Ahri, la vastaya de nueve colas.
El amanecer acarició la nieve y los altos árboles que nos brindaban un poco de sombra aquella mañana, estiro mis brazos al cielo y rasco detrás de mis orejas, un poco cansada. Trato de abrir bien mis ojos y logro ver a mi amado Yasuo, quien seguía durmiendo cómodamente en la blanda y fría nieve, él yacía acostado a mi lado, y hace un momento, su cabeza se posaba en mi vientre. Acaricio su cabeza, pasando mis dedos entre su desordenada cabellera castaña y suspiro. ¿Debería decirle acerca de mi poder?
—Te temerá, sé que no quieres eso. — habló Hayami, quien se apareció luego de un largo tiempo.
Ella me explicó que solo me hablaría para darme consejos por un breve tiempo; a pesar de que me vea como su hija, y quiera protegerme de cualquier persona o mis propios errores, ella supo aceptar a Yasuo, y que no le quedaba mucho tiempo para desaparecer completamente. Mencionó que no había nada que pueda evitar su ida, ya que lo único que debía hacer era matarme, para poder tomar mi cuerpo, pero ella ya se encariñó de mí y prefería desaparecer a verme morir.
—Lo sé. —murmuro, cerrando mis ojos por segundos.
Me levanto de la fría superficie y camino de forma lenta hacía los altos árboles, las ramas de estos se movían de este a oeste gracias a la brisa que corría en ese momento. La vista era linda, el ver pasar los rayos solares por entre las ramas y que llegarán a iluminar la nieve me satisfacía. Pero ese día, una parte del suelo se sentía extraña, al pisarlo, dolía por la dureza que tenía. Mi corazón me pedía que me alejará, que era peligroso, pero mi instinto y mi mente me decían lo contrario, me rogaba quedarme e investigar, encontraría nuevas cosas con las que reviviria sentimientos, y experimentaría uno nuevo. Sigo encima de la superficie dura, y comparo el suelo, para comprobar si solo era mi imaginación o si la diferencia era cierta.
Y si que lo era.
¿Ahora qué hago? Me pregunto a mi misma, sin mover un dedo, por si un enemigo se encontraba cerca. ¿Debería escapar? No, no soy una cobarde, y no le daré el gusto a mi enemigo de creer que lo soy. ¿Si no huyo, peleo? Sería la opción más acertada, pero Yasuo podía despertar y tal vez descubra lo que en verdad soy.
Un monstruo.
La única opción que me quedaba era inspeccionar y descubrir que era aquella materia dura que se escondía en la nieve. Suspiro y comienzo a escarbar disimuladamente con mi pie, muevo mis colas de lado a lado, ansiosa y desesperada, mientras que a la vez miro hacia todas las direcciones posibles, para asegurarme que no hay nadie cerca.
Me dentego en seco cuando mis orejas percatan un sonido algo aterrador. Un grito, que podía confundirse con una molesta risa o un terrible sollozo. Mis ojos se posan en el arco que dos árboles formaban, allí había una chica de largas trenzas celestes, un rebelde mechón caía sobre su ojo izquierdo, no lograba cubrirlo, pero lograba darle un aspecto algo juvenil; su cuerpo era delgado y parecia no traer mucha ropa, ya que solo un enorme y llamativo abrigo de piel cubría la mitad de este; aparentaba tener unos diecisiete años, pero su rostro decía otra cosa, parecía haber pasado por mucho, y me daba la sensación de que no dormía lo suficiente por las enormes bolsas que decoraban la parte inferior de sus ojos carmesí.
Era una chica extraña, jamás vi a una joniana de cabellos azules y ojos tan llamativos como aquellos, por lo tanto, sabía que no era de aquí. ¿Noxiana tal vez? ¿Estarán planeando otra emboscada y estarán usando a esta niña como cebo? Ellos eran capaces de tal cosa. Mis pensamientos se bloquean cuando la joven se acerca a mi con rapidez; deseo moverme pero no era capaz, no por miedo a ella, sino por miedo a mis decisiones.
—Ayúdame. —suplica ella, saltando a mis brazos, hundiendo su cara en mi pecho.
La escucho gruñir, pero no le presté mucha atención.
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Mi Flor de Cerezo
RomanceAhri era una vastaya, ella había crecido sola, jamás había conocido a su familia original. Ella solo poseía un amuleto y dos gemas idénticas que siempre llevaba consigo. Yasuo era un hombre sin honor, el vagaba por Runaterra en busca del asesino del...