6. Fuego y Estrellas.

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Yasuo, El Imperdonable

La noche cayó, Ahri había realizado una hoguera donde se encontraban varias ramas apiladas de manera desordenada. La vastaya me había ordenado ir a buscar más, cuando volví el fuego ya estaba encendido como por arte de magia.

Nos sentamos en la fría nieve, la tierra se dejaba ver alrededor de la fogata; los ojos de Ahri brillaban de una manera única con la luz del fuego, las llamas se reflejaban en estos. La mujer zorro había pescado la cena, ella no comería, no tenía idea de la razón.

Clavo el pescado en mi espada y lo cocino, Ahri calentaba sus manos en el fuego, frotándo las palmas en sus piernas.

-¿No quieres comer? -pregunto, alzando la espada con el pescado.

Ella niega con su cabeza.

-La comida se hace ceniza en mi boca. -contesta.

La miro con rareza. Su raza no comía carnes ni frutas. Si no se podían alimentar de eso ¿Que comían?

-¿Y como te alimentas?-pregunto.

Escucho el chasquido de las ramas al quemarse, ese sonido logra que Ahri mueva sus orejas a cada segundo.

-La magia salvaje es suficiente para poder vivir y tener energía, no es necesario comer.

Asiento y muerdo el pescado, estaba delicioso. La mujer zorro tenía la mirada perdida en el fuego, las llamas danzantes se reflejaban en estos. Pareciera que su pasado o algún recuerdo se pasara por el fuego si lo miraba fijamente. Aparto la vista, terminando de comer mi cena.

Luego de comer limpio mi espada con la nieve. Ahri se acuesta al lado de la fogata, me indica que la siga. La imito y me quedo viendo el fuego danzante, el cual aún no se extinguía; la vastaya miraba las estrellas en el cielo.

-Así que eres un soldado de Jonia ¿Qué hace un hombre tan honorable como tú en un sitio casi olvidado como este? -pregunta, colocando sus manos en su vientre.

Río, soltando un bufido. ¿Cómo había llegado a la conclusión de que le servía a Jonia? Ahri me mira, extrañada por aquella reacción.

-No soy un soldado joniano-río. -, participé junto a otros jonianos el día de la invasión noxiana, creyendo que mi espada haría la diferencia ese día, pero no soy ni la mitad de honorable que aquellos que murieron tratando de defender éstas tierras.

La vastaya frunce el ceño y me mira.

-No entiendo porque dices que no eres honorable, eres una de las tantas personas que defendió Jonia, y una de las pocas que sobrevivió...

-No sabes la historia completa, Ahri. -la interrumpo.

-¿Y cuál es la historia completa?

-Pelee una guerra que no era mía, desobedecí una orden, la cual era sencilla: cuidar a un anciano; mataron al viejo con una técnica que solo yo dominaba, imagina a quien culparon por su muerte. Maté a varios asesinos que quisieron capturarme por un crimen que no había cometido, entre ellos, mi hermano.

Ahri no dice nada.

-Me dijiste que habían matado a tu hermano en un duelo... Mentiste. -dice, molesta.

Mi Flor de CerezoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora