Capítulo 20.

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-¡Alison! ¿Qué pasa?- pregunto Alizz, solo podía escucharla y no del todo su voz se escuchaba lejos aunque sabía que estaba a mi lado, no podía verla, estaba desesperada.

-¡Alison! ¡Alison! ¿Por qué estas llorando? ¿Qué pasa?... ¿Alison?- y fue lo último que escuche.

Cuando abrí los ojos estaba en una camilla las luz me cegaba, parpadee muchas beses y vi a mi madre a mi lado.

-¿Estas bien mi vida?- preguntó.

-No mamá, no lo estoy, me tengo que ir, tengo que ir a ver a Liam.- dije levantándome.

-No nena, no puedes irte así sin más, quédate ahí, que te puedes sacar la aguja del brazo.

Ni siquiera me había dado cuenta que tenía un suero en el brazo.

-Mamá, necesito ver a Liam, por favor, necesito verlo, debo saber cómo esta- dije llorando.

-Tranquila mi niña, cálmate ¿sí?.

-¡Papá! Por favor llévame a ver a Liam- le supliqué viéndolo parado en la puerta.

-Hija… Lo siento… Liam… él está muy mal, Alizz ha ido a donde esta y le dijeron que no lo puede ver, está en el quirófano.

-¡Oh Dios mío!- me cubrí la cara con las manos. Papá se sentó a mi lado en la camilla y me abrazó.

-Le pediré al doctor que te saque de aquí cariño, en la casa estarás más calmada.- dijo mi padre besando mi frente, se levantó y se fue. Media hora después papá volvió con el médico.

-Hola Alison- dijo el doctor.

-Hola- susurré.

-Soy el padre de Elliot, sé que no me conoces pero él me ha hablado de ti.- explicó.

-Me quiero ir- dije llorosa.

-Y lo harás, no tienes nada grave solo te desmayaste.- dijo sonriéndome, lamentablemente no pude devolverle la sonrisa.- Se pueden ir cuando quieran.- dijo el padre de Elliot a mis padres. Mi padre salió junto al doctor mientras una enfermera me quitaba el suero y mamá me pasaba la ropa que me habían quitado no sé cuándo.

-Vamos- me ayudó a levantarme cuando nos íbamos.

-¡Mamá! Estoy bien solo fue un desmayo, ya deja de preocuparte- dije sin ánimos.- ¿Dónde está Liam?.

-Alison, lo veras luego, él está en reposo- dijo mamá.- ¡y ya no preguntes!

Llegamos a casa y me encerré en mi cuarto, me tiré en la cama y empecé a llorar de nuevo.

El domingo, mamá no me quiso llevar a ver a Liam y me llevo a casa de los abuelos, ella no quería que yo fuera al hospital y nadie entendía que necesitaba ver a Liam. Cuando llegué a casa de los abuelos ni siquiera saludé y subí a mi cuarto adoptivo y empecé a llorar de nuevo, luego de un rato la abuela tocó mi puerta.

-Cariño, ¿puedo pasar?- pregunta del otro lado de la puerta. No respondí. Ella entró.

-Princesa no estés mal, Liam se pondrá bien- se sentó a mi lado en la cama y me daba suaves caricias por la espalda. Yo sollozaba sin parar, no quería creer que mi vida se haya vuelto tan miserable, no lo aguantaba, ya no quería estar aquí, no quería ver a nadie, no quería escuchar a nadie, solo deseaba una sola cosa, ver a Liam y no me dejaban verlo.

-Abuela vete, por favor- dije alejándome de ella.

-Por favor princesa, no estés así.

-Vete, por favor, déjame sola no quiero ver a nadie y se lo puedes decir a todos cuando bajes- dije fría, la abuela me miró triste, no quería hacerla sufrir pero quería estar sola, no quería que me viera destrozada no quería que nadie me viera así. La abuela se fue, fui hasta la puerta y la cerré con llave, me deslice al piso, abrace mis rodillas y dejé salir las lágrimas.

¡Tú, siempre serás tú! (COMPLETA.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora