Capítulo 28.

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Justin PDV.

Shhh... cachorrito, shhh... o lo arruinarás todo. —continúo en silencio mi camino por las escaleras hacia mi dormitorio—. ¡Rosie! Cariño, ya estoy en casa. —grito tan pronto sitúo la pequeña bola de pelos en mi cama.

Un chillido de emoción rompe el silencio de nuestra casa y una sonrisa crece en mi cara. Un ladrido lindo también escapa de la pequeña boca del cachorro, pero cuando me doy la vuelta para darle una mirada, se cubre su cabeza y ojos con sus patas.

Será mejor que no estropees la sorpresa antes de que ella llegue aquí. —le regaño, pero río ligeramente cuando asoma su cabeza entre sus patitas, muestra sus dientes y gruñe antes de esconderse de nuevo. Hmm... perro inteligente.

—¡Ahh! —grito cuando de repente estoy en suelo y alguien coloca besos por toda mi cara. Que bueno es que haya puesto una alfombra realmente cómoda.

Por Dios, pequeña. Tu sabes que soy viejo y tengo la presión arterial alta. Me vas a dar un ataque al corazón si sigues haciendo eso. —me quejo con los ojos cerrados, amando la sensación de los labios trazando arriba y abajo mi cuello.

Solamente tienes veintisiete, Papi. Creo que vas a estar bien. —ella ríe, coloca un último beso en los labios antes de sentarse a horcajadas.
Yo frunzo ceño a nuestra posición.

Pensé que yo era el que tenía el control. —alzo una ceja mientras se forma un rubor en sus mejillas—. Bueno, creo que podría follarte ahora. —murmuro, agarrando sus caderas y obligándola a moverse arriba y abajo sobre mi polla.

—¡Papi! —ella grita de vergüenza antes de saltar fuera de mí. Yo hago un puchero tristemente, mirando hacia abajo a mi, ahora, bulto duro. —Estarás pagando por esto más tarde. —digo, poniéndome de pie y acomodando mi bulto.

Ella me sonríe y yo no puedo dejar de acariciar su pelo y besando su frente. Los besos en la frente son una buena manera de mostrar que amas a alguien y siempre los vas a proteger, que es lo que planeo hacer.
Un pequeño ladrido arruina el momento y Rosie mira hacia arriba para ver la bola de pelusa moviéndose en el extremo de la cama para tratar de saltar a ella y unirse a nosotros.
Pero no lo hacía porque tenía miedo, por lo que seguía moviéndose en el extremo y ladrando.

—¡Oh Dios mío! —Rosie chilla corriendo hacia la cama y recoger el cachorro en sus brazos—. ¡¿Esto es para mí?!- ella sonríe, ya que el cachorro trata de lamer toda su cara.

No, es para Harold. —digo inexpresivo viendo caer su cara por completo—.Por supuesto que es para ti, cariño. —río, caminando y envolviendo mis brazos alrededor de ella—. ¿Qué nombre le vas a poner, cacahuate? —mi voz fue amortiguada por colocar besos de bebé por su línea de su mandíbula y cuello.

Ella olía tan deliciosa.

—¿Sabes cuál es un nombre perfecto para un perro callejero? Marie. —ríe haciendo que levante una ceja.

No nombres a nuestro perro con el nombre de esa perra. —siseo ante ella y el cachorro se estremece ligeramente.

Eso era sólo una broma. —susurra ella, mirando hacia abajo con sumisión.

Detente. —cojo su rostro para mirarle a los ojos. Le beso las mejillas delicadamente seguido por la frente, los párpados, nariz, y, finalmente, sus dulces labios.

Acabo de ser un poco grosero, pequeña. Me disculpo. Realmente no aprecio recordar a gente como aquella mujer. —siento ponerme nervioso otra vez así que cierro los ojos y respiro profundamente para calmarme.

Casi perdí el amor de mi vida a causa de esa mujer.

Ella está en la parte superior de la lista de las personas que absolutamente desprecio. Justo al lado de Vlad.

Está bien, está bien. Lo siento. —dice, seguido de atender a los besos del perrito que le lame toda cara.

Trato de contener mi sonrisa, pero es imposible cuando tomo el perrito dulce en mis brazos.
Nunca he tenido un perro antes, ya que mis padres nunca me lo han permitido y nunca he tenido el tiempo para uno, pero ahora no puedo creer lo que me he estado perdiendo. ¡Era tan lindo!
No es tan lindo como Rosie, aunque, por supuesto. Ella es una persona.

—¡Oh! Y ella no es un perro callejero. Un perro callejero no cuesta ochocientos dólares. —bromeo y pongo toda mi atención en la bola de pelusa adorable en mis brazos mientras escucho los jadeos Rosie.

—¡¿Ochocientos dólares?! ¡Estás loco! —me regaña.

Cariño, no es nada para mi bolsillo. Y sólo estoy loco por ti. —bromeé mientras tarareo haciéndola reír y ruborizarse.

Creo que su nombre debería ser...Esther. —ella asiente con orgullo hacia el nombre.

—¿Esther? —miro hacia el cachorro en mis ojos asintiendo también—. Suena perfecto, Pequeña.

Coloco al cachorro en el suelo después de darle un beso rápido y Rosie va tomarlo pero, de repente se congela y se queja, agarrando su abdomen inferior.

—¡¿Qué pasa?! —entro en pánico, corriendo hacia ella y colocando mis manos sobre las de ella—. Vamos, pequeña. —digo mientras se estremece—. Dile a Papi lo que está mal. —estaba entrando en pánico como Esther, que corría alrededor de nuestros pies, también en pánico.

Creo que estoy a punto de... —se desvanece; sus mejillas están ardiendo.

—¡¿A PUNTO DE QUE?! —le grito, casi hiper-ventilando.

¡Whoa Justin!. Vamos a calmarnos y dejar de ser un loco bastardo, ¿de acuerdo?. Yo era demasiado protector con ella, pero eso es bueno, ¿verdad?.

—¡A punto de empezar mi periodo! —ella grita, salta ligeramente por mi tono enloquecido.

Oh.... —bajo la voz antes de pasarle una mano por su cabello.

"Ah, claro, período..." pienso.
Hago una nerviosa risa, mordiéndome los labios. Rosie me mira mientras se hace un incómodo silencio.

—¡Oh, sí! ¡Tu Periodo! —chasqueo los dedos antes de salir corriendo de la habitación.

—¡Espera! ¡¿P-papi?! ¿A dónde vas-Ay!... No importa, voy a esperar aquí... ¡En agonía! —grita mientras yo corro a mi armario "especial".

Si haz eso, cariño. —digo distraído.

Rápidamente agarro todas las cosas necesarias y corro volviéndome hacia ella. Ella se sorprende mientras tiro todo en la cama.

—¿Porqué tienes todo est.. —murmura, pero la interrumpo.

—¡Está bien! Tengo chocolate, toallas sanitarias, ew, tampones, doble ew, caramelos, y esta fresca cosa de almohadilla térmica que la señora del Wal-Mart dijo que haría maravillas. No lo sé. Yo soy el que tiene el pene. —me encojo de hombros haciéndola reír.

—¡Gracias, Papi! —dice ella, inclinándose para besarme, pero se detiene de nuevo—. Tengo calambres. ¡Me tengo que ir! —ella se apresura a tomar todas las cosas de la cama antes de correr al baño.

Todavía estaba yo allí de pie con los labios fruncidos y un ojo abierto.

—¿Estoy siendo descuidado?. —digo a Esther, que sólo inclina la cabeza hacia un lado—. Estoy hablando con un perro cachorro. —niego con la cabeza, ocultando una sonrisa.

Mi vida es un desastre, pero un buen lío.




Traducción ©stuckwithjustin 2015.
Copyright ©stuckwithjustin 2015.
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