CAPÍTULO 9

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Narra Anna

Once días exactamente habían pasado desde que Joe había regresado a Nueva York. Lo extrañaba más que nunca.

Sin embargo, él no había dejado de llamarme ni un solo día. Nuestra relación, o por lo que sea que estábamos pasando, iba viento en popa. No debí haberme alegrado, pero por fin ya se había desecho de Blanda. Por supuesto, ella renunció al contrato que había hecho con la empresa de mi mamá y no era para menos. Habíamos perdido a una gran artista, sin duda.

Por otra parte, Lia casi se muere de un paro al contarle todo lo que había pasado durante su ausencia mientras ella estaba en Italia. Y cuando hablo de todo, es todo. Le costó creer lo de Louis, y por supuesto estaba contenta por como andaban las cosas conmigo y Joe.

Era viernes por la tarde y me encontraba en la oficina revisando unas cosas en mi computadora. No era nada relacionado al trabajo, era algo que últimamente había tenido en mente y quería averiguar más al respecto...

-¿Qué haces? −Lia entró de repente a la oficina y me vi obligada a cerrar rápidamente la portátil, haciéndome ver nerviosa. −¿Que estabas viendo? −me preguntó curiosa, mirándome acusadora. Negué con la cabeza, restándole importancia.

-Nada, leyendo artículos de la editorial −le dije. Obviamente no era eso, pero después tendría tiempo para continuar con mi búsqueda...

-Bien... −dijo. Se sentó en una silla al lado de mi escritorio. Se le veía preocupada, así que eso me alarmó a mí. Algo le pasaba.

-¿Te ocurre algo? −le dije. Ella asintió, cabizbaja.

-No estoy segura de esto... pero creo que Charles me ha estado engañando −soltó ella en voz baja. La miré sobresaltada.

-¿Que te hace pensar eso? −Me era difícil de pensar en un Charles engañando a Lia con otra. Él se veía tan enamorado.

Lia me empezó a contar sobre unos mensajes que le leyó por error de una tal Holly y no se trataban simplemente de un "hola" y ya. Y que esa misma Holly había salido con ellos en Italia y él la había presentado como su amiga.

-¿Qué crees que debo hacer, Anna? −Lia tenía la voz entrecortada, como esa que te sale cuando estas a punto de llorar.

-¡Pues, terminar con él de una vez por todas! −exclamé casi alterada. −Tu no mereces ser segunda opción de nadie, y menos de un cabrón como él.

Lia me miró alarmada por un momento. Luego asintió más decidida.

-Creo que tienes razón −dijo ella.

-Por supuesto que la tengo −le reproché. −¡Ahora, anda y termínale! No te mereces sufrir por ese idiota.

Como si fuese su madre y le estuviera mandando, Lia se puso de pie, dispuesta a salir y sin reproches. Antes de irse se volteó y me dijo:

-¡Gracias!

-Llámame si me necesitas.

El resto de la tarde pasó, literalmente, en un pestañeo. Me encontraba en mi casa, terminando de sacar la ropa limpia de la secadora cuando el timbre sonó.

Pero no había nadie del otro lado. Sólo unos gritos provenientes del pasillo... Me asomé para ver de dónde venían y para mi sorpresa, no me era posible creer lo que mis ojos estaban viendo.

Mi vecina le gritaba a mi mejor amigo. Al hermano de mi novio. Sí, a Nick Jonas.

-¿Qué haces aquí? −estaba sorprendida que apenas pude hablar. Y aquella escena me causaba bastante gracia.

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