La chica conocida como Natalie ahora tenía 13, ella fue muy productiva en la escuela secundaria, estaba cerca de la lista de honor. Por una vez, se sentía tranquila y feliz, pero ahora de vez en cuando cogía la costumbre de ser un "ermitaño" en su habitación, escondiéndose lejos de su padre, que todavía le gustaba gritar constantemente sobre la economía, el dinero, la política y toda esa mierda que ya estaba rotundamente cansada de escuchar.
Sus ojos comenzaron a sentirse pesados, tenía un trabajo pendiente, pero eso ya no era importante para ella. Todo lo que estaba por su mente era dormir, así que cerró su portátil y después de que sus ojos se acostumbraron a la oscuridad un poco, vio a su vieja y desgastada jirafa de peluche en la esquina.
Ella la miró fijamente en silencio total y absoluto, recuerdos pasaron por su mente y sintió que las lágrimas acudían a sus ojos, pero rápidamente parpadeó, "No más dolor" pensó para sí misma, pero ella siguió mirando al peluche.
"¿Qué diablos estás mirando?" Dijo ella a su peluche, que le devolvió la mirada con sus suaves, redondos, negros y brillantes ojos.
Ella negó con la cabeza y se puso de pie mirando con tristeza al animalito de juguete y suavemente lo levantó en sus brazos, ella lo acunó y le dijo en voz baja, "L-o siento..." algunas lágrimas corrían por su rostro. Ella acariciaba el áspero, suave y corto pelaje de su peluche, mientras se acostaba en su cama, y poco a poco se quedó dormida.
Ella se despertó debido a los gruñidos de enojo de su madre, cansadamente abrió uno de sus ojos.