Ahri, la vastaya de nueve colas.
Wukong caminaba a mi lado, me explicaba la razón de su visita; Yasuo estaba embobado mirando como la brisa movía las ramas de los árboles, dejando caer un poco de nieve que las ramas sujetaban. Su cabello lucía lindo cubierto de nieve, lo hacía ver adorable. Él gira su cabeza, y antes de que sus ojos se topen con los míos miro al frente, fingiendo prestar atención a lo que Wukong decía; el vastaya se percata de mis acciones y avanza un poco más, logrando que no pueda ver a Yasuo.
—¿Me estás escuchando? —pregunta, de mal humor.
—Claro, aunque estoy algo distraída ¿Podrías repetirlo? —contesto, con un tono de voz normal, ocultando mi molestia.
—Sé que estás distraída, quiero creer que no es por... el viento. —dice, refiriéndose a Yasuo.
Gruño, encorvando un poco mi espalda y bajando las orejas.
—No seas estúpido y repite lo que estabas diciendo hace un momento. —pido, frunciendo el ceño.
El vastaya ríe.
—Como decía, Demacia es un lugar demasiado molesto para alguien que vive gracias a la magia; a mí no me afectó tanto, pero si tú llegas a pisar aquella nación, morirías en un par de horas.
—¿Tan malo es? —pregunto, angustiada.
—Para alguien que no está acostumbrado a vivir sin magia, es de lo peor; aquellos muros antimagia parecieran cerrarse cada vez más, y el pasar cerca de la enorme estatua de un coloso es aterrador... ¿Te imaginas despertarlo...?
—Creo que exageras. —dice Yasuo, interfiriendo en la conversación.
Su tono de voz sonaba diferente, no tenía ese tono suave que usaba cuando hablaba conmigo.
Wukong se sobresalta, gira a verlo y arruga el entrecejo.
—No deberías meterte en donde no te llaman, forajido. —dice el vastaya, empujando con una mano el hombro de Yasuo.
El humano ríe levemente, apoyando su brazo en el hombro del encorvado vastaya. Su risa sonaba como la de un noxiano. Una risa de alguien orgulloso y malvado.
—Demacia no es tan malo, si ella puede salir de los pequeños sectores en donde hay magia salvaje, puede sobrevivir en Demacia unas... ¿Cinco semanas? —dice de manera fría, calculando con sus dedos.
—La conozco más que tú, estoy seguro que saldrán a perseguirla para cortar sus colas y conservarlas como trofeos, pasará lo mismo en Noxus.
—Aquello pasará si Ahri te acompaña, noto que eres algo torpe y descuidado; actúas sin pensar. —dice, tocando la punta del Bö de Wukong con el índice. —Si ella fuera conmigo, lograría protegerla, soy más astuto que tú, además de ser un prodigio, nadie puede contra mi espada. —alardea.
La verdad, aquella pelea me parecía absurda, Wukong sabe bien que nadie me mataría, sabía defenderme, era poderosa. Aunque Yasuo no sabía acerca del monstruo que yo era, no hacía falta que prometa protegerme.
—Además, Ahri no tiene nada que hacer allí. —escucho decir a Wukong. Su voz logra sacarme de mi pequeña trance.
—Lo mismo opino, pero ella insistió en acompañarme... Ya sabes, alguien como yo no debe estar en Jonia mucho tiempo. —suspira tras decir eso, sacudiendo la nieve de su manto.
Wukong me mira, me regaña en silencio, sentía una gran carga sobre mis hombros en ese momento.
—Quiero salir de Jonia, recorrer Valoran. Es aburrido tener una larga vida y estar siempre en el mismo sitio. —comento, bajando la cabeza.
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Mi Flor de Cerezo
RomantikAhri era una vastaya, ella había crecido sola, jamás había conocido a su familia original. Ella solo poseía un amuleto y dos gemas idénticas que siempre llevaba consigo. Yasuo era un hombre sin honor, el vagaba por Runaterra en busca del asesino del...