8. La sorpresa de Len

170 14 1
                                    

Hey, everybody!

Explicaciones de mi ausencia y futuro al final. Justo ahora sé que he tardado con esta actualización, así que habrá más LenxRin aquí y más hard en los siguientes capítulos.

GÓZENLO, mushashones y mushashonas!! xD

~°~°~°~°~°~°~°~°~°~°~°~°

La pequeña Rin sintió una extraña sensación en su mejilla; realmente no quería despertar por lo que decidió simplemente ignorar la sensación.

Volvió a sentir algo, y esta vez durante un momento más largo. De acuerdo, de acuerdo, tenía que levantarse y eso le quedaba claro. Para cuando abrió los ojos vio a Len parado junto a ella, despertándola con un beso en la mejilla. Pequeño acto que le hizo despertar por completo con el rostro tan rojo como un tomate.

—Al fin despiertas, hermanita —le dijo con una dulce sonrisa.

Rin sonrió con felicidad. No había mejor forma de despertar que esa. —Buenos días, onii-chan.

—Sí, buenos días —ella se inclinó sobre la cama alcanzando nuevamente el rostro de su hermano; besando su nariz, su mejilla... y acercándose lentamente hacia sus labios—. Wow, wow, wow. ¿Qué intentas hacer, hermanita?

Parpadeó dos veces al notar el desconcierto de Len por sus acciones.

«Claro, soy su hermanita» —Lo siento, debo seguir medio dormida.

Él la miró aún confundido. —Seguro —revolvió su cabello con ternura en su mirada—... cámbiate ya. Hoy quiero que pasemos todo el día juntos, ¿qué opinas?

Los ojos de Rin se iluminaron al escuchar aquellas palabras —¡¿En verdad?!

—Sí, así que apresúrate y en cuanto termines bajas para que desayunemos juntos.

Rin se apresuró a salir de la cama, tomó su toalla y mientras veía a Len desaparecer por la puerta un suspiro de amor salió de entre sus labios abriendo paso a una inmensa sonrisa; sí, ella amaba demasiado a su hermano.

Al entrar en el baño tuvo cuidado de frotar con cuidado cada parte de su cuerpo, imaginando cualquier posibilidad por ridícula que pareciera. Cepilló con prisa sus rubios cabellos atando un listón blanco a modo de diadema, tal como le gustaba. Deseaba que Len la mirara tanto como quería lucir cómoda y relajada. De su aún no desempacada maleta extrajo un vestido blanco, su favorito. Era extraño, pero le gustaba imaginar que aquel era como un vestido de novia, que sus sentimientos alcanzarían a Len y sonarían campanas de boda para ambos más pronto de lo imaginado.

«Una idea muy tonta, pero la esperanza es lo último que muere»

Se puso a buscar unos tacones de poca altura, pues a decir verdad Len no era demasiado alto y lo último que ambos querían era que ella luciera más grande. Cuando dio con ellos se dirigió hacia el espejo de cuerpo completo que yacía al lado del ropero. Asintió complacida con su apariencia y antes de salir de la habitación roció sobre su cuello un par de gotas de su perfume favorito y se untó brillo labial. Los pequeños detalles siempre hacen la diferencia, decía su madrastra.

Al bajar por las escaleras su hermano la esperaba con un desayuno a la americana: huevos, tocino, pan tostado y un jugo de naranja. Era encantador, aunque para su desgracia él no volteó ni una sola vez para verla detenidamente durante todo el tiempo que se sentaron sobre la mesa.

«No desesperes, el día apenas comienza»

—¿Lista para irnos?

La pregunta la sacó de sus pensamientos, Len jalaba de su mano para guiarla hasta la salida del departamento. —¿Ir a dónde?

Que nadie se entereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora