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- Cállate- el ardor llego a mi mejilla, sabía que ella no se quedaría con esa espina-

- Solo los animales responden con agresión- dije mientras me sobaba la mejilla y recobraba mi compostura- a donde han ido sus modales Beatrix- no me rebajaría a ensuciar mis manos en tocarla

- Bastarda insolente- volvió a levantar su mano, me mantuve firme debo seguir provocándola.

- ¡Beatrix! - al fin alguien que la calme, gracias padre. - que sea la primera y última vez que la tocas, Mitsuki ve a tu habitación- asentí, el tiempo que llevo aquí me enseñó a tentarla y hacerla ver mal frente a mi padre, justo como hace unos momentos.

Las voces insistentes de mis hermanos en que me tome enserio esta lucha al fin han sido escuchadas, hare lo necesario para que ellos no sufran más, siento que se los debo, ellos se merecen vivir en paz. Y qué mejor manera que haciendo que ellas se destruyan mutuamente, y al final enfrentarme con la que quede. Mire el cielo pronto llovería nuevamente, tome el violín hace tiempo que no toco esa canción, aunque no sé dónde la aprendí.

- No creí que tocaras tan bien- me sorprendí por su presencia, él no comprende la palabra toca la puerta- te importa si me uno

- adelante- tomo uno de los violines que estaban en la pared he inicio a tocar.

La melodía cada vez tomaba cada vez mas forma, el sonido se encontraba completo, no sé porque esta canción me hace sentir que debo huir, escapar, luchar... esta es la única melodía que he entonado siempre pero ahora que Shuu la complementa siento esto, que es esta incomoda y triste sensación.

- Por qué te detienes- me pregunto al ver como soltaba el violín

- No lo sé... se me acalambraron los dedos de repente- intentaba moverlos, pero era inútil, el tomo mis manos para examinar y estaban tensas.

- Ten, esto te ayudara- fue a la mesa y me sirvió algo de agua, para dármela por un ¡beso!, intente reclamar, pero me sentía mareada, débil, que clase de agua es esta

- Lo lamento...- dijo al Reiji aparecer en la habitación-

- Es agua mezclada con morfina- porque hacen... esto sentía mis parpados pesados en cualquier momento caería dormida

- Yo me encargare y tu cuídala de esa mujer

Eso fue lo único que escuche antes de caer dormida.

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La mansión estaba vuelta un caos, por órdenes de Karl Heinz se dictó que todos los príncipes fueran encerrados por seguridad debido a la presencia del cazador en los terrenos del castillo, pero el segundo hijo no se encontraba en ninguna parte. La mujer de cabellos dorados y penetrantes ojos zafiros se encontraba en la orilla del lago suspiraba sabía que hoy sería su final, por lo menos quería admirar aquel lago donde conoció al único hombre que amo... aunque fuera por última vez. Sintió las primeras gotas de lluvia, elegantemente saco su sombrilla para esperar a su asesino, si iba a morir moriría con la grandeza con la que vivió.

No espero mucho cuando el joven de cabellos dorados apareció tras de ella con una pistola de balas de plata, ella sonrió no planeaba moriría sin dar pelea.

- Que modales, apuntar a una dama con esa sucia arma

- Es tu fin demonio- quito el seguro de la pistola

- Ya veremos

El primer disparo sonó, que esquivo la mujer de ojos azules con mucha agilidad se divertiría engañando a la muerte. El joven de ojos rojos veía la escena desde la cima de un árbol esperaría el momento para darle el toque final, miraba la interesante pelea mientras ojeaba su reloj, 10-9-8- los ataques de la rubia iban debilitándose- 7-6-5-4- varias balas rosaron su cuerpo y otras se enterraron en los brazos de la rubia provocando que huyera hacia la mansión – 3-2...1- el sonido de ruptura en el pecho de la mujer se escuchó por todos los rincones de la mansión.

La mujer de cabellos morados observaba todo por medio de sus familiares reía por la maravillosa escena, solo que daba ella y la mocosa, al fin el juego sería interesante. En cambio, en la habitación de la joven de ojos negros el primogénito de la familia la cuidaba la cantidad de morfina suministrada en ella la había hecho dormir, pero ahora se retorcía parecía experimentar pesadillas.

El toque de la espada de plata había sido dado, los ojos azules lentamente perdían la luz vieron cómo su atacante se marchaba, dejando ver una figura familiar, su hijo Reiji. Sonrió su deseo se había cumplido, pudo ver sus hijos crecer y verlos convertidos en hombres, ya podría descansar sabiendo que sus hijos tenían el suficiente poder para defenderse y lograr sus objetivos

- Gracias Reiji- esas palabras y la sonrisa de satisfacción que mostro molestaron al oji rojo, se suponía que debía rogar por su vida.

- ¡Porque... porque hasta el último día de tu vida no me das lo que quiero! - enterró nuevamente una espada en ella, aunque le doliera no quito su sonrisa.

- Te quiero hijo, cuida de tu hermano- sus últimas palabras no hacían más que lastimar su oscuro corazón.

Se alejó de cuerpo inerte de su madre, extendió su mano para quemar su cuerpo, pero fue detenido por una fina y delicada mano, miro a la dueña con espanto se suponía que no debería despertar, ni ver en el asesino que se había convertido.

Se soltó de su agarre dando unos pasos hacia atrás, no quería mancharla de su suciedad, en cambio ella dio unos cuantos pasos hacia el cayendo en sus manos, los efectos de la morfina no pasaban.

- No debiste salir de tu habitación

- No debiste cargar con todo esto... solo- bostezo-

- No quería que tu vieras esto

- Shh, ven entremos... hace... frio...– no continuo ya que se quedó dormida en sus brazos

Cada vez lo asombraba mas no importaba cuantos pecados cometieran, ella siempre estaría para calmarlos serles de soporte, la cargo y la llevo en la mansión dio una última vista al cadáver de su madre. No se arrepentía.

Con eso Mitsuki tendría el paso mas a la corona y traería la paz para él y sus hermanos.


· Queen requiem ·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora