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70 años habían pasado y la guerra entre las dos mujeres iba de mal en peor, la ventaja de la peli lila en el senado era admirable como no serlo, si había sobornado a la mitad de los representantes de las familias para ganar su aceptación en el consejo. En cambio, la oji negra se ganaba el cariño de sus hermanos y la gente del pueblo con grandes muestras de caridad, para el pueblo ella era su ángel, su salvación.

La joven de cabellos platinados se encontraba en la habitación de Kanato admirando el obsequio de este, desde su llegada había logrado que entre los 6 convivieran un poco más, para ellos no era una hermana era una madre, una mujer a quien, respetar y querer. Los pequeños detalles que ella tenía con ellos habían conmovido sus corazones, haciendo que ese sentimiento al que los humanos llamaban amor creciera en ellos, aunque debían callar para continuar con las apariencias de la familia real de la nueva tierra donde habitaban.

-          Es bellísimo kanato, no te hubieses molestado-

-          Algo bello para alguien bello, verdad teddy- la joven se acercó al vestido negro con encajes blancos- será el vestido perfecto para la fiesta de la otra semana, ¿cierto teddy?

-          De verdad, kanato te has superado

-          ¡Oye! Como te atreves a estar a solas con la rata albina sin ore-sama- la presencia del castaño junto al pelirrojo se hicieron presentes en la habitación – y esa cosa.

-          Es un vestido Ayato, no crees que se le vería bonito a Hime-chan- el impacto del peluche en su cara detuvo sus palabras. Provocando las risas de los presentes.

Pronto seria la fiesta de cumpleaños de su padre y todo debía ser perfecto. La joven aprovechando la discusión de los trillizos tomo la caja con el vestido y salió de la habitación, suspiro cansada, hace días había mandado a investigar sobre su madre y aun no recibía respuesta, de verdad deseaba saber quién era la mujer que la engendro y la causa por la que la abandono.

Al llegar a su habitación dejo la cajeta en la cama y se dirigió al balcón, la brisa fría no demoro en golpear su pálido rostro, sabía que su enfrentamiento final con Cordelia estaba cerca, lo sentía necesitaba preparar todo para salir ilesa, no por ella si no por sus hermanos.

-          Mi señora, ha llegado el espía- la aparición del mayordomo la alerto, pero la noticia que el espía había llegado la alegro esperabas resultados de su investigación.

-          Que pase lo esperaba- sonrió ampliamente para recibir a su invitado

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De verdad que pasar tiempo a solas despeja mi mente, aunque la seguridad de Mitsuki no deja de preocuparme. Ella me asombra cuando esas dos mujeres vivían la agredían diariamente e intentaban humillarla, pero ella no prestaba atención siempre mostro clase ante los demás, ganando la admiración de medio castillo.

El planear la muerte de nuestra madre fue algo repentino, noche tras noche no podía dormir ya que lo único que pasaba por mi mente era deshacerme de mi madre, me abstuve y me mantuve en silencio, pero al ver como intento lastimar a Mitsuki, no me resistí mas y lo comenté con Reiji, que extrañamente tenía el mismo pensamiento... y así se hiso. Dm es raro que este recordando esto 100 años después de su muerte.

Caminaba por los pasillos en busca de un lugar para dormir, con el ajetreado movimiento en el castillo se le es imposible a uno dormir en su sofá tranquilo, pase por la habitación de Mitsuki encontrándome con la puerta entre abierta... esto es extraño ella jamás deja la puerta abierta, esto no me da buena espina.

Entre rápidamente, y lo que vi me asombro, paredes salpicadas de sangre, cristales y cortinas esparcidas por todo el suelo y en este el cuerpo de un hombre vestido de negro alrededor de la cintura portaba una espada, Mitsuki... un lloriqueo llego a mis oídos me acerque al baño y allí estaba ella, su vestido azul estaba manchado de sangre sus mangas goteaban aun ese líquido carmesí, estaba en la esquina del baño abrasándose a sí misma, pronunciando algo que no podía escuchar.

-          Que sucedió- me acerque a ella, y levanto su rostro envuelto en lagrimas

-          Algo horrible...- me rodeo con sus brazos, para seguir llorando en mi hombro- odio a esa mujer...- no entiendo, si cordelia se hace algo a mi Mitsuki, la pagara caro... lo juro.





En la actualidad...

La joven de cabellos rubios corría por el extenso bosque huyendo de cierto peli morado, sentía su palpitar en el cuello, en cualquier momento se desmayaría, pero no, debía escapar le urgía seguir luchando por su vida.

La oscuridad del bosque y la traviesa rama le provocara una estruendosa caída

-          Yui-san fufufufu, vamos por ti-  la voz del vampiro se escuchó por todo el lugar aumentando el miedo de la rubia

Busco un lugar para refugiarse para recuperar el aliento, encontrando una pequeña capilla rodeada de rosas blancas y negras, las paredes agrietadas y envueltas enredaderas dándole un toque antiguo y misterioso. Su curiosidad le hiso adentrarse al místico lugar encontrándose un ataúd de hielo envuelto en cadenas a su lado ramilletes de rosas de distintos colores el suelo cubierto de los pétalos de rosas negras.

Se abraso a sí misma, cada paso que daba para acercarse al lugar hielo, los escalofríos incrementaban, horribles imágenes pasaron por su cabeza, su pecho dolía algo en ella le decía que se alejara y corriera.

Ya frente al ataúd la vio, una joven como de su edad pelo blanco a la altura del cuello, llevaba un vestido blanco con detalles en encaje en negro, muy bellísima al su parecer. Estiro su mano para tocarla, pero un corte en su mano le hiso apartarse.

-          No deberías estar aquí- la presencia de los seis chicos se hiso presente

-          Yo...-  el peli negro al ver la mano ensangrentada de la chica se preocupó y más al ver como las gotas caían en el ataúd de cristal, eso no le daba buena espina.

-          Llévensela- los trillizos sacaron a la joven rubia de aquel lugar mientras, los tres restantes examinaban los cambios en cuerpo sin vida de la joven albina, al no notar cambio salieron de lugar. 

En las sombras un par de ojos rojos miraban como la rubia era llevada lejos de aquel lugar, en los ojos de aquella chica se veía confusión y duda, también se sentía la otra energía que deseaba hacerse el control de aquel débil cuerpo.

-          Falta poco... cordelia...

Dentro de aquel ataúd de hielo la sangre de la joven rubia se fundía con el hielo hasta llegar al cuerpo de la durmiente Mitsuki... después de 500 años aquellos ojos negros como el ébano se abrieron.

· Queen requiem ·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora