Capítulo 15 "¿Libres o condenados?"

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Desde hacía ya semanas, dormía plácidamente cada noche, creyendo que nuestro plan había sido un éxito. Creía que, si hubiera descubierto nuestra treta, ya nos habría dado alguna señal.

-¡Andrea! ¡Andrea! - fueron las palabras agitadas de Vincent que oí al despertar.- ¡Vamos, despierta!

Lentamente, abrí mis legañosos ojos viendo así a Vincent sacudiéndome rápidamente con una expresión seria en su rostro.

- ¿Qué ocurre, Vince? - le pregunté dulcemente mientras me desperezaba.

- Debes irte, lo más lejos que puedas. Catherine viene hacia aquí.

Solo con escuchar la última frase que salió de de sus labios curvados por la gravedad de la situación se me congeló la sangre instantáneamente.

- ¿Viene hacia aquí? Pero... ¿Está cerca?- balbuceé.

- Lo suficiente como para estar aquí en un par de horas. Tienes tiempo suficiente para...

- Vincent, no me voy a ir.- le interrumpí decididamente.

- Esto no te concierne.

- ¡Sí que lo hace! Estás aquí por mi, ¿no es así?

- ¡Te matará! No me lo perdonaría nunca...- un gesto de culpabilidad se ciñió sobre Vincent.

- No lo tendrás que hacer porque no me va a matar. Ahora soy más fuerte, ¡quiero luchar por ti!¡Por nosotros! No me retiraré sin luchar por lo que es nuestro, a tu lado... Serás libre.- le levanté la cara con mis dedos y le besé delicadamente en los labios.- Lo conseguiremos.

Vincent asintió con la cabeza y me regaló su eterna sonrisa.- Debemos entrenar un poco más.- asentí y me vestí para ir a mi nuevo lugar de entrenamiento: el sótano.

Una vez llegué, me disponía a invocar mi aura y comenzar, como si de mi entrenamiento diario se tratara, antes de que la ingrata visita apareciera.

Pero, en ese instante, un escalofrío raramente familiar me recorrió de pies a cabeza haciendo que me girase repentinamente hacia el final de la sala. Las lámparas de tubo colocadas en serie se empezaron a apagar una por una ante mi petrificada mirada. Justo entonces, Vincent estaba a punto de entrar por la puerta pero, antes de que avanzase un paso más, la puerta se cerró en sus narices dejándome a mi sola ante una obscuridad totalmente envolvente.

Mientras Vincent aporreaba y pateaba la puerta incesablemente a la vez que maldecía a Catherine, pensé en cómo podría salir de allí. Pero el único conveniente que encontré fue la luz que mi aura podría proporcionar a mi posición, por lo que la invoqué lo más rápido que pude.

Sin embargo, nada más iluminar parte de la enorme sala, descubrí una figura que me vigilaba desde un rincón de la misma: se trataba, ni más ni menos, que de Mari, que me miraba directamente con sus ojos de color granate sin mover un solo músculo.

Totalmente aterrorizada ante la situación, retrocedí un paso, esperando mi momento para huir por la puerta del piso de arriba. Pero justo cuando mi pie volvió a conectar con el suelo, mi amiga se levantó y dio un paso hacia mí, adoptando una pose depredadora.

- ¿De verdad creías que me podías engañar?- una voz proveniente de la nada se deslizó fríamente por mi oído, despistándome y perdiendo de vista a Mari en un solo segundo; suficiente para que, cuando recuperase la conciencia de la situación, estuviera justo detrás mía y me atacase con tal fuerza sobrehumana que me estampó contra una columna cercana.

La sangre comenzó a brotar de mi cabeza como si de un río se tratase. Una vez notifiqué el hermoso color rojo en mis manos, volví a invocar mi aura para localizar a mi atacante.

Al no encontrarla, me levanté de mi posición a duras penas y seguí alumbrando en todas direcciones mientras me taponaba la herida con una mano. Sin embargo, cuando miré hacia arriba, la encontré con la misma expresión y, sin dudarlo ni un segundo, me lanzó contra la puerta que Vincent seguía aporreando incesante, haciendo que mi nariz y boca sangrasen.

- ¡Ábreme, hija de puta!- respondió Vincent ante el golpe.

La sangre se había acumulado en mi boca de tal forma que tuve que escupirla para poder hablar.

- Soy yo, Vince.- respondí con una voz terriblemente débil.- No puedo. No puedo con ella...

- ¡Sí que puedes! Encuentra el poder que te hace falta y arremete contra ella.- gritó desesperadamente colocándose a la altura de mi oído al otro lado de la puerta que nos separaba.

- No puedo sin ti...- lloré de impotencia.

- No es cierto... Pudiste conmigo. No me llamaban el rey de la noche por poco: un desalmado, un cabrón sin sentimientos... Andrea, ¡me convertiste en humano otra vez! El poder no está en mí, sino en ti... ¡Te quiero, joder! ¡No te rindas ahora!

Cuando escuché las palabras de Vincent, mis piernas volvieron a responder, el dolor me abandonó, mis cejas encontraron la fuerza en mi ira para arquearse y mi aura se activó más fuerte que nunca. Ambas manos la sostenían, alumbrando ahora toda la sala como mil luces en una mientras me colocaba en el medio de la sala sin apenas cojear, justo enfrente de ella.

- ¿Qué pasa, Kat? ¿Te has meado ya encima?- murmuré intentando esbozar una sonrisa.

- Ya te gustaría...- murmuró  Mari mezclando su voz con la de Catherine.

- ¡Ven y enfréntate a mí! Procura no derramar ni una lágrima cuando pierdas...

Un grito de ira terrorífico y resonador surgió de la garganta de mi amiga antes de intentar lanzarse contra mí con un aura rojiza, perteneciente a Catherine; pero, antes de que su ataque ni siquiera me rozase, mi aura creó un escudo, el cual usé, junto a la debilidad después de su golpe, para estampar su cuerpo contra la misma columna en la que había sangrado yo minutos antes.

Su frente comenzó a sangrar, pero antes de que se levantase la recogí del cuello con mi mano más fuerte. Sin embargo, al mirarla a los ojos, sentí que mi amiga seguía en ella y me inundó un sentimiento de culpabilidad, lo cual aprovechó ella para patear mi vientre y lanzarme al final de la sala. Encontré la fuerza suficiente para volver a levantarme y colocarme frente a ella de nuevo.

- ¡Devuélvemela, demonio de... mierda!- el dolor se llevaba mi aliento, pero mi ira era más fuerte incluso que la misma Catherine.

- ¡Ven a por ella, corderito!

Corrí hacia ella con mi mayor ímpetu, al igual que ella desde el otro punto de la sala. Al llegar a ella precipité mi aura en dirección a su cabeza, imitando ella mi movimiento y provocando el roce de ambas auras.

En esta competición de fuerza, donde solo una pondría fin a la vida de su adversaria. Ella y yo al borde de un destino fatal que ni una ni otra sabíamos sobre quien iba a recaer.

Vincent and I (LIBRO I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora