CAPÍTULO 14

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Narra Anna.

¿Qué?

Lo primero en reaccionar fueron mis lágrimas, traicionándome como siempre. Y lo segundo fueron mis piernas, alejándome de Joe lo más rápido que pude.

¿Cómo pude ser tan idiota otra vez? Maldita sea. ¿Acaso estaba jugando conmigo?

-¡Anna, espera! –Joe gritó detrás de mí, pero no quería escucharlo. O tal vez si debería.
Me detuve en seco, esperando a que él me alcanzara.

-Yo est… –él empezó a decir, pero lo detuve alzando una mano frente a él.

-¿Qué vas a decirme? ¿Qué es una mentira? –solté una risa seca, mi vista aún húmeda. No quería alzar la voz para evitar arruinar la atmósfera de paz que emitía el lugar. Lastima que la mía era un total infierno ahora mismo.

Por supuesto que encontrarme a Blanda en el aeropuerto no era una coincidencia. ¡Quizás hasta ella también esta aquí!

Empecé a ver a mi alrededor para afirmar mi último pensamiento, haciendo que Joe me mirara como si estuviese loca.

-Es mentira –dijo él, interrumpiendo mis pensamientos, mientras me sonreía.

-¿De que hablas? ¡Tu eres el mentiroso! –exclamé en voz baja acercándome a él. Joe me veía vacilante, como si estuviese burlándose de mi.

Seguro que si lo hacía.

-Te estoy diciendo que todo es mentira –continuó él con la misma expresión en su rostro. –Lo que te dije es mentira, sólo para ver como reaccionabas y por supuesto que sabía que esta iba a ser tu reacción. Lo que en verdad te quería decir es que voy a mudarme contigo. ¡Vamos a estar juntos en París! –dijo, y por la sonrisa en su rostro podía decir que era verdad lo que decía.

Me sentía como una verdadera tonta. Otra vez.

¿Qué había dicho?

Lo siguiente que pasó fue que estaba llorando y tratando de golpear a Joe, mientras que él me intentaba detener y se reía de mis acciones.

-He estado trabajando en eso desde hace unas semanas pero quería decírtelo cuando estuviese concretado.

Lo odiaba. Lo odiaba por haberme hecho creer esa estupidez. Lo odiaba por haberme hecho sentir estúpida.

-Te odio –le repetía, llorando como una idiota. Por supuesto que nos ganamos la atención de una pareja, pero pronto dejaron de mirarnos. Joseph me atrajo hacia él, abrazandome fuertemente.

-Vamos a estar juntos –susurró él en mi oído, intentando calmarme. –Disculpame por haberte hecho creer eso, discúlpame –Joe sobaba suavemente mi cabello, mientras que yo controlaba mi llanto sobre su pecho.

-Eres el idiota más grande pero te amo –le dije torpemente, mientras me ahogaba en un sollozo y una risa.

No bastaron dos segundos para que Joe se empezara a reír.

-Yo también te amo. Eres la única para mi.

Habíamos regresado al hotel para empacar nuestras cosas. Nuestro vuelo salía favorablemente a las cuatro de la mañana hacía Bangkok para después tomar el primer vuelo de vuelta a París.

Joe me había dicho que sólo iba a estar un par de días en París para luego regresar a los Estados Unidos para terminar los papeleos con la mudanza o algo así me había dicho. Sólo sería cuestión de meses para que estuviésemos juntos en sí. Por supuesto que estaba triste por eso, pero después se me me pasó.

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