Un Nuevo Trazado

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-Ya veo... -Dijo Garleneinh tratando de analizar todo lo que estaba pasando- Esto es más difícil de creer de lo que esperaba.

-Lo sé, créeme que yo viví estando junto a mi padre toda mi vida- Pethrov se paró de golpe mirando hacia la catedral central destruida de Solestherk- Ver morir de esa forma a nuestro padre no es fácil... -

Garleneinh lo miró desconcertado volteándose hacia la tumba de quien debería ser Balthazaar. Se paró y emprendió camino hacia un rumbo desconocido, ni siquiera él sabía hacia donde se dirigía, solo deseaba algo de soledad, algo que nadie podría regalarle, solos él y sus pensamientos.

-Es hora de dirigirse hacia donde se encuentra la extinta sociedad de los Tenebris Cruento- Dijo Pethrov señalando con el dedo hacia el monte Osiris- Estoy seguro que esto tiene algo que ver con ellos... -

-Dame un poco de tiempo, necesito terminar de digerir todo lo que ha ocurrido, necesito estar a solas un momento- Le respondió a su hermano con la mirada fija al piso.

Pethrov iba a apelar a la decisión de Garleneinh, pero este antes de que siguiera la conversación ya se había marchado del lugar, dejándolo absolutamente solo, con toda la destruida Solestherk a su disposición.

Garleneinh caminaba despacio por el bosque tratando de guiar su mente al frío viento de invierno que siempre lo guió, vagaba por sus recuerdos y no podía creer que Balthazaar les ocultó a los dos que eran hermanos, y por sobre todas las cosas, no podía creer que desde el día en que nació su padre estuvo siempre en frente de sus ojos, desde el día en que fue formalmente aceptado como uno más de los mercenarios de las sombras, hasta que le fue concedido el precioso traje táctico que llevaba puesto.

Dejándose llevar por los más recónditos callejones naturales que el bosque creaba con su maravillosa naturaleza, se topó con el cadáver de una mujer, puesto que de su capucha sobresalía el pelo largo y ondeado, con la luz que se podía reflejar a través de su manto, Garleneinh vio que en vida fue una mujer muy hermosa, y por ello, decidió hacerle un entierro digno, para así poder distraerse y alejar su mente del oscuro y doloroso callejón de sus recuerdos.

-Creo que una mujer como ella debería haber sido enterrada con dignidad- Se puso en cuclillas para ver el rostro de la mujer y le quitó lentamente la capucha, arrastrando lentamente la tela con su rostro y mostrando a la luz cada una de sus facciones- Oh... fue realmente hermosa... -

Después de analizar su rostro y apreciar cada una de sus facciones miró a su alrededor, para ver si había en el piso alguna de sus pertenencias.

-Mmmh... Al parecer no tuvo una buena vida, no veo nada que le pertenezca por acá- Se puso de pie y vio que en sus espaldas la mujer llevaba una hermosa katana, con un diseño curvo y colores pálidos que cubrían la rosa que adornaba de manera equilibrada y elegante la espada.

Atrás de Garleneinh se encontraba botado un pequeño bolso lleno de viales de distintos colores, que no parecían tener más de 10 horas después de su fabricación, además de una insignia improvisada, que fue muy bien labrada en una madera blanca.

-Que belleza... - Tomó el bolso y lo puso al lado del cadáver- ¿Quien habrá sido?... -

Se puso en cuclillas para tomar el cuerpo de la difunta mujer y comenzó a meter sus brazos bajo la espalda de la dama, luego se comenzó a parar para subir el cuerpo a la altura de su pecho. Caminó lentamente hacia el árbol más florido para enterrar su cuerpo junto a su rosa de madera cuando sin que él se diese cuenta la mujer comenzó a abrir los ojos, y lo primero que pudo ver fue el rostro de Garleneinh, quien la llevaba en sus brazos lenta y cuidadosamente, lo miró a los ojos y sonrió, hasta que se dio cuenta que era un completo desconocido, y de un salto se separó de él y sacó su katana poniéndose en posición de combate.

Umbra Inter UmbrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora