Ella cayó al suelo, temblando. Su hermano estaba detrás de ella con un bate de béisbol ahora ensangrentado. Él estaba mirando hacia abajo con ira, jadeando de furia. Ella trató de levantarse poco a poco, pero él la golpeaba una y otra vez.
"¡MAMÁ SIEMPRE QUISO LO MEJOR PARA TÍ! ¡PERRA!" Él la golpeó con fuerza una última vez, antes de tomar un descanso. Ella estaba sangrando fuertemente, sus ojos verdes y brillantes se apagaban débilmente en la oscuridad.
Ella se sentía débil, y miró con atención al techo. Recordó los días que había pasado aquí, siendo torturada, teniendo que soportarlo durante 4 años, mirando ese mismo maldito techo. Eso le envió una repentina oleada de energía a su cuerpo, y comenzó a ponerse en pie, riendo locamente.
"hahahahaHAHAHAHAHAAHAHAahahaAHAHAAHH!!!!"
Su hermano fue a golpearla de nuevo, pero usó sus dos cuchillos para bloquearlo.
"¡¡¡Tu IrÁs Al InFiErNo HeRmAnO!!!" Con un gran empujón, ella envió a su hermano volando a la cama. Se golpeó la cabeza contra la pared y gruñó con ira, a punto de abalanzarse sobre ella, cuando ella le clavó sus dos cuchillos en los brazos manteniéndolos clavados en la pared. Él gritó y luchó con rapidez.
"Vamos a ver qué podemos usar de por aquí..." Ella comenzó a caminar por la habitación, y sonrió al ver un simple cuchillo de mantequilla en su lado de la cama. Ella lo recogió, y se acercó a él.
"Dicen que los ojos son los órganos más suaves del cuerpo." Ella lentamente lamió el cuchillo.
"Suave como la mantequilla." Él la miraba horrorizado, tratando de alejarse, cuando empezó a cavar sus ojos con el cuchillo. Él gritó en voz alta, y ella rápidamente le ató una tela alrededor de su boca. "¡Ahora, no podemos despertar a los vecinos!"