restaurante el domingo pasado.- me sonrió abiertamente.

-Hacía años que no iba y me pareció un buen momento con la persona adecuada.- le respondí de la misma forma.

Vacilé por un momento a punto de formular mi pregunta, pero me detuve al instante siendo totalmente incapaz de hacerlo; sin embargo, mi gesto antes de abrir la boca me delató al instante sin nada que pudiera hacer para que Vincent no se percatase de mi pequeño desliz.

- Dime, cielo.- dijo él acercándose ligeramente a mi posición.

- No, no es nada...- intenté disipar su atención en vano.

-¡Vamos! ¿Enserio todavía eres capaz de sentir vergüenza?- me dio un leve codazo.

- Vale, vale... Ahora que nos consideramos buenos amigos (al menos por mi parte), me preguntaba si aún así seguirías manteniendo la recuperación de tu reputación...- agaché la cabeza al instante.

- Ya lo había pensado y, aunque no puedo erradicar mi compromiso, puedo hacer que tengas un tiempo ilimitado. De esa manera, aunque nuestro trato seguiría en pie, no tendrías fecha límite y yo...- vaciló llevándose las manos a su cabellera en un gesto inseguro.- ... podría quedarme aquí. Contigo... Tanto como fuese necesario.

- Oh, Vincent.- lo abracé delicada y dulcemente.- ¡Gracias!- él se separó por un momento y me lanzó una mirada dudosa demasiado exagerada.- Sí. Es verdad que te quiero, tonto.- sonrió y me volvió a pegar a él, esta vez con más fuerza.
Mientras nos abrazábamos, el timbre que anunciaba la entrada a al infierno sobre el mundo real sonó. Sostuve su cabeza entre mis manos y le di un beso en la frente en señal de despedida y prometimos vernos en el recreo en la entrada. Acto seguido, me dirigí a clase.

Antes de entrar, mi mirada se cruzó con la de mi amiga Mari Carmen, que entraba al mismo tiempo que yo. No pude evitar saludarla con alegría e intentar dirigirme hacia ella para darle un abrazo, como de costumbre; sin embargo, hubo algo en su mirada que detuvo mi acción en seco instantáneamente: en un segundo ella clavó sus ojos en mi con una mirada cuyo odio era penetrante e hipnotizador a la vez. Cuando la perdí entre el gentío que entraba por la puerta principal, un leve escalofrío me recorrió todo el cuerpo. "¿Qué mosca le ha picado?" me repetía una y otra vez, hasta que el estrés entre clases me hizo olvidar lo ocurrido.

Cuando salí al recreo para el descanso busqué a Vincent con la mirada por el final del patio. Al no verlo, me percaté rápidamente de la presencia de mi amiga, que se sentaba sola en un escalón. Me dirigí hacia ella y estiré el brazo para ponerlo sobre su hombro, pero...

- ¡Ay!- sentí una fuerte quemadura en la palma de mi mano justo antes de llegar a tocar su hombro.

- ¿Qué haces?- preguntó con una voz terriblemente oscura mientras no dejaba de mirar a sus pies.

Vincent and I (LIBRO I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora