Prologo.

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Camino hacia mi cueva, mis colas se arrastran en la blanca nieve, camuflándose. Un fuerte viento invernal sopla, empujándome hacia oeste. Me abrazo a mi misma para entrar en calor.

La nieve comienza a caer de manera lenta, las fuertes ventiscas paran. Extiendo mis brazos, dejando que la nieve caiga en mis manos y sigo caminando hasta adentrarme a un bosque nevado.

Acaricio las hojas de la flora del lugar, quitando la nieve que tenían encima.

Llego a mi cueva en cuestión de minutos, me acurruco en el fondo de esta, refugiando mi cuerpo del exterior. Con el pasar de las horas la nieve comenzó a caer en más cantidad, estaba segura que, al anochecer, una tormenta atacaría el bosque. No quería estar aquí cuando eso pase.

—Ten. — escucho a una voz femenina a mi derecha.

Giro mi cabeza y veo a una mujer, de cabellos negros como la noche, ojos grises como la ceniza y esbelta figura. Estaba sentada en una roca de la cueva, de piernas cruzadas y una caperuza en su falda.

—¿Qué quieres que haga con esto? No será suficiente abrigo para esta noche. — digo, de mal humor.

—No seas tonta Ahri. Vete de aquí, si no quieres morir en la tormenta. — ordena ella, colocando las caperuza sobre mis hombros.

—Pero, acabo de llegar. — me quejo.

—Tu vida es más importante que estar en está fea cueva. Ve al pueblo más cercano y deja de quejarte.

—Ya me da igual morir. — comento, quitando la caperuza, la mujer vuelve a ponerla sobre mis hombros y me ayuda a ponerme de pie.

—Deja de lamentarte y sal, ve a buscar un refugio más acogedor que... Esto. — dice la última palabra con un poco de asco.

Suspiro, cansada que de que se comporte como mi madre... Aunque... Sea un poco agradable tenerla aquí.

—¿Tu estarás ahí?— pregunto, volteando a verla.

Hayami acaricia mi cabello y sonríe.

—Siempre estaré ahí. Jamás te dejaré sola, no quiero que te hagas daño, querida.

Dejo caer mi cabeza sobre su mano, relajada.

Salgo de la cueva y me encamino al pueblo del oeste; era pequeño, pero acogedor, y se podían hacer muy buenos negocios.

Mi Flor de CerezoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora