Extinción fuera de Estirpe

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-Aaaah, querido Garleneinh, no sabes cuánto deseo conocerte— Dijo el hombre mientras caminaba de un lado a otro sin parar, como esperando a que algo ocurriese.

Se encontraba en un lugar cálido y bien cuidado, era una choza posicionada en algún lugar del vasto bosque de Tharlakgahn, en donde le llegaba el suave sol del atardecer y no se veía más que naturaleza, el hombre seguía caminando sin parar.

Lazetheez abrió los ojos y lo primero que vio fue que estaba segura bajo un techo que la protegía, le dolía cada una de las extremidades de su cuerpo y sentía que casi no se podía mover del dolor, respiró profundo y cerró sus ojos para tomar fuerzas y levantarse, hasta que en su cabeza se vinieron leves recuerdos de como sus compañeros era asesinados y devorados por bestias horriblemente deformes y despiadadas, causando el caos en toda Solestherk.

—¡No! — Gritó sentándose de golpe y mirando sobresaltada al suelo, su cara expresaba impotencia y desesperación, como si hubiese estado viviendo por segunda vez el momento sin poder hacer absolutamente nada para cambiarlo.

—¿Eh? — El hombre giró su cabeza sobresaltado- Veo que al fin despertó señorita—

Lazetheez giró su cabeza asustada al no saber que se encontraba con alguien en la habitación, se levantó lentamente y posó su mano en su pierna derecha tratando de encontrar algún tipo de arma en su traje, en el que no había rastro alguno del objeto que buscaba.

—¿Que pasa mi reina? — Dijo el hombre sonriéndole enternecidamente mientras hablaba— ¿Te asusta la idea de que un simple desconocido te haya salvado la vida? —

—¿Donde están mis armas? —Preguntó con un tono de voz fuerte, como si estuviese tratando de demostrar la seguridad de poderse proteger a sí misma aún sabiendo en el estado en el que se encontraba—Devuélvemelas—

—Tranquila señorita, no sería capaz de hacerle nada a una dama tan bella y hermosa como usted—Se dio media vuelta y abrió un baúl en el que se encontraban todas las armas de Lazetheez sin excepción alguna— Además, si hubiese querido hacerle daño... lo hubiera hecho mientras se encontraba inconsciente, ¿No cree? —

—Ya deja de tratarme con tanto respeto, no es tan difícil tratar de igual a igual a una mujer— Se acercó lentamente al baúl y una vez quedando al lado del extraño giró su cabeza para mirarlo a los ojos e inclinó su cabeza mientas le regalaba una irónica sonrisa— ... ¿No crees? —

—Lo siento mucho, pero me es imposible tratar a una mujer tan bella como si no perteneciese a la realeza, como una princesa que se me puso en el camino—

—No me gustan las cursilerías, así que ya basta de molestar— Tomó sus armas, guardándolas en sus respectivas fundas y le puso una mano en el hombro al desconocido— Y por si no te diste cuenta me puedo proteger yo misma—

—Tanto así, que te encontré tirada en el piso, inconsciente y llena de heridas en el cuerpo— Dijo sacándose la mano de Lazetheez del hombro.

—Tú no estuviste ahí para creer que es fácil criticar el estado en el que terminé— Suspiró y se dio media vuelta con tal de encontrar la salida y marcharse lo antes posible para ir en busca de Garleneinh— Ni siquiera sabes con el tipo de enemigos que me tuve que enfrentar—

—Claro que lo sé— Abrió los ojos, como dándose cuenta de su error y prosiguió la oración— Sé que fueron personas muy fuertes que tuvieron el deshonor de dejar moribunda a una dama como usted— Terminó la oración sudando en frío, como si ocultase información privilegiada sobre la batalla en Solestherk.

—Hmph—Dio un burlesco suspiro mientras enfundaba las últimas dos wakisashi de su equipo en la espalda baja de su traje— Ya veo, eres uno de los típicos que se creen principitos azules sacados de los libros de Ayhnmer Butthierre—

Umbra Inter UmbrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora