1. Los hermanos Kagamine

672 36 4
                                    

Rin gustaba de su hermano desde que tenía memoria. Sin embargo, era el gustar del tipo romàntico y si bien ella sabía que albergar ese tipo de sentimientos por Len era incorrecto, no era capaz de pararlo y tampoco quería hacerlo.

Antes de siquiera entender el por qué, entendìo que sus sentimientos eran algo que no podría hablar abiertamente con nadie. ¿Cómo decirle a cualquiera que anhelaba por los besos –o tan solo la mirada – de su hermano? Imposible.

Ella no era la única que babeaba por él desde que se volvió una celebridad, pero su lazo sanguíneo complicaba las cosas aún más que si cada uno se hallara a lados opuestos  del globo terráqueo. 

Tal vez como su vecina habrìa tenido una ligera oportunidad; quizás, si fuese su compañera de clases o colega de trabajo... No. Pensar así era injusto para sus padres, quienes tanto la querìan aùn estando separados. Además, como hermana menor pudo compartir su mismo techo por siete largos años antes del divorcio de sus padres, y ahora volverían a encontrarse luego de otros nueve años. 

Aùn estando en diferentes lugares se intercambiaban fotos y mensajes constantemente, aunque nada sería como verse frente a frente nuevamente. Ahora eran personas diferentes, aunque Rin podìa asegurar que èl seguirìa igual o màs atractivo y encantador, deslumbràndola como siempre. Ella tambièn tenìa mucha seguridad en lo que habìa logrado; su ùnica meta: el amor de Len.

De hecho, justo en la revista sobre sus manos salìan las fotografìas de una tal Miku con su hermano mayor estando muy cerca uno del otro en ànguls que daban pie a varias malinterpretaciones. Rin arrugò el papel sobre sus manos con molestia. ¡Què tonterìa! Esto no era màs que otra forma de autopropaganda; si hubiera algo real entre esos dos, no se exhibirìan con tanta facilidad.

Pasó de hoja hacia la noticia que de verdad le importaba: Len Kagamine, quien en conjunto con Luka Megurine habían hecho de su concierto por caridad todo un éxito.

Leyó la noticia completa suspirando cada que se detenìa en una foto de Len y cuando terminò cerró la revista de golpe. ¿Debía alegrarse o sentir celos? La actriz y cantante Luka era una chica increíblemente talentosa y ATRACTIVA. También era carismática, por lo que ella misma pudo comprobar en una ocasiòn, cuando al llamar a su hermano fue ella la que respondiò el telèfono y lo peor de todo: Rin no podía hallar un motivo real para odiarla. 

Sin darse cuenta, el papel en sus manos se hallaba ya arrugado y roto en algunas de las esquinas. Volviò a suspirar. Si de casualidad ella consiguiera una relación con su hermano, ¿Qué pensaría él de sus inseguridades? ¿No debía estar más bien feliz por su éxito en lugar de todos los celos que la embargaban? No obstante, si era LUKA MEGURINE de quien hablaban entonces sus sentimientos no estaban fuera de lo racional, y ese pensamiento la fue regresando a su realidad: el avión sobre el que iba casi llagaba a su destino. En breve, vería de nuevo al amor de su vida.

O eso creyò. 

Su celular comenzò a vibrar luego de esperar durante un largo rato. Era un mensaje de su hermano:

¡Lo siento! El trabajo se ha extendido

más de lo esperado y mandé a alguien

para recogerte. 

Prometo compensarte

después.

-Len.

Rin quedò consternada... ¿Debía valorar el que no la tuviera esperando por casi una hora? ¿O era más importante el hecho de que la dejó plantada? Tendría que aclararlo más tarde, pues luego de recoger su maleta rápidamente localizó entre la multitud a un chico con un letrero de ''Bienvenida Rin'' y no pudo continuar con su dilema.

Conforme se acercaba pudo tener una mejor vista de la persona: el chico era alto, MUY ALTO. ¿Metro ochenta tal vez? Sus brazos y piernas eran largos, también, y su cabello estaba cubierto por una gorra negra, pero se dejaban ver algunos mechones color menta. Era guapo, no tanto como Len, pero guapo a fin de cuentas.

—¡Rin! —gritò con extrema familiaridad— Qué alivio, pensaba que ya te habrìas ido. Estás distinta en la foto —dijo mostrando su celular—, pero es obvio que eres tú. Tampoco te pareces a tu hermano, pero ese chico ha cambiado tanto últimamente... —estaba hundido en un monólogo.

Claro que era distinta a la chica de la foto, pues esa era la imagen de su yo de hace tres años pues, un dìa, intencionalmente dejò de mandar màs. Sabía que tarde o temprano volverían a reunirse y quería que su hermano se sorprendiera, que no siguiera vièndola como una niña... o como su hermana. Aun asì, ¿diferente a Len? ¿Era posible siendo hermanos? Tenía todas y cada una de las imàgenes que publicaban de él, y siempre había encontrado la similitud en sus facciones y complexión, aun cuando él era un poco más alto.

—Debemos darnos prisa, seguro que Len también quiere verte —de repente se detuvo en seco, haciéndola chocar con él —. ¿Te ayudo con tus maletas? —y antes de tener tiempo para contestar, sus manos se encontraron libres. O casi libres, pues el chico la tomò de su muñeca —así avanzaremos más rápido —ella aceptò seguirlo sin reproches, no muy segura del porquè.

—...y, ¿tu nombre...? ¿Cuál es tu nombre? —no es que estuviera particularmente interesada, pero èl ya la conocía. Preguntar parecìa lo justo.

El chico se diò de golpes en la frente: —Soy Mikuo.

«¿Mikuo? ¿Como el del escándalo en la revista?» Antes de poder decir cualquier cosa se percató del enorme edificio de vidrios azul cielo al que se dirigían. Aquello no parecía una serie de departamentos en lo más mínimo.

—Ya sé, ya sé. Pero te lo aseguro: Len està aquí.

—... No dije nada.

Él volteó con una amplia sonrisa —. Es que eres fácil de leer.

Pasaron la puerta principal del enorme edificio y se dio cuenta de que el lugar era magnífico, por dentro y por fuera. Parecía la primera planta de un hotel lujoso y tenía montones de sillones de terciopelo rojo separados por biombos grisáceos formando múltiples salitas. En más de tres había hombres trajeados platicando con muchachos de su edad. Algunos más grandes, otros más jóvenes. Al fondo, en lo que parecìa la recepciòn se hallaba una señorita atendiendo llamadas, pasando carpetas y llenando informes. Encima suyo tenìa un cuadro enorme con el logotipo de una famosa empresa y de pronto todo tuvo sentido, la habìan traìdo al trabajo de su hermano.

Cuando la recepcionista los vio llegar, se detuvo en seco para regañar al chico. —¡Mikuo, tu manager lleva casi media hora buscándote! Deberías ir a buscarlo y — su mirada se posò en Rin —... ¿es ella? ¿la hermana de Len? Cielos; qué tonterías digo, es obvio que sí.

Èl también volteò hacia ella — ¿En serio? No les encuentro parecido.

Las dos mujeres se le quedaron viendo extrañadas. La vista de Mikuo debìa estar muy mal, seguramente.

—Le comentaré a Kiyoteru que te programe una cita con el oculista. —Se burlò la muchacha.

—Qué atenta, Lily. Gracias.

—No es problema, cariño. Sabes que me preocupo por ti —pasó la mano por su gorra, quitándola y despeinándolo ligeramente de una forma más bien maternal—. Len se haya en la sala de baile, los chicos en el estudio uno y Kiyoteru... bueno, mejor apresura el paso si deseas evitar un buen golpe —una puerta se cerró estrepitosamente, espantando a casi todos los presentes. Hacia ellos avanzó un hombre de cabello marròn y algunas canas, seguramente producto del estrés. Se veìa enojado.

Que nadie se entereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora