10 meses después.
N estaba repartiéndole las comandas a Jin, el asistente de cocina de su abuelo. Después de la operación, había comenzado a trabajar en el restaurante, debido a que ahora, si podía hacer casi de todo, aunque todavía le costaba acostumbrarse un poco, como siempre había dependido de los demás, le parecía la cosa más fascinante del mundo poder hacerlo por sí solo.
Tanto su abuelo como su madre, estaban al pendiente de todo lo que hacía N, para ellos el poder verlo valerse por sí solo, también les causaba tanta alegría, ya que por fin la vida de Hak Yeon estaba comenzando a despegar.
Lo único que mortificaba a N era la horrible cicatriz que le había quedado debido a la operación, pero bien valía la pena tenerla si de ahora en adelante podía tener un vida normal. Por las tardes, salía casi todos los días a pasear en bicicleta, de niño nunca lo pudo hacer, y ahora gracias a su nuevo corazón disfrutaba ampliamente hacerlo. Recorría todo el barrio y en más de una ocasión se demoró más de lo normal, y en cuanto regresaba a casa, tanto su abuelo como su madre lo esperaban enojados.
— N no te olvides de tu cita hoy en la tarde.
— Claro que no mamá, bien sabes que tengo una alarma que me lo recuerda todos los meses.
— Si ya sé, pero por si acaso te lo vuelvo a recordar yo.
Después de su turno que solo era hasta medio día, término de atender algunos clientes, y subió a su habitación para poder cambiarse y estar listo para su revisión mensual con su cardiólogo.
— N ya te recordó tu madre la cita con el doctor — dijo desde el pasillo su abuelo.
— Si abuelo estoy terminando de vestirme.
N se encontraba como siempre desde que salió del hospital mirándose la cicatriz en medio de su pecho. Su abuelo entró en ese momento y mirándolo como otras veces agregó.
— Ya casi no se te nota.
— Yo aún la veo.
— Hak Yeon, quien te quiera te querrá a ti no a tu cicatriz.
— Pero abuelo, mira — dijo N señalándola.
— Ya, termina de arreglarte y deja en paz esa cicatriz.
— Está bien — dijo resignado N.
Término de colocarse la camisa, tratando de abotonarla hasta arriba, para impedir que se le viera la cicatriz, le gustaba más vestir playeras que llegaban hasta arriba, pero odiaba tener que salir al hospital con camisas, que por el corte que tenían, dejaban ver un poco de la cicatriz.
Llegó a su revisión puntual como siempre, la enfermera le indicó donde cambiarse y lo hizo, como todos los meses después de que saliera del hospital. El doctor le recetó algunos medicamentos más, por algunas molestias que había sentido, y la visita terminó en menos de 15 minutos.
Mientras tanto Ravi, del otro lado de la ciudad, discutía con uno de los residentes que tenía a su cargo debido a que no había estado presente para recibir los materiales que necesitaban para esa semana.
— Arquitecto ya se lo dije, solo me fui por una hora.
— Eso ya me lo dijiste, ahora por no estar aquí, nos van a traer el material hasta mañana, lo cual hará que todo se retrase.
Su mejor amigo y colega en la obra Hongbin, intervino para que dejara de regañar al residente.
— Oye tranquilo, no pasa nada por un día más de trabajo.
— Y me lo dices tan calmado — dijo Ravi entrando en su oficina.
— Está bien admito que fue un error, pero todos los comentemos, ya relájate.
Para Ravi poder terminar la remodelación era parte vital de su día a día, después de que le costara enfrentarse al Colegio de Arquitectos para que pudieran firmar los permisos correspondientes para la remodelación, había estado más que exaltado en más de una ocasión, por el mismo motivo.
El único que le hacía compañía era Hongbin, que lo conocía desde hacía más de 10 años, él siempre estaba tratando de darle palabras de apoyo, para que comenzara a retomar su vida como antes, pero Ravi siempre se negaba, decía que quería terminar primero la remodelación con la cual su amado esposo siempre había soñado, y después consideraría emprender nuevamente su vida.
— ¿Por qué no vamos a tomar algo esta noche? — le dijo de repente Hongbin.
— No lo creo, no estoy de humor.
— Precisamente por eso, así te relajas y yo también.
— Yo ya no estoy para eso, bien lo sabes.
— ¡Oh vamos! Won Sik, no crees que ya es hora de conocer gente nueva.
— No.
Sus discusiones, cada vez que Hongbin insistía en que salieran a algún bar a tomar algo, siempre terminaban así, con Ravi negándose hasta más no poder. Pero su amigo no perdía la esperanza que algún día, le tomara la palabra y salieran a algún lado, para que Ravi conociera a alguien más.
Lo había visto sufrir por meses, incluso su casa era el vivo reflejo de ello, Ravi solo paraba ahí para dormir, ya que todo en la casa le recordaba a Taek, y siempre se lo imaginaba bajando las escaleras de caracol, o realizando algún guiso en la cocina, o en su estudio de fotografía, retocando algunas de ellas. Ni siquiera había quitado las pertenecías de Taek, de la habitación que compartían juntos, su ropa y demás objetos personales todavía estaban acomodados en el mismo lugar. Era como si Ravi esperara que regresara de su viaje y volviera a ser todo como era antes.
* * *
— Si ya terminaste de escribirla, ¿Porque aún no la envías? — le preguntó su abuelo a N.
— No sé, es que siento que es demasiado raro enviar una carta a la familia de mi donador.
— Solo es una muestra de agradecimiento, además ya casi se cumple un año, tal vez ni se acuerden de ello.
— Si, tienes razón, en la mañana pasaré por el correo y la enviaré.
— Eso es, ahora ayúdame con los platos para la cena.
A Hak Yeon le habían dado la oportunidad de escribir una carta de agradecimiento, por haber recibido el corazón que ahora latía en su pecho, pero él simplemente pensaba que, para la persona que la recibiera tal vez podría ser muy duro, porque le recordaría que la persona de la que tomaron su ahora corazón ya no estaba con vida.
Un día, después de terminar con su turno en el restaurante N, salió a dar su ya clásico recorrido por las calles de Seúl, cuando cruzando un par de calles, llego hasta un parque, que solo había visto en la lejanía, entro por las líneas para bicicletas, cuando de pronto, sintió algo de sed, y llegó hasta un pequeño puesto donde vendían jugos.
Pidió uno de naranja, y tomándolo decidió descansar por un momento en una de las bancas del parque. Ravi estaba corriendo su tercera vuelta al parque, era lo único que todavía seguía haciendo después de la muerte de Taek, le gustaba estar en buena forma, además de que correr le daba el pretexto perfecto para distraerse y desaparecer del mundo escuchando su música.
Cuando N se levantó para tirar en el bote de basura el frasco del jugo, Ravi pasó a su lado corriendo, y por un segundo sintió un pequeño jalón en su corazón, tocándose el pecho se quedó paralizado un momento, después de que corroborara que no era nada según él, subió a su bicicleta y regresó a casa.
Más tarde al llegar Ravi a su casa, se llevó la sorpresa que tenía correo, tomó entre sus manos, una pequeña carta dirigida a la familia de Taek, y sintió una punzada en su pecho cuando descubrió que era de la persona que había recibido el corazón de Leo.
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Dos Vidas Contigo [Navi]
FanficEn la ciudad de Seúl, Kim Won Sik ha llevado una dichosa vida normal como arquitecto y marido enamorado hasta que una noche de pesadilla, su amado esposo Jung Taek Woon, un reconocido fotógrafo, muere tras un accidente. Perseguido por su memoria y a...