capitulo 24; segunda parte.

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La luz tenue del calendabro del centro de la mesa iluminaba el rostro de todos en la habitación, me sentí como una señorita de la época dorada, elegante y proclamándome santa.

La prometida de Adam usaba un vestido rojo largo corte sirena que remarcaba su hermosa figura y me hacía recordar a la trastornada y traidora de Jessica rabbit. Una parte de mi ardía en celos y la otra estaba fría, fría como hielo y gritándome que por favor me sacaran de aquí.

-es un lindo piano el que está en la recepción. –dijo la alzada como si mi casa fuera un hotel o algo parecido. Se llevó la copa de vino a su boca.

Dios, no quiero ni imaginarme la boda de Adam repleta de cientos como ella, pingüinos trajeados y señoras de la época victoriana.

Lina me miro. Usaba un lindo vestido dorado largo con destellos plateados en el pecho. Su rostro se torció como si la querida prometida de Adam fuera una loca.

Adam mientras tanto no apartaba la vista de su copa de vino; usaba un traje gris con una corbata del mismo color y una camisa blanca. Nadie había tomado nada de la comida al parecer aún faltaba un invitado que a Harry se le había olvidado mencionar.

El timbre sonó y salte de mí silla.

-iré yo. –me dijo Harry.

-no, iré yo. –dije casi rogándole.

El asintió y se volvió a sentar. Camine hacia la puerta pero antes asalte el mini bar de mi padre sirviéndome un gran trago de vodka.

Esta noche iba para largo.

Abrí la puerta.

Un chico alto me estaba dando la espalda y tenía un lindo trasero. Se giró hacia mí. Me miro un momento y luego se alejó para echarle un vistazo a la casa.

-¿tú eres Harry? –me pregunto.

-¿tú quién eres? –le pregunte fríamente.

Saco un papel de su bolsillo y leyó mi dirección.

-es aquí, ¿cierto?

Asentí. -¿Quién eres? –repetí.

-Chris, Chris Marshall. –dijo y extendió su mano. La apreté.

-entra. –le dije.

-es todo, no me dirás tu nombre.

-no lo creo Chris Marshall.

Su cabello era profundamente negro, sus ojos cafés oscuros acompañados de unas largas pestañas y sus cejas pobladas era la gota exacta que hacia llenar tu boca de baba y dejarla apunto de escurrir. Usaba un traje plateado con una camisa negra que aunque fuera de lo más elegante no le hacía perder ese toque masculino y escalofriantemente malo.

Saludo a todos y ocupo el asiento vacío a mi lado justo enfrente de Christine.

-en mi último viaje a parís conseguí como 10 vestidos chanel, es que ni siquiera puedo evitarlo es como un impulso algo necesario...

¡Por dios! ¡Dios! Cállenla por piedad...

Perdí la cuenta después del noveno vaso de vodka.

-si me disculpan. –dije con un tono como si hubiera bebido vinagre y es que tenía el maldito sabor en la garganta de tener la boca cerrada y escuchar a la pseudoprincesa hablar de sus malditos viajes a parís 'la capital de la moda'

-'no puedo creer que en este lugar de mala muerte haya un piano tan lujoso y hermoso en su recepción, en parís 'la capital de la moda' nos metemos el dedo en el culo y bailamos sobre los vestidos de alta costura'... estúpida, estúpida, estúpida, ¿Qué clase de mujer... es ella...? De que maldito cuento de hadas la sacaron... -grite una vez que estuve en el jardín.

enamorate de mi. ||adam levine||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora