Dos Vidas Contigo [Navi]

11

Después de disfrutar ampliamente de la cena preparada por N, ambos conversaron un rato sobre cosas sin importancia, hasta que lentamente comenzaron a besarse, Ravi se contenía, después del susto que habían pasado ya algún tiempo, no quería apresurar las cosas si eso le podía causar algún problema más serio a N, pero él ya estaba decidido, quería dar el siguiente paso a su relación y a pesar de lo que pensaba Ravi, N confiaba plenamente en él y sabía que no lo lastimaría.

N se levantó del sillón en dónde se encontraban y tendiéndole la mano, subieron las escaleras hasta la entrada del cuarto de Ravi besándolo nuevamente enfrente de la puerta. Antes de abrirla, sacó del bolsillo de su pantalón un pañuelo y vendo los ojos de Ravi.

— ¿Pero qué...? — protestó Ravi al ver las intenciones de N.

— Tranquilo, es que no quiero que arruines la sorpresa — le dijo N al oído de una manera sexy.

Abrió la puerta de la habitación y lo ayudó a entrar en ella, lo primero que pudo notar Ravi fue el sutil olor de las velas aromáticas y la ansiedad del momento junto con la excitación, se estaban apoderando de su cuerpo.

N retomó su asalto de besar a Won Sik y le pidió que se sentara en la cama hasta llegar al dosel de la misma, lo cual fue todo un espectáculo para N, porque Ravi con los ojos vendados no podía ver nada y se movía con demasiada cautela. Una vez colocado donde le había indicado N le pidió que se quitara el pañuelo.

— Ahora levanta las manos como si quisieras tocar la pared. Y no se te ocurra moverlas — le dijo firmemente N.

Ravi le dirigió una sonrisa que hizo que se le derritieran los huesos. Mientras N lo miraba fijamente a los ojos parado en el extremo de la cama.

— ¿Estás seguro?

— Muy seguro — dijo N sonriéndole de lado y comenzó a desprenderse de su ropa. E instintivamente Ravi comenzó a hacer lo mismo, sin dejar de mirar el espectáculo que le estaba mostrando N.

Después de quitar su camisa y el pantalón, Ravi colocó los brazos como N quería, haciéndole sentir muy orgulloso de sí mismo. N se subió a la cama y se sentó a horcadas en las piernas de Ravi, que le recorrió el pecho y el vientre con una mirada ardiente, haciéndole ser consciente de que estaba casi desnudo. Cuando se acercó a Ravi, cada célula del cuerpo de N se removía de excitación y anticipación.

Miró los brazos extendidos de Ravi en aquella falsa pose de esclavitud, Ravi era su cautivo. Si se quedaba de esa manera, cada parte de aquel cuerpo sería suya, para explorarlo a su voluntad, incluyendo el imponente montículo que abultaba el bóxer de Ravi. Apartó los ojos de allí y miro a Ravi al rostro.

— Recuérdalo — susurró N. —No bajes las manos. No las muevas.

— Ok, está bien, te lo prometo — le contestó Ravi siguiéndole el juego.

N inclinó la cabeza y comenzó a saborearlo, besando y mordisqueando cada centímetro del torso masculino y bien marcado de Ravi, siguió bajando. La piel, firme y tensa, delineaba cada músculo. Le deslizó las manos por el pecho, disfrutando del contacto. No pudo resistirse a los pezones color café y los capturó con los labios, haciendo que Ravi se contorsionara debajo de él. Cuando se demoró allí, a Ravi se le puso la piel de gallina y soltó un profundo gemido entrecortado. N levantó la cabeza lentamente y lo miró a los ojos.

— Voy a quitarte el bóxer.

— ¿Ahora? — dijo Ravi con voz ronca por la excitación.

El crudo deseo en la mirada de Ravi le recordó a N que estaba jugando con fuego. Pero no pensaba retroceder; bajó las manos hasta la línea del bóxer, y con un movimiento fluido lo bajo hasta quitárselo totalmente ayudado por Ravi.