-11-

53 8 2
                                    

Para la noche, Erick se vistió con un pantalón y tenis negros, con una sudadera negra con capucha, se trajo una mochila que encontró tirada en el pasillo. Alfredo pasó por él a las 10 de la noche.
-¿A dónde vas tan tarde?- le pregunta Valentina a Erick.
-A ningún lado, solo a una fiesta.
-Si como no.
Erick se encogió de hombros y salió por la puerta. Alfredo lo estaba esperando junto a la puerta.
-¿Listo?
-Pues ya que.
Los dos corrieron de la casa al banco como si fuesen ninjas. Después de unos minutos llegaron al banco.
-¿Y cómo vamos a entrar al banco genio?
Alfredo alzó un azulejo del techo y entraron por él. Se encontraban en la caja fuerte.
-Vamos a apurarnos para que no sospechen nada- le dice Alfredo a Erick.
Para ser una caja fuerte estaba muy desprotegida, pues no tenía cámara de vigilancia en ningún lado.
-Listo, vámonos.
Erick sin querer, se tropieza y para no perder el equilibrio, se agarra de la pared. Una alarma comienza a sonar. Erick y Alfredo saltan por el techo y a lo lejos ven como varias patrullas se acercan a toda velocidad al banco. Saltan al piso y se suben a un coche.
-¿Y por qué rayos nos subimos a un coche si ni siquiera traíamos?- le pregunta Erick a Alfredo.
-Pues no se, me encontré unas llaves- se las mostró- ¿Para qué servirán?
-Para encender el coche.
Alfredo enciende el coche y se queda pensando unos momentos.
-¿Qué piensas?
-¿Cómo se maneja un auto?
-Pues solo imagina que estás jugando GTA.
-¿GTA?
-Si.
(...)
-¡Al decir que imaginaras que estabas jugando GTA no quería que te lo tomaras muy en serio!- le dijo Erick a Alfredo.
Iban a una velocidad increíble, obviamente con todas las patrullas detrás de ellos. Alfredo estaba gritando de la emoción. Erick gritaba de la preocupación. Alfredo no se preocupaba por dónde iba, tanto que el coche terminó en el río con ellos dentro. Con trabajos salieron del coche. Los policías los alumbraban con las luces del coche.
-Ya valimos- le dijo Erick a Alfredo mientras nadaban hacia otro lado.
(...)
Alfredo y Erick despertaron encerrados en una celda, ninguno recordaba cómo habían llegado ahí. Llegaron a la conclusión de que se desmayaron mientras intentaban llegar a otro lado.
-¡Ustedes dos!- les gritó un policía- levántense porque van a juicio.
-¿A juicio?- le preguntaron los dos al mismo tiempo.
-Si, pero rapiditos.
Los sacaron de la celda, los esposaron y los llevaron a una gran sala llena de gente con trajes. Los sentaron frente a una mesa. Un señor obeso estaba frente a ellos, supusieron que era el juez.
-¡Orden, orden!- gritó el señor obeso- muy bien señoría, ¿Cuál es su veredicto?
-Encontramos a los acusados culpables- respondió una mujer de cabello rubio.
-¡Objeción señoría!- se oyó una voz en la entrada de la sala.

La familia disfuncionalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora