-6 Horas

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-6 Horas                                 Jake (Pirata)


Siete puñaladas pueden terminar con un ser humano.

Un solo disparo a la cabeza de un androide termina con este definitivamente.


Apoyó una mano contra el suelo, con lentitud logró sentarse. Tocó sus labios, el líquido rojo manchó sus dedos y el olor a hierro lo mareó, aunque estaba seguro de que no era culpa exactamente de esa esencia. Le dolía todo el cuerpo, estaba seguro de que bajo las ropas negras desaliñadas que llevaba había demasiados cortes.

Revisó su reloj, faltaban seis horas. Tenía un mensaje indicando que la asesina de su hermanito había sido identificada y asesinada, ningún detalle sobre la mujer, ni los motivos, solo eso: su nombre. Soltó un grito, más similar a un jadeo por la falta de fuerzas, ni siquiera fue él quien acabó con la vida de aquella mujer.

Era un fracaso.

Apartó las ropas para observar sus heridas, masculló una maldición por lo bajo, estaba bastante mal. Necesitaba reparar el daño lo antes posible, si quería alcanzar a LA PARCA. Aquel par de matones habían logrado dejarlo bastante destrozado, pero aquello no se comparaba a la sensación de traición que existía en su pecho en ese preciso instante.

Un idiota, sí, eso había sido.

Los ojos violetas de una mujer, una sonrisa maliciosa

La promesa de un mejor mañana, de una vida justa

Y la puñalada por la espalda cuando supo la verdad

<<Un gran grupo de idiotas>>

Utilizó la pared detrás de él como soporte para lograr ponerse en pie, jadeó en busca de aire y sintió un pinchazo en un costado. Cerró los ojos, todo sería más sencillo si Kurt estuviera a su lado, aunque fuera en la forma que las estrellas le habían otorgado; pero ya no estaba con él, y su pecho dolía aún más que antes.

Buscó el lugar donde estaba, la pantalla que se extendió frente a él le enseñó un callejón detrás de un viejo hotel, cerca de la única puerta conocida que llevaba al exterior. Estaba a más de un kilómetro del médico más cercano y sabía que no alcanzaría a llegar, no en la condición en la que se encontraba.

Estaba en una de las zonas más bajas de la ciudad, demasiado cercana al muro que los separaba de un exterior aparentemente salvaje. Jack ya no podía estar seguro de sí lo que sabía era cierto, no después de aquella paliza y la traición que terminó por destrozar todas las esperanzas que tenía.

Observó aquello que poseían por cielo, tan oscuro, tan desprovisto de la belleza que clamaban existía en un firmamento real. Las estrellas, eso quería ver él, de la misma forma en que Kurt las había visto al morir y regresar. ¿Serían ellas tan piadosas como para hacer lo mismo con él? No le importaba ser un Golt, un ser creado con polvo de astros y destinado a estar ligado a quien pudiera vengarlo.

Si de esa forma podía estar con Kurt, no importaba. Lo quería. Quería esa casi vida que las luces en el cielo ofrecían, por el precio que fuera. También necesitaba vengarse, por él, por su hermano, por todos sus hermanos piratas que habían creído en una falsedad tan grande como lo era aquella rebelión.

No eran revolucionarios, eran solo marionetas.

La última lágrima de su amado

El cuchillo que destrozó el vínculo

Los ojos violetas llenos de felicidad

Sus pies se movieron con lentitud, el mundo daba vueltas a su alrededor y su mente estaba enfocada en una sola cosa: encontrar la forma de ver las estrellas antes de morir. No tenía esperanza alguna de vivir, no cuando todo dolía y encontrarse con alguien que le ayudase a curarse no sería fácil.

Los puntos negros que aparecían en su campo de visión hacían el proceso de andar mucho más complicado. ¿No podía morir ahí mismo?

Tropezó, su cuerpo golpeó el suelo con la fuerza suficiente para que no se pudiera levantar de nuevo. Había logrado salir del callejón, estaba tirado en medio de una calle algo transitada y sentía la mirada de las personas sobre él. A nadie le importaba un moribundo, no a uno que parecía ser de aquellos que habitaban en la calle.

Cerró los ojos. Si no hubiera salido esa noche su hermano seguiría vivo, estaría tirado en un sofá en aquel apartamento en el centro, Kurt le hablaría a ratos mientras él intentaba perderse en sus pensamientos. Si hubiera estado en casa, tampoco sabría que su lucha no tenía el más mínimo sentido.

Iba a morir ahí, lo sabía, su cuerpo estaba preso del dolor y este no lo abandonaría con facilidad. Y la sangre, la olía, la sentía contra su piel. ¿Cuánto podía tardar alguien en morir? Nunca había pensado en eso, sabía el tiempo que tomaba para freír a un androide, unos cuantos segundos.

<<Kurt>>

Quería convencerse de que nada de lo que había pasado era culpa de una traición grande. No quería pensar que LA PARCA era un fraude, que sus asesinos eran un par de ciborgs demasiado grandes que disfrutaban con el sufrimiento humano. La idea de toda la operación sirviendo a un propósito tan asqueroso.

Y Kurt, su novio, su esposo, su compañero. Arrancado de su lado, con su único vínculo destrozado y la esperanza de volver a verlo hecha añicos.

No era la forma en que deseaba morir. Tirado en la calle, con las personas aglomerándose a su alrededor, viendo cómo moría sin hacer nada para ayudarle. Humanos, ciborgs y androides, todos por igual, desalmados.

Jake cerró los ojos, cansado de luchar por su vida.

Una joven de cabellos rubios se acercó, alejó a todos los curiosos con una mirada asesina y tomó el cuerpo moribundo del pirata con cuidado. Ella había investigado lo suficiente como para saber qué debía hacer, no quería ver más gente morir esa madrugada, no cuando se podía hacer algo para detener toda la masacre.

Las estrellas le ayudarían, confiaba en ellas de forma ciega. El mismo poder que le había otorgado un nuevo cuerpo sería capaz de ayudarle a salvar una sociedad decadente.


Hábitos de un FugitivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora