Sangre y Linaje

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— ¿Se puede saber qué es esto? — Dijo Garleneinh agotado y malherido con un tono que trataba de llegar a lo serio.

— Estás en un calabozo, luego de haber sido capturad,  después de haber asesinado al emperador de la forma en que lo hiciste... —

— Eso es lo que tú crees maldito imbécil — Susurró Garleneinh mirando al piso.

— ¿Lo que yo creo? — Preguntaba el extraño en forma desafiante — ¡Ja!, Lo que yo creo no vale nada, pero lo que ahora estoy viendo es a un asesino tras las rejas... ¡Y eso vale oro! —

El extraño le dio la espalda a Garleneinh con una sonrisa en la cara y una mirada de compasión mientras se acariciaba la nuca.

—Bienvenido a tu estadía en el infierno... Disfruta mientras puedas —

El vigilante se alejó lentamente de la celda de Garleneinh mientas se guardaba las llaves en el bolsillo para luego cubrirse la nuca con una bufanda.

— No puedo creer que esté decepcionando de esta manera a la Hermandad... — Hablaba consigo mismo condenándose a perder su honor por el error cometido.

Sin ánimo ni fuerzas para poder levantarse solo, Garleneinh se sujetó en la pared de roca manchada con sangre coagulada, logrando poco a poco alcanzar el equilibro para mantenerse en pie al menos por un momento. Con una cojera que se podía notar a leguas de distancia trató de convencerse a sí mismo de que aún era capaz de escapar de la prisión en el que lo habían metido, cuando de pronto vuelve a asomarse el vigilante.

—¡Wow!... Creo que ya estás mucho mejor — Se notaba un cruel tono de ironía en lo que decía —  Bueno, como todo criminal. ¿No crees que ya es tiempo de que aplique la tortura contra tí? —Le cuestionó el vigilante a Garleneinh — Por cierto, me llamo Pethrov... quien te hará pagar por tu crimen durante un largo tiempo mientras vivas —

— ¿¡QUÉ!?. ¡JA!, no bromees, a mí no me vas a torturar mientras yo pueda defenderme y pueda evitarlo — El tono amenazante que adquirió Garleneinh al decir esto demostraba cierta seguridad sobre sí mismo.

Pethrov no respondió al reto que indirectamente Garleneinh le estaba ofreciendo, al contrario, se enderezó con tranquilidad y sacó las llaves de la celda de Garleneinh de su gabardina con suma delicadeza, abrió lentamente la puerta y en menos de lo que Garleneinh diera un paso, Pethrov lo tenía inmovilizado en el piso y atrapando sus dos brazos con los grilletes que estaban dispuestos para los carceleros.

— Tengo el suficiente entrenamiento como para anular en menos de un segundo todas tus "decisiones" — Dijo Pethrov mientras se levantaba lentamente del piso.

Recogiendo las llaves del piso, Pethrov se paró y se sacó la gabardina para conciliar el calor.
Era un hombre excesivamente pálido, muy alto y de ojos de color verde grisáceo que eran capaces de penetrar en el mineral más sólido que podría existir con una sola mirada.

— Bueno, ya es hora de comenzar — Dijo Petrhov con una voz muy tranquilizadora mientras se arreglaba su camisa negra.

— ¿¡Qué!?... ¿De qué estás hablando? — Se sentía firmeza en la voz de Garleneinh, pero a su vez temía por el futuro que le depara — ¡No, no!...¡Aaaaaaargh! — Desde la lejanía de la puerta de entrada a la cabina número seis de la cárcel se podían sentir los gritos de dolor de Garleneinh.

—¿Quién será ese que tanto grita? — Le preguntó uno de los guardias a su único compañero de custodia.

— Ese... debe ser Pethrov... — Se sentía como el nombre de Pethrov era capaz de sembrar miedo y respeto sobre sus propios compañeros.

Umbra Inter UmbrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora